El nuevo acabado SportLine dinamiza el aspecto y la dotación del Superb, tanto con la carrocería berlina como en su variante familiar Combi, 1.300 euros más cara. Y podemos elegir entre tres motores, de los cuales parece más lógico el diésel, un 2.0 TDI de 190 CV disponible en tres formatos: manual, automático DSG y automático DSG con tracción 4×4. Pero las mecánicas de gasolina pueden adaptarse a quienes hagan menos kilometraje anual, destacando el 1.8 TSI de 180 CV por su ajustado precio -39.260 euros con carrocería Combi- y el 2.0 TSI de 280 CV por su temperamento, que cuadra bien con la imagen rejuvenecida de los Superb SportLine.
Y es que el exterior se personaliza con unas llantas de 18 pulgadas -en opción se ofrecen las de 19 de nuestra unidad, con neumáticos de perfil 40-, diseño específico para spoiler frontal, marco de la parrilla y faros antiniebla, retrovisores negros, difusor posterior en ese mismo color, cristales Sunset oscurecidos y, en el caso del Superb berlina, alerón trasero negro. Además, también se redecora el amplísimo habitáculo -los tres pasajeros de la segunda fila viajan como señores-, siendo protagonistas el volante y los asientos deportivos, los pedales de aluminio o las inserciones en fibra de carbono; al margen de un equipo de serie muy completo, pues respecto al nivel Ambition -no disponible para los 1.8 TSI y 2.0 TSI- suma faros bixenón, tecnología LED para luces diurnas, ópticas traseras e iluminación interior, portón eléctrico, instrumentación con display en color, selector de programas de conducción Drive Mode, navegador, control por voz, techo corredizo de cristal y asistentes de seguridad como la alerta por cambio involuntario de carril, el sensor de ángulos muertos o el Park Distance Control. Y si echamos de menos algo, podemos tirar de la larga lista de opciones, a precios lógicos.
Familiar pero deportivo
En cuanto al conjunto mecánico, teníamos ganas de que Skoda se decidiera a traer a España la versión 2.0 TSI, un motor con inyección mixta -alimentación directa o indirecta según la situación- que suena de cine y empuja mejor. Los 280 caballos están ahí desde 5.600 rpm, y el par máximo es constante de 1.700 a 5.600 vueltas. O sea, prácticamente siempre. Porque, además, la caja DSG reacciona con prontitud en cuanto aceleramos. Si añadimos a eso que el Superb no es pesado y que la tracción total evita cualquier pérdida de motricidad, el resultado es incluso mejor del esperado en cuestión de prestaciones. Porque un enorme familiar de 4,86 metros y con un maletero de 660 litros se transforma casi en un deportivo, capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 5,6 segundos -la firma checa anuncia 5,8- o de recuperar de 80 a 120 km/h en 3,9 segundos.
Son valores dignos de un hipotético 'Superb RS', aunque Skoda hace bien en no llamarle así porque su puesta a punto final no es radical. El acabado SportLine implica chasis deportivo y diferencial electrónico XDS, pero en un conjunto tan brioso tendría cabida una suspensión aún más firme y unos frenos con más mordiente para redondear un conjunto en el que sólo desentona el gasto, bastante alto.
La clave
Todavía hay usuarios que arquean las cejas por incredulidad cuando leen o escuchan maravillas de un moderno Skoda. Aquí no estamos para convencer a nadie, sino para contar nuestras experiencias. Y coches como este Superb Combi con motor de 280 CV, tracción total y cambio DSG refuerzan nuestro asombro.