La denominada firma luminosa de un coche hace tiempo que está adoptando una responsabilidad clave a nivel diseño. Los leds de luz día dibujan formas que normalmente se identifican con una familia de modelos o con toda una marca. Pero si hay una firma luminosa que de verdad ofrece una personalidad propia tanto delante como detrás, esa es la que ha adoptado el nuevo Renault Mégane, un modelo que estrena prácticamente todo menos el nombre. Es verdad que la personalísima y llamativa C de leds de los faros desaparece en esa versión Life casi virtual que se anuncia por 16.600 euros, sustituyéndose por un faro normal y corriente con seis puntos de led superiores, sin embargo en los otros cinco acabados, que serán los que de verdad se vendan en los concesionarios, esa referencia frontal es de serie y se convierte, junto con la línea de leds siempre encendidos que se inicia en los pilotos traseros, en la seña de identidad más importante de un coche cuyas formas han evolucionado hasta convertir al Mégane en un modelo más elegante y sofisticado.
Más grande y habitable
La cuarta generación del compacto francés es 64 mm más larga, 25 milímetros más baja y sus vías son las más anchas de entre sus rivales más vendidos. Esto ya de partida le otorga una presencia formidable que transmite dinamismo. Y falta el dato casi más importante, porque su distancia entre ejes crece hasta los 2.669 mm, 28 más que el Mégane actual y ligeramente por encima de la generosa batalla mostrada por el nuevo Opel Astra. También esta última cota se merece un comentario positivo ya que permite mejorar el espacio en las plazas traseras en 20 milímetros y aumentar el tamaño del maletero que pasa de los 372 a los 384 litros.
Los nuevos asientos, cuya carcasa se hereda de Espace y Talisman, no ofrecen la facilidad que tiene un VW Golf para alcanzar al segundo la posición idónea, pero sí que terminan gustando, sobre todo si van equipados de forma opcional con calefacción y masaje en el del conductor. Mención especial los de la versión GT que te abrazan e impiden que el cuerpo se mueva más de la cuenta en las curvas más pronunciadas.
Y ya que hablamos de curvas hay que decir que el nuevo Mégane nos ha sorprendido muy gratamente en el apartado dinámico. Y eso que se ha mantenido una arquitectura de suspensión tan sencilla como el conocido eje semirrígido sin ayudas que permitan adaptar la dureza a las condiciones de la vía. Ahora bien, los ingenieros de la marca han trabajado a fondo para optimizar los ejes y afinar su eficacia. Por ejemplo, se ha modificado la geometría del tren delantero, con un amortiguador más inclinado que en movimiento permite optimizar el juego entre el neumático y la aleta. También se han mejorado los amortiguadores y sus topes y los triangulos delanteros y las articulaciones traseras se han revisado para filtrar mejor con una ganancia importante en cuanto a confort vertical. Y un aspecto importante es que el travesaño del eje trasero se ha modificado para ofrecer mayores micro-giros de las ruedas traseras en las curvas.
Dinámico y muy confortable
El resultado de todo ello es un Mégane que gana en tacto, aplomo y facilidad de conducción sin que haya daños colaterales que afecten a los pasajeros. Ni siquiera en la versión GT de 205 caballos la casi obligada mayor firmeza de la suspensión ha sacrificado el confort y sin embargo se ha logrado un compromiso sorprendente entre la deportividad y el tacto GTI de un coche construido para devorar curvas y el agrado y confort que se le exige a un coche en el día a día. Pero este logro no ha sido responsabilidad exclusiva del buen calibrado de las suspensiones si no que también ha tenido mucho que ver el sistema 4Control de cuatro ruedas directrices de serie en esta versión y no disponible en ningún otro modelo. El porqué de montarlo solo en el GT y no el resto fue una pregunta que Motor 16 realizó en la presentación del coche en Lisboa, una cuestión de fácil y rápida respuesta: «queremos ver la reacción de los clientes ante el 4Control y si es positiva ir montándolo en el resto de modelos».
