El contrato se firmó en marzo de 1991. Volkswagen llevaba tiempo poniendo sus ojos en Skoda, un fabricante con solera e historia, pero que atravesaba por un complicado momento económico. El acuerdo inicial contemplaba la adquición de un 31 por ciento de la marca checa, por un valor de 620 millones de marcos alemanes. A partir de ese momento fueron tomando gradualmente el control hasta convertirse en el año 2000 en su único propietario.
El acuerdo ha sido fructífero y muy rentable para ambos. Cuando VW inició la adquisición Skoda, esta última sólo presentaba dos modelos en su gama, y su producción apenas alcanzaba las 200.000 unidades al año, enfocadas prácticamente al mercado regional. A día de hoy, el fabricante checo cuenta con una amplia y moderna gama de vehículos (ocho en total) que cubre prácticamente todo el abanico de necesidades, produciendo más de un millón de automóviles anuales, y con presencia en más de 100 países en todo el mundo.
Skoda, vital en la economía checa
La constancia y una inversión cercana a los 11.000 millones de euros desde 1991 han sido en parte la causa de este espectacular 'despegue' de Skoda. Su peso específico en la economía de la República Checa es demoledor, ya que significa el 4,5 por ciento del producto interior bruto del país, siendo responsable de prácticamente el ocho por ciento del total de las exportaciones checas.
Mucho han cambiado las cosas desde entonces. Cuando Volkswagen tomó el mando se encontró con el Skoda Favorit, un vehículo moderno, con tracción delantera, que se transformó en 1994 en el Felicia. Pero fue en 1997 cuando vio la luz el primer vehículo desarrollado exclusivamente por los 'alemanes'. Se trataba del Octavia, modelo que compartía plataforma con el Golf y heredaba gran parte de su tecnología. Desde entonces la gama se ha ido ampliando hasta fabricar vehículos del calado del Superb.