«En el podio, el apoyo de la gente ha sido sensacional. Especialmente estas dos o tres últimas temporadas, lo cual es un poco extraño cuando piensas que gané mi último Mundial en 2006». Fernando Alonso reflexionaba al final del Gran Premio de Hungría sobre lo que suponía una nueva hazaña en su carrera. No fue una victoria, pero sí la demostración de su capacidad para optimizar al máximo un material de segunda fila. El F14 T, en entrenamientos, era el cuarto coche de la parrilla.
En Hungría, cada bala disparada por Alonso y Ferrari supuso una pieza. Desde el sábado, hasta el domingo. Si bien la naturaleza del trazado de Hungaroring permitía acortar distancias en Ferrari, se aprovecharon al máximo las opciones disponibles. Primero, con el quinto puesto de parrilla. Después, con la arrancada, donde el español ganó posiciones. Con las decisiones ante el coche de seguridad y el cambio de estrategia sobre la marcha, con el pilotaje de un Alonso capaz de marcar el ritmo de Hamilton en una parte de la carrera, a la vez que cuidaba unas gomas blandas que debían durar casi media prueba. Parecía un milagro que tras 70 vueltas sólo Ricciardo superara al español en la meta, a dos giros del final.
«Con el primer coche de seguridad perdimos un poco nuestra posición porque cuando salió estábamos en la última curva, así que perdimos la oportunidad de parar, lo hicimos a la vuelta siguiente y perdimos un par de posiciones», explicaba Alonso al referirse a uno de los primeros momentos clave de la carrera, «Tuvimos que atacar para adelantar a varios coches y a diez vueltas para el final, discutíamos si parar y asegurarnos el cuarto puesto -realmente necesitábamos esos puntos- o intentábamos defender la posición al máximo que pudiéramos, y quizá terminar cuartos». O quizás peor, si llegaba el temido desplome de los neumáticos y el hundimiento en la clasificación, uno de los riesgos que corrieron Alonso y Ferrari con su decisión.
Una carrera difícil, no la mejor
«No creo que sea una de las mejores de mi trayectoria», confesaba pese a su exhibición el español tras la prueba, «ha sido una carrera buena y compleja en su ejecución y en el rendimiento, porque hubo dificultades que hicieron que las 70 vueltas no fueran fáciles. Teníamos que tomar decisiones durante la carrera, todas ellas se tomaron junto con el equipo, y lo hicimos lo mejor que podíamos», resumió al final de la prueba.
En el podio, los mayores vítores llegaron para el español. No era de extrañar. Alonso sigue recogiendo el reconocimiento a su talento, aunque falta que se corresponda con los títulos que le hagan justicia. El Gran Premio de Hungría fue otra ocasión para comprobarlo.
«Supongo que mi carrera debería ir hacia abajo y sigue marchando hacia arriba, es algo que mantiene mi motivación muy alta. Quisiera devolverles (a los aficionados) algo en cuanto a trofeos y en cuanto a títulos». En estos momentos de pausa veraniega, tomará decisiones claves en su carrera para intentar conseguirlo.