No alcanza la velocidad del sonido o Mach 1, pero no importa, porque este rabioso pony car ofrece sensaciones que solo él sabe transmitir, en parte gracias a su 5.0 V8 de la vieja escuela. Un corazón en extinción que emite una melodía rockabilly capaz de acelerarte el pulso con la misma celeridad con la que gira cabezas a su paso.