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Al motor de Alonso le faltaron 21 vueltas

Fernando Alonso se ha vuelto a sentir piloto ganador durante las dos últimas semanas, las que ha pasado en Indianapolis preparando su participación en las 500 Millas. Y sobre todo se ha sentido ganador en la carrera, donde ha podido pelear en los puestos de arriba con pilotos mucho más experimentados en este tipo de trazados, pero demostrando que en él hay un potencial ganador de las 500 Millas. Algo que podría haber ocurrido este mismo año, en su debut, de no mediar una rotura de motor -esa maldición que le persigue esta temporada- a falta de 21 vueltas para el final y cuando rodaba en séptima posición.

Pero con ser dolorosa esta retirada, el campeón español se despidió con humor de Indianapolis. En la rueda de prensa, Luis García Abad, manager de Fernando Alonso, se acercó a él para darle un pequeño 'brick' de leche -la bebida con la que se celebra en el podio la victoria-. El piloto español lo abrió antes de decir. «Una última cosa. Gracias a todos los medios. No gané, pero voy a beber un poco de leche. Me habéis seguido cada minuto de estas dos semanas, pero realmente he disfrutado. Gracias por la bienvenida. Os veré en Austin». No era la leche que bebió Takuma Sato, el ganador, pero durante una buena parte de la prueba, parecía que esa botella podía ser suya ante su actuación en las 500 Millas. No le dejó el motor Honda, pero a Alonso le quedó el consuelo de que murió matando.

«Hubo momentos mejores que otros, pero me sentí muy competitivo en todas las fases de la carrera, Helio y otros tuvieron fortuna con las banderas amarillas, porque en una carrera sin problemas, Ryan, Sato y yo hubiéramos estado media vuelta por delante de los demás», explicaba Alonso al final de la carrera. Y es que entre los triunfadores de estas 500 Millas está Honda, que se ha impuesto a Chevrolet (el otro suministrador de motores) a costa de «hacer motores más potentes aunque pudiera influir en la fiabilidad», como comentaba Michael Andretti. Y eso, al final ocurrió. Honda ganó a un fabricante americano pero sacrificando algunos peones. Y la lástima es que Alonso fue uno de ellos.

Su actuación ha sorprendido

La actuación del español ha levantado admiración en el público americano, pero también entre los pilotos y comentaristas: ?Profesionalmente no me ha sorprendido, pero la forma en la que se ha adaptado para correr en la carrera, con las paradas, repostajes, banderas amarillas, banderas rojas, muchas situaciones a las que no estaba acostumbrado», explicaba Zak Brown, el presidente ejecutivo de McLaren. «No ha cometido ni un solo error, este pista atrapa a los rookies, pero él parecía un profesional durante todo el mes». Y esa profesionalidad le podía haber llevado a la victoria. De hecho, Michael Andretti, responsable del equipo, ya se había puesto en contacto con Alonso por radio para preparar la estrategia para luchar por la victoria. 

Más reacciones de asombro con Alonso las protagonizaban dos de los comentaristas de televisión, los ex pilotos Eddie Cheever (ganador de la carrera) y Scott Goodyerar (que fue segundo en dos ocasiones). Desde las primeras vueltas de su narracción para un canal de televisión, solo hablaban de Alonso, y con gran admiración. Su agresividad y confianza en el tráfico y su seguridad para adelantar por dentro y por fuera resultaba sorprendente para ambos. 

Y en cuanto a si pudo ganar la carrera, el propio Alonso lo explicaba «Hay que tener suerte en algunos momentos, pero incluso con las banderas amarillas estábamos en el grupo (por la victoria). Sabíamos que las últimas vueltas serían intensas, pero cuidé los neumáticos delanteros en el último relevo porque sabía que la carrera se iba a decidir en las últimas vueltas, así que tenía algo en el bolsillo para el final». Pero cuando Alonso pasó al último ataque, murió su motor. «Vine para probarme, para desafiarme, sé que puedo ser tan rápido como cualquiera en un Fórmula 1, no sabía si podía serlo en un Indycar, y fue magnifico sentir esta sensación competitiva», explicaba al final de la prueba un piloto que ha vuelto a oler sangre de victoria. Y que se llevaba algo imborrable: Liderar las 500 Millas.