Más cerca de Range Rover, pero sin renunciar a la genética 'off road' de Land Rover. Para explicarnos: el nuevo Discovery se remata con más calidad, abandona su silueta 'cuadriculada' por unas líneas más aerodinámicas y cuidadas, se rodea de una tecnología que abruma e incrementa claramente su confort de marcha, virtudes inherentes a sus parientes en Range Rover; aunque por las malas se convierte en un verdadero 'tanque' al que pocos obstáculos se le resisten. Son las dos caras de un vehículo redondo.
Se ha sometido a una dieta que trae consigo un ahorro de peso de hasta 480 kilos, mejorando su dinámica y los consumos, aunque las inercias siguen siendo considerables. En asfalto gana puntos, pero no goza de la agilidad de rivales del calibre del Porsche Cayenne o el Maserati Levante.
Tracción total
La cosa cambia en el ámbito 'off road', donde es la mejor opción entre los SUV familiares de gran tamaño. Aliados como la tracción total, el sistema Terrain Response 2 -que optimiza la motricidad sobre diferentes superficies-, el asistente All Terrain Progress Control -que permite fijar una velocidad constante para que sólo tengamos que preocuparnos de la dirección-, la suspensión neumática y la caja reductora -que son de serie con los motores V6-, el sensor de vadeo, el bloqueo del diferencial trasero… ayudan a superar obstáculos sin esfuerzo, como pudimos comprobar en un original escenario montado en una mina subterránea.
El interior resulta amplio y es una garantía en modularidad. Disponible con cinco o siete plazas, las de las filas segunda y tercera se pueden abatir de manera eléctrica. Pero a la tercera fila no se accede cómodamente.
El nuevo Discovery ya está disponible con cuatro opciones mecánicas, todas ellas asociadas a una caja automática de ocho relaciones y a la tracción total. Lo dicho, cada vez más Range Rover…