Pero no hace falta esperar para probarlo, nosotros ya lo hemos hecho y te podemos contar que proporciona al Mégane GT una dinámica sensacional que sorprende desde el primer giro. El sistema 4Control calcula el ángulo de las ruedas traseras más de 100 veces por segundo para garantizar una estabilidad optimizada en cada instante permitiendo que estas ruedas adopten un ángulo de giro y una dirección determinados en función de la velocidad y del modo elegido. Aporta mayor agilidad, elimina prácticamente el subviraje, mejora la manejabilidad a baja velocidad y aumenta el agrado y el placer de conducción independientemente del perfil de conductor. Tampoco va a ser obligatorio que el comprador del Mégane GT con 205 caballos y cambio automático de doble embrague EDC con grandes levas en el volante sea un auténtico 'quemado'. Porque el Mégane más potente no es un deportivo radical aunque sus prestaciones y su comportamiento estén al mejor nivel. No obstante en el momento del lanzamiento habrá cinco alternativas más asequibles que esta fiera del asfalto. En gasolina habrá TCe de 100 y 130 caballos y en diésel la oferta estará compuesta por tres motores dCi de 90, 110 y 130 caballos. En el mes de junio llegará un motor dCi biturbo con 165 caballos y cambio EDC de 6 velocidades asociado a la versión GT y durante el primer semestre habrá un cambio automático de doble embrague en los motores TCe de 130 caballos y dCi de 110. Y a todo ello se le sumará la versión híbrida en enero de 2017 (ver recuadro).
Además del Mégane GT nosotros hemos podido probar el dCi de 130 caballos con cambio manual, un motor de sobra conocido que alojado en el vano motor del nuevo Mégane vuelve a hacer un magnífico papel ya que estira en un suspiro hasta las 5.000 vueltas y su consumo medio homologado está al nivel de los mejores del segmento con 3,7 l/100 km de media. Aunque habrá una versión Eco2 con un consumo aún mejor de 3,3 l/100 km.
El nuevo Mégane sin las siglas GT transmite al volante el tacto familiar de la marca aunque más refinado, eficaz y agradable. Una sensación que también fluye de un interior cuidado y tecnológicamente muy avanzado con soluciones de personalización, conectividad y seguridad poco habituales en el segmento, heredadas de su hermanos mayores el Espace y el Talisman.
GT Line. Aprovecha la imagen del jefe
El nuevo Mégane contará con un nuevo acabado GT Line que se aprovecha de la estética del Mégane GT y del ADN de Renault Sport añadiendo también un tipo de acabado específico. El Mégane GT Line tiene un sobreprecio de 1.500 euros respecto al acabado ZEN y aparte de compartir con este el sistema R-Link 2 de serie con Navegación y pantalla táctil de 7 pulgadas, añade los asientos deportivos que lleva la versión GT, las llantas de aleación de 17 pulgadas Recaro también compartidas con el Mégane más potente, los retrovisores exteriores Dark Metal… Las versiones GT Line se pueden asociar al motor de gasolina Tce de 130 caballos y a los diésel dCi de 110 y 130 caballos y están disponibles desde 21.200 euros.
5 Estrellas en el EuroNCAP
El nuevo Mégane ha conseguido cinco estrellas en la prueba de choque de EuroNCAP. Una excelente puntuación gracias a que se ha valorado el 88 por ciento de efectividad lograda en la seguridad para un ocupante adulto, el 87 por ciento para ocupante infantil, un 71 por ciento en seguridad de cara al peatón y el mismo porcentaje a la hora de analizar el paquete de asistentes de seguridad. Hay que recordar que el nuevo Mégane ha conseguido el mismo resultado que su hermano el Kadjar, el Talisman o el Espace, cinco estrellas que llegan gracias a la completa dotación de sistemas de seguridad activa y pasiva que pueden montar los modelos franceses.
Híbrido diésel en enero de 2017
Renault ha anunciado que un año despues del lanzamiento de la cuarta generación del Mégane este modelo compacto contará con una versión híbrida de motor diésel denominada 'Hybrid Assist'. El motor elegido será el dCi de 110 caballos y gracias a las baterías de 48V, al motor eléctrico y a un sistema muy eficaz de recuperación de energía en las fases de desaceleración y de frenado, Renault pretende alcanzar unas emisiones de CO2 reducidas hasta los 76 g/km con un consumo homologado de 2,9 litros cada 100 kilómetros. Según la marca francesa, el sistema, en el que el motor eléctrico asiste al motor térmico, permitirá suministrar un plus de aceleración en algunas fases de utilización, sobre todo a bajo régimen y el motor térmico estará funcionando en todo momento.