Nuestros protagonistas no inventan nada realmente, pues casi desde el nacimiento del fenómeno SUV ha habido productos de personalidad marcadamente deportiva, dirigidos a amantes de la conducción que por unas razones u otras decidieron en su momento subir unos pocos centímetros de altura su punto de vista. Y eso afecta a vehículos todocamino o crossover de cualquier talla, con ejemplos entre los más pequeños como el Nissan Juke Nismo RS de 218 CV o el dúo de BMW formado por X5 M y X6 M, entre los grandes. Audi y Mercedes también miman desde hace tiempo el selecto club de los SUV más dinámicos, como prueban sus radicales RS Q3 y GLA 45, con 367 y 381 CV respectivamente. ¡¡Mamma mia!!
Y teniendo en cuenta los valores de potencia de sus 'hermanitos', nuestros dos protagonistas casi parecen vehículos moderados, pues el SQ5 de Audi se conforma con 354 CV y el GLC 43 de Mercedes-AMG se queda en 367. Aunque de moderados, poco; por más que la firma de la estrella ya tenga listo un GLC 63 de hasta 510 CV y la casa de los cuatro aros deje abierta la puerta a un problable RS creado a partir del Q5.
Un turbo frente a dos turbos
Pero centrémonos ya en las máquinas que nos ocupan esta vez. Por un lado tenemos el SQ5, que en esta nueva generación sí estará disponible en España con motor de gasolina, pues la versión 3.0 TFSI del modelo anterior se reservaba a otros mercados. Y a nuevo modelo, nueva mecánica, pues aquel V6 sobrealimentado por compresor deja paso a un nuevo V6, también de tres litros, dotado de un turbocompresor 'twin scroll', en el que los gases de escape procedentes de cada bancada de cilindros fluyen de forma separada por el colector de escape y en la carcasa del turbo, y sólo se unen al llegar a la turbina. Entre eso y que el turbo va dentro de la 'V' para reducir el trayecto de los gases, la respuesta es casi instantánea y hay mucha progresividad en la entrega de energía: el par máximo, de 51 mkg, es constante de 1.370 a 4.500 vueltas, y los 354 CV de potencia están disponibles durante un régimen de 1.000 rpm, entre 5.400 y 6.400 revoluciones.
Pero el GLC 43 no se queda atrás, y su V6 de tres litros puesto a punto por AMG, y dotado también de inyección directa, no recibe un turbo, sino dos. Y también cerca de las bancadas de cilindros para agilizar la respuesta, lo que se complementa con la tecnología Nanoslide, probada en el monoplaza de Fórmula 1. De hecho, las cifras logradas en el Mercedes superan las del Audi, pues el par alcanza los 53,1 mkg ?de 2.500 a 4.500 rpm? y la potencia es de 367 CV entre 5.500 y 6.000 vueltas.
Fríos datos a un lado, lo cierto es que si el motor de Audi empuja de cine en todo momento y desata un gran brío si aceleramos con ganas, el del Mercedes-AMG es todavía más brutal. Se le nota más 'lleno', aunque también más rudo. Es decir, se hace más presente en el exterior y en el interior, de modo que transmite mayor deportividad pero resta confort. Nuestro sonómetro midió 37,7 dB al ralentí en el habitáculo del SQ5 y 43,2 en el GLC 43, y a 140 km/h la diferencia continúa: 68,8 db en el Audi y 71,6 en su rival. Y aunque 3 decibelios no parecen tanto, en realidad sí lo es, porque la rumorosidad se va duplicando cada 10 dB de incremento.
Sensaciones más bestias en el Mercedes
En cuanto a rendimiento puro, conviene puntualizar antes varias cosas en torno a capítulos que tienen su influencia en las prestaciones. Por ejemplo, que el SQ5 pesa 1.945 kilos en orden de marcha y que el GLC 43 Coupé se queda en 1.855. O que frente al cambio Tiptronic de 8 marchas del Audi, el Mercedes-AMG propone su 9G-Tronic de 9 velocidades. Si estuviésemos hablando de automovilismo deportivo, un piloto tendría claro cuál de los dos modelos escoger: el que da más potencia y par, el que pesa menos y el que tiene un cambio con más relaciones; es decir, el GLC