477 caballos es lo que promete y en lo que se fijarán los posibles compradores del Lexus más potente de la historia Y lo cumple, porque los 477 caballos están ahí. Pero están de una manera ordenada, en perfecta formación para salir en cuanto el conductor los necesite. No hay desbandadas ni que pelear para que no se desboquen. Todo es, incluso lo más radical, como se espera en un Lexus, una sensación placentera.
Desde que uno se acerca al coche ya se da cuenta de que estamos ante un modelo de lujo, pensado y trabajado hasta el más mínimo detalle. Los asientos parecen bacquets de competición pero realizados en cuero y ofrecen la dureza justa al mismo tiempo que sujetan el cuerpo como los asientos de competición. La calidad de los acabados y los materiales está a la altura de lo que nos tiene acostumbrados la marca japonesa, es decir cerca de la perfección.
Interior de lujo… para dos
Tal vez apabulle un poco al entrar en el coche la aglomeración de botones que se ve en el salpicadero; pero según nos habituamos no parece sobrar ninguno. Tampoco sobra espacio para los ocupantes de las plazas traseras que tendrán que ser, por fuerza, de baja estatura o contorsionistas. Y por supuesto estar preparados para recorrer sólo unos pocos kilómetros y de forma ocasional. Pero es el precio a pagar por una carrocería coupé con otros muchos atractivos.
Por ejemplo los que tienen que ver con la estética; siempre muy opinables, sin duda. Pero lo que no cabe duda es que estamos ante un coche que llama la atención; con un estilo diferente a lo que ofrecen sus rivales. Porque si un BMW M4 mantiene los rasgos de sus hermanos de gama -aunque los acentúe- o un Audi RS5 potencia una línea ya conocida, o el Mercedes C63 AMG mantiene la misma línea que sus hermanos, este Lexus es diferente. Y esa diferencia le da un punto de exclusividad que sin duda valoran todos los que compran un deportivo.
Lo mejor, bajo el capó
Lo realmente importante de este modelo, sin embargo, está bajo el capó, bajo la chapa. Porque Lexus ha decidido empezar la vida de la familia RC por su modelo más llamativo; un poco empezar la casa por el tejado. Pero también es una declaración de intenciones. El RC F cuenta con varias características extraordinarias. Un motor V8 capaz de enamorar sólo con su sonido, pero también capaz de adaptarse a todo lo que pida el conductor.
Ya sea conducir con la ligereza y la suavidad de una pluma o con la contundencia de un martillo. Un chasis deportivo que lo aguanta todo y una cantidad de dispositivos y ayudas electrónicas absolutamente modulables, que permiten que cada conductor decida cómo quiere conducir y cuánto quiere controlar.
Así, por ejemplo, cuenta con cuatro modos de conducción: Eco, Normal, Sport S y Sport S+. Cada uno de ellos varía ligeramente aspectos como la respuesta al acelerador, la dureza de la suspensión, el régimen de giro para adaptarlo a lo que el conductor quiere.
TVD, ayuda mágica
Pero no es lo único que se puede modular. También cuenta opcionalmente con un diferencial vectorial de par TVD que integra el ABS, el VSA (control electrónico de estabilidad) o el control de tracción que se puede regular a voluntad. Cuenta con modo Normal, Sport, Off y Off Experto. A partir del modo Sport el coche da la prioridad a las decisiones del conductor y hace la electrónica menos instrusiva.
Y más capacidad de personalizar aún el comportamiento del coche gracias a un diferencial electrónico que reparte el par entre las ruedas traseras y que también cuenta con 3 posiciones: eslalon (prioriza la respuesta de la dirección), estándar (combina estabilidad y agilidad) y track en el que la agilidad es prioritaria.
Todos lo pueden conducir
Todo esto sirve para demostrar que el nuevo RC F puede ser conducido de mil maneras diferentes, desde como lo haría un tranquilo usuario dispuesto a ir con él al trabajo todos los días o como un piloto en circuito. Y en todas esas circunstancias facilita el trabajo, y mucho, a su conductor.
Lo demostró durante la toma de contacto -más de 300 kilómetros recorrimos con él por carreteras del interior de la provincia de Málaga y en todos y cada uno de ellos dejó impronta. Lo mismo circulas a 50 sin un tirón que llevas a cabo un adelantamiento en un segundo, pues su capacidad de tracción y de aceleración casi en cualquier condición es tremenda. Ayuda y mucho un cambio automático de 8 velocidades que cuenta con levas en el volante. En modo Eco o normal, su reacción no es inmediata, pero cuando seleccionamos Sport S o Sport S+ se nota un empuje inmediato con una reducción de dos marchas marcada por un sonido bronco, a V8 de verdad.
Comportamiento intachable
Y hay verdad en todo, en el comportamiento intachable, en el aplomo al enlazar curvas a alta velocidad, en un chasis que no protesta ante las inclemencias del asfalto. En unos sistemas de asistencia que están ahí para lo que se necesite pero que no se entrometen demasiado y dejan gran margen de libertad al conductor.A un conductor tradicional con corazón deportivo le apasionará. Y si subimos un escalón y nos metemos en circuito, la experiencia puede ser tremenda.
Eso hicimos en el circuito de Ascari, y allí el RC F dio respuesta a lo que ese otro tipo de clientes más radicalmente deportivos busca. Con una enorme suavidad y progresividad en sus reacciones incluso al conducir con menos ayudas mostró un carácter competitivo tremendo.
Es la doble cara de un modelo que en el otro lado ofrece lo habitual en Lexus, exquisito cuidado por el detalle, lujo, estilo… Llegará al mercado en febrero por un precio a partir de 86.500 euros, un precio en línea con el de unos rivales que tal vez tengan que empezar a afilar sus armas.