La primera generación del Superb no tuvo variante familiar, pero Skoda sí ofreció un Combi con el segundo modelo, de cuyo éxito habla un dato: desde 2009, se han vendido 200.000 unidades del familiar en todo el mundo, y eso representa un 35 por ciento de las matriculaciones correspondientes al Superb II, lo que animó a los responsables de la firma checa a repetir experiencia. El resultado es este nuevo Superb Combi, que llegó a nuestro país en septiembre, pocas semanas después que la versión sedán, con la que comparte plataforma -la MQB de Volkswagen, usada por ejemplo en el nuevo Passat-, dimensiones -4,86 metros de largo por 1,86 de ancho-, mecánicas y equipamientos. De hecho, las 29 versiones que componen la gama Superb con carrocería sedán tendrán su correspondiente alternativa Combi, con un sobreprecio lineal de 1.100 euros que se nos antoja razonable, por más que el Superb sedán ya sea bastante versátil por su portón de gran tamaño o un maletero de 625 litros, ampliable a 1.760 litros.
Un habitáculo enorme
Pero el Superb Combi va aún más allá, pues aquí hablamos de 660 litros con cinco plazas en uso, o de 1.950 como máximo si abatimos la segunda fila, valores que sólo encontraremos en modelos del segmento superior con precios mucho más altos. Y, por supuesto, seguimos disfrutando del enorme habitáculo que ya alabamos en el caso de la carrocería sedán, con tres plazas posteriores dignas de una limusina. La distancia entre ejes de esta tercera generación es de 2.841 milímetros -80 más que antes-; y, como consecuencia, detrás viajamos con las rodillas a gran distancia de los respaldos delanteros. E incluso el ocupante de la quinta plaza va cómodo, aunque el túnel central de transmisión es voluminoso. Ayuda bastante también una cota de altura al techo en la segunda fila en torno a 100 centímetros, o una anchura al nivel de los codos que gana casi cuatro centímetros frente al Superb anterior.
Pero en materia de confort la amplitud no lo es todo, y Skoda cuida otras cuestiones, como el buen filtrado de la carretera o la positiva calidad percibida, detalle éste último que se logra usando materiales de aspecto robusto y refinado, y asegurando una terminación más que correcta. Puede que los asientos no sujeten a la perfección en tramos de curvas cerradas, o que los motores TDI se escuchen algo más de la cuenta en frío -más desde el exterior que desde dentro-, pero la impresión general es estupenda.
En parado… y en marcha, pues la firma checa ha insuflado mucho agrado de uso a su buque insignia, con un acertado compromiso entre confort y eficacia -es posible elegir el programa de conducción, y está disponible el sistema DCC de control dinámico del chasis-, una dirección precisa, frenos consistentes y, sobre todo, una gama de motores con brío a regímenes bajos y medios. Es decir, en la zona importante para la conducción normal en ciudad y carretera.
Motores con brío
Un ejemplo es el motor 1.4 TSI de gasolina, con 150 CV a partir de 5.000 rpm y un par máximo de 25,5 mkg entre 1.500 y 3.500 rpm al que se saca buen provecho tanto con la caja manual de seis marchas como con la DSG de siete. Y hay tres diésel TDI para elegir: el 1.6 de 120 CV, más satisfactorio de lo que pudiera pensarse ya que el Superb Combi es muy ligero y bastante aerodinámico, y los 2.0 de 150 y 190 CV, que parecen las alternativas más atrayentes por su equilibrio entre prestaciones y consumo. Además, en ambos podremos escoger tipo de tracción.
Pero nos gustaría que a España llegasen también motores disponibles en otros países, como el 1.8 TSI de 180 CV o el 2.0 TSI de 220, e incluso el 1.4 TSI en versión de 125 CV, de rendimiento más que digno.