En el Stelvio diésel, los ingenieros han conseguido que el sonido y las vibraciones que llegan al habitáculo se reduzcan notablemente respecto al Giulia. Y parece ser que la siguiente evolución de la berlina adoptará esas mejoras.
Los 210 caballos y el magnífico funcionamiento del cambio automático ZF de 8 marchas convierten a esta opción en una magnífica alternativa que aporta prestaciones más que suficientes y un consumo para no echarse a temblar. Desde luego no tiene el refinamiento ni el sonido deportivo en modo Dynamic del motor de gasolina de 280 CV; sin embargo, acelera de 0 a 100 km/h en 6,6 segundos -7,9 el Audi Q5 2.0 TDi 190 quattro S tronic- y alcanza una velocidad máxima de 215 km/h. Y el consumo sorprende. De hecho, durante la presentación en Saint Moritz, por carreteras repletas de curvas y con fuertes desniveles, medimos un gasto real con el Stelvio de gasolina de 16 l/100 km, mientras que el diésel fijó el promedio en unos envidiables 7,9 l/100 km, aunque no hay que olvidar que el consumo medio homologado por la marca es de 4,8 l/100 km.
El chasis del Giulia
Nos ha gustado el motor turbodiésel más potente -habrá también uno de 180 CV-, pero lo que en realidad nos ha convencido más ha sido el comportamiento de este SUV deportivo. Y lo ha hecho porque sin necesidad de recurrir a una suspensión regulable, que llegará más adelante como opción, el Stelvio muestra un tacto que maravilla por su compromiso entre confort, agarre y ausencia de balanceos. Pero no es de extrañar, ya que el Stelvio utiliza el mismo chasis del Giulia, cuya dinámica nos pareció excepcional. Además, es el que menos pesa de su clase -desde 1.604 kilos- y el reparto de pesos es un perfecto 50:50.
Y un dato importante -que Alfa no ha aireado demasiado pero dice mucho de la nueva filosofía- es que desde diciembre de 2016 la marca italiana ofrece cuatro años de garantía sin límite de kilómetros en todos sus modelos. La ofrece su división Mopar, e incluye la asistencia en carretera.
