A Marruecos siempre se vuelve. Es un país que deja huella y engancha porque una vez que se visita, siempre quedan ganas de volver. El desierto tiene magia, los paisajes lunares de las zonas más despobladas se quedan grabados en la retina, y las dunas de Merzouga, esas montañas de arena de color dorado que se avistan a decenas de kilómetros, son un espectáculo misterioso cuyo atractivo aumenta cuando se pueden recorrer en coche.
Marruecos es una tierra de contrastes y lamentablemente también un país con muchas carencias y zonas muy deprimidas y de gran pobreza. Sin embargo gracias a Asociaciones como la del Desierto de los Niños (www.desiertoninos.com), o la Fundación Alain Afflelou, la ayuda llega de verdad a quien lo necesita y las aportaciones se transforman en recursos que enseguida se convierten en guarderías, colegios, ropa, comida?
Para vivir todo esto sobre el terreno Hyundai organiza cada año un viaje en coche para familias con niños. Un viaje que combina un recorrido por lo más representativo del país sin olvidar la parte solidaria y una gran dosis de aventura ya que parte del kilometraje se realiza fuera del asfalto por pistas, ríos de arena e incluso por las dunas. Se trata de que los más pequeños (y también los adultos), esos que viven cómodamente en las grandes ciudades rodeados de lujos y comodidades y casi siempre aislados de las crudezas del mundo, conozcan de primera mano un país de paisajes tan espectaculares como Marruecos, pero también de que conozcan en persona cómo viven los niños de las zonas más desfavorecidas y valoren más todo lo que poseen potenciando a su vez ese lado solidario que les debe llevar a compartir y a ser generosos con los que no tienen nada.
Y desde luego el objetivo se cumple con creces porque en Marruecos todavía queda mucho por hacer en cuanto a labores de ayuda se refiere y estas asociaciones se lo ponen muy fácil al viajero. Un viajero que desde que cruza la frontera se va a sorprender de mil formas. Desde la hospitalidad, amabilidad y respeto que muestra el marroquí para con los visitantes, hasta la diversidad de sus paisajes que pasan de un paisaje montañoso y nevado en invierno en las estribaciones del Atlas, que bien podría pasar por Suiza, a en muy pocos kilómetros pasar a un espacio desértico con todos los ingredientes que lo caracterizan, como altísimas temperaturas, dunas de hasta 200 metros de altura, polvo, muy poca vegetación y muchos ríos de arena. La ruta-travesía que realiza Hyundai recorre Marruecos de norte a sur durante 8 días. Se apuntan todo tipo de vehículos de marcas dispares pero la prensa viaja a bordo de Hyundai Tucson y Hyundai Santa Fe con la única preparación de una buena protección de los bajos a base de una chapa metálica y unos neumáticos especiales Kumho M+S Road Venture APT.
Hyundai Tucson y Santa Fe. Sin límites
Y lo cierto es que en esta edición 2017, en la que se han batido todos los récords de asistencia, con 61 vehículos y 207 personas, los coches se han portado de maravilla. Mejor dicho, los Hyundai de Prensa y Organización han dejado el pabellón muy alto frente a modelos todoterreno de raza, porque en ningún momento han dejado de hacer nada que ellos pudieran hacer. Desde superar sin despeinarse kilómetros y kilómetros de ríos de arena, hasta subir por escarpadas pendientes repletas de riscos cortantes, pasando por bailar a placer por las arenas movedizas de las dunas más bonitas y cercanas a España.
El secreto para hacer dunas o ríos de arena en estos Tucson y Santa Fe de tracción total y motor 2.0 CRDI de 184 caballos o 200 caballos, no es otro que desinflar los neumáticos a 0,8 bares de presión, desconectar el control de estabilidad, bloquear el diferencial central y situar la palanca del cambio automático en modo manual alternando la primera y la segunda marcha. Eso, un poquito de intuición y no pretender ser más listo que nadie permitió a la mayoría de los miembros de la caravana divertirse con seguridad en numerosas ocasiones. Aunque desde luego no faltó quien, algo despistado en un primer momento, se quedó atascado en la arena requiriendo la ayuda de muchas manos y la actuación experta de los simpatiquísimos hermanos Jorge y Pablo Saiz con su coche de intervención rápida.
Labor aparte la de Nacho Salvador y Ana Martinez, responsables del viaje, de la Asociación Desierto de los Niños y grandes conocedores de Marruecos y todos sus secretos. Ellos han sabido impregnar cada poro de los viajeros de ese sentimiento solidario que sí o sí se apodera de ti cuando viajas a ese país del sur que siempre agradece la labor humanitaria de los visitantes.
La ayuda que proporciona 'ADN'
La denominada Asociación Desierto Niños (ADN) se ha volcado en la educación de los más pequeños a través de la creación de dos escuelas y un taller de costura para mujeres viudas en las poblaciones de Arfoud y Aoufouss. Todas estas iniciativas cuentan con el apoyo del gobierno marroquí. Además, ADN ha financiado la totalidad de la reconstrucción y equipación de la guardería del pueblo Ksar Oled Mbarek, situado en el palmeral de Erfoud. En 2016 ADN asumió el coste de la equipación y decoración de una guardería para niños, situada en el pequeño pueblo de Ksar Oulad Bouziyane, dentro del palmeral, así como de la realización/adecuación de aseos para los niños, cambiando radicalmente el entorno donde los niños pequeños pasan unas cuantas horas al día.
Además, la Asociación reparte mochilas reflectantes entre los niños de forma habitual. Y en este último viaje, la caravana de participantes del Desierto de los Niños tuvo ocasión de visitar la Asociación Tadart Nirahalem, Casa de Nómadas, donde nos recibía Cristina Aisha, una educadora social de origen español que ha establecido su residencia en esta zona desfavorecida y está sacando adelante una Escuela Nómada de nómadas que han dejado de serlo y que viven ya de forma permanente en aldeas cercanas a las dunas de Merzouga. Allí, donde próximamente ADN ayudará a ampliar la edificación ya existente, los niños van a clase a diario y Cristina se encarga de que no falte un profesor que les de clase. Cuando tiene medios, Cristina también provee a los habitantes de esas aldeas de productos frescos.
Fundación Alain Afflelou
Por su parte los seis voluntarios de la Fundación Alain Afflelou graduaron la vista durante los días que duró el viaje a muchísimas personas. De hecho, solo en los pueblos de Ahbibat y Chyahena, situados en los Palmerales de Erfoud, ayudaron a ver mejor a los 760 niños y adultos que más lo necesitaban . Todo un récord en la historia de las 10 ediciones de la Fundación en este viaje solidario. Los voluntarios, con la inestimable ayuda una vez más de de Choukri Younes y Said Ben Mbark, de la Fundación Marroquí para la Ayuda de Personas con Dificultades Visuales, vivieron casos realmente especiales. ?Una chica de unos 30 años y con 16 dioptrías, que nunca había usado gafas graduadas, se emocionó tanto al poder ver bien con las gafas de prueba que se puso a llorar?, contaba Raquel Ortega, de ALAIN AFFLELOU en Los Barrios (Cádiz).