Cuando nos referimos a un todocamino en seguida nos viene a la cabeza un vehículo de imagen robusta, elevado respecto al suelo y, generalmente, con tracción total. Sin embargo, la realidad nos dice que la estética prima sobre la eficacia 4×4 a nivel de ventas y es en ese «resquicio» donde debemos situar a nuestro protagonista.
Tracción delantera pero suspensión neumática
Renuncia a la tracción total, pero es más que un simple 4×2. ¿Por qué? Sencillamente porque de serie cuenta con la sofisticada suspensión neumática Hidractiva III+ que, además de sumar puntos en confort al reducir los balanceos de la carrocería y neutralizar las irregularidades del firme como si fuéramos en una especie de alfombra mágica, también nos permite jugar con la altura de la carrocería respecto al suelo.
De salida marca distancias respecto a un Citroën C5 Tourer, pues se sitúa 15 milímetros más alto. Luego podemos elevar el conjunto otros 40 milímetros hasta los 40 km/h e, incluso, 60 milímetros si no pasamos de 10 km/h. Ya con 21 centímetros alejados del suelo se pueden superar obstáculos sin temor a darnos en unos bajos protegidos a medias por delante y por detrás.
Esto es más que suficiente para ese tipo de conductor que sale del asfalto un par de veces al año y su grado de exigencia «off road» se limita a una simple pista de tierra sin más. Además, cuenta con un control de tracción inteligente que detecta si nos movemos sobre barro o nieve para mejorar la motricidad.
Más a gusto en el asfalto
En su hábitat natural, el asfalto, el Citroën C5 CrossTourer se muestra confortable y ágil, ya que la tecnología Hidractiva III+ nos permite elegir entre dos tarados de suspensión, uno de corte «amable» y un segundo deportivo, además de rebajarse la altura del conjunto automáticamente al superar los 70 km/h para mejorar la aerodinámica y el centro de gravedad.
También de «serie» es el propulsor asociado a este modelo, pues sólo dispone del conocido motor diésel 2.0 HDI de 163 caballos. Sí podremos elegir entre un cambio manual o, como en nuestro caso, una caja automática por convertidor de par y seis relaciones muy agradable en su uso. Con esta configuración este crossover familiar de 4,83 metros de largo alcanza una velocidad máxima de 208 km/h y le hemos medido un paso de 0 a 100 km/h en 10,6 segundos.
Dicha caja de cambios presenta un programa deportivo y otro de invierno, así como función secuencial, pero sin levas en el volante. Este «tándem» mueve con cierta soltura el conjunto, aunque sin marcar referencias en cuanto a prestaciones. Recupera bien y, pese a ser todo un veterano, sigue siendo realmente refinado en marcha, aunque el consumo en ciudad se dispara un tanto (no hay sistema 'Stop/Start'). En ciclo combinado pasa de los 6,2 l/100 km homologados a 7,6 l/100 km.
Amplio y bien equipado
El interior quizás comienza a acusar el paso de los años, aunque ofrece una buena habitabilidad, mejor en cota de anchura que en espacio para las piernas detrás. Y el maletero, con 505 litros, también resulta amplio. Aunque para generoso el equipamiento de serie que porta, con detalles como el techo panorámico, las llantas de 18 pulgadas, una cámara de visión trasera, un sistema de navegación eMyWay…