Hay cosas importantes que contar en torno a esta cuarta generación del Mondeo, como que se trata de la primera fabricada en Valencia -Almusafes se encargará también de los nuevos S-Max y Galaxy, con los que comparte plataforma nuestro protagonista- o que al otro lado del Atlántico se vende desde hace dos años bajo la denominación Fusion, de modo que estamos ante un coche nuevo pero, al mismo tiempo, ante un producto sobradamente probado. Además, este Mondeo IV ha sido «europeizado» para ajustarse a nuestros gustos, lo que tiene que ver con el chasis, los equipamientos o, desde luego, la gama de motores. Y si alguien piensa que esos dos años de demora pueden pasar factura en cuestión tecnológica ya puede cambiar de idea, pues la nueva berlina de Ford se sitúa entre los modelos más avanzados del segmento, al nivel de las marcas «premium».
Cambio Powershift por 2.000 euros más
Lo primero que llama la atención del Mondeo es su aspecto imponente. Podrá gustar más o menos, pero entre su expresivo frontal -como mínimo, debemos hablar de «estilo»Aston Martin- y su corpulencia –mide 4,87 metros de longitud por 1,85 de ancho– no se sabe bien si estamos ante una berlina media, tipo Peugeot 508, o junto a una berlina ejecutiva, en la línea del Audi A6. A alguien le puede surgir esa duda, pero no a Ford, que sabe bien cuáles serán los rivales de su nuevo Mondeo y por eso ha fijado precios en consonancia. En el caso que nos ocupa, con motor diésel de 180 caballos, acabado Titanium y caja manual, unos atrayentes 33.650 euros que ahora se quedan en sólo 28.800 gracias al descuento. Por 2.000 euros más accederemos a la misma versión pero con cambio automático Powershift, y los amantes de las carrocerías familiares sólo tienen que poner 1.000 euros extra para hacerse con la variante Sportbreak. A nuestro juicio, Ford podría ampliar aún más el abanico de elección, ligando este motor TDCi también al acabado básico Trend -básico, pero bien dotado- y ofreciendo la carrocería sedán de cuatro puertas, reservada inicialmente al Mondeo HEV de mecánica híbrida.
Más ligero que su antecesor
Estrategias comerciales al margen, lo mejor será que nos adentremos en el análisis de este nuevo Mondeo, que en diésel permite elegir entre 115, 150 y 180 CV de potencia. Hemos empezado por la cúspide porque nos parecía lo lógico en un coche de tanto empaque, y creemos haber acertado, pues la nueva berlina de Ford sigue siendo algo más pesada que la media de su clase y agradece unos caballitos extra. Se ha reducido la masa unos 25 kilos con el uso de acero hidroformado de alta rigidez en los largueros del techo y en los pilares A y B, y el portón tiene estructura de magnesio para aligerar esa pieza un 40 por ciento; pero son 1.584 kilos en orden de marcha y eso, hoy en día, tiende más a mucho que a poco. De hecho, sólo el Insignia pesa más.
Un interior muy espacioso
Una de las razones de que el coche pese es que es grande: 4,87 metros. Y lo agradecemos cuando abrimos cualquiera de las puertas laterales o al levantar el portón, pues el Mondeo es muy amplio. Para equipaje, por ejemplo, hay 550 litros si nos conformamos con el kit de reparación de pinchazos; o 541 si, como nuestra unidad, el coche monta rueda de repuesto pequeña. El borde de carga queda bajo, la boca de acceso es enorme y si abatimos la segunda fila hay más espacio que en algunos familiares: 1.446 litros. En esta zona encontramos algún detallito de acabado a corregir, como una moqueta gruesa pero de aspecto algo destartalado, o unos ganchitos para colgar bolsas poco «estilosos».
Habitáculo de calidad
Si pasamos al habitáculo, la percepción de calidad mejora, especialmente si equipa tantas opciones como nuestra unidad, aunque hay algún elemento que no transmite la sensación de solidez del conjunto, como el gatillo del freno de estacionamiento o la trampilla de conexión entre interior y maletero. Detalles corregibles que no empañan una atmósfera general agradable. Las puertas cierran muy bien, los asientos son cómodos y sujetan, hay muchos huecos y de buen tamaño donde colocar objetos y cinco adultos viajarán con comodidad, pues hasta la plaza central trasera es generosa. De las cotas internas del Mondeo destacan sobre las de anchura -147 centímetros delante y 137 detrás-, pero el hueco para las piernas en la segunda fila no está nada mal y la línea tendida del techo -el perfil tiene un cierto aire de coupé- preserva unos correctos 89,5 centímetros al techo en la zona trasera.
Un acabado Titanium con todo lo necesario y más
Además, la impresión de confort se acrecienta una vez en marcha, pues el Mondeo presume de aislamiento: la rodadura apenas se percibe, no hay ruidos aerodinámicos ni a velocidades ilegales en nuestro país y el sonido del motor se queda fuera. A ello hay que sumar lo que podríamos definir como «química» entre máquina y conductor, pues la dirección es rápida, suave y precisa, el cambio manual tiene buen guiado y hay una agradable sensación de aplomo, tanto en línea recta a fuerte ritmo como enlazando curvas de radio medio. Y si es de noche, comprenderemos por qué Ford presume tanto de sus faros LED adaptativos, pues las luces de cruce son fantásticas y el sistema que activa automáticamente las luces de carretera funciona muy bien, mejor desde luego que antes. En este sentido, matizar sólo dos cosas en el capítulo de la visibilidad: que las alertas luminosas del BLIS (control de ángulos muertos) en los espejos apenas llaman la atención y que los diodos luminosos rojos que advierten de nuestra cercanía al vehículo que nos precede se encienden sin progresividad y -creemos- muy pronto. Es uno de los muchos asistentes de seguridad que el Mondeo ofrece de serie o en opción, y que le convierten en uno de los referentes en esta materia. Nuestra unidad, por ejemplo, equipaba la suspensión adaptativa CCD, que permite elegir -el proceso, mediante los botoncillos del volante, es engorroso- entre los modos Comfort, Normal y Sport; pero también montaba aparcamiento asistido, frenado automático de emergencia en ciudad -hasta 40 km/h- o detector de vehículos en los ángulos muertos. Y no hace falta recurrir a opciones, pues lo que trae de serie el Titanium ya es de sobresaliente.
El motor diésel a elegir
Las prestaciones no llegan a esa nota, pero sí a notable. Hablábamos antes del peso, y los desarrollos de las marchas finales son largos -casi 60 km/h por cada 1.000 rpm en sexta-, pero el motor tiene más de 40 mkg de par máximo, los 180 CV llegan a sólo 3.500 vueltas y el régimen ideal va de 1.500 a 4.500 revoluciones, lo que se traduce en un cierto dinamismo. Con todo, los 9,4 segundos medidos para acelerar de 0 a 100 km/h -homologa 8.3 segundos- o los 7,8 que tarda en pasar de 80 a 120 km/h en cuarta son más propios de una berlina diésel con 150 ó 160 CV. En cuanto al gasto real, 6,3 l/100 km es un buen valor, y lo mejor es que ese promedio no se dispara demasiado aunque demos gusto al acelerador, situación en la que el nuevo Mondeo se siente cómodo por su actitud general realmente eficaz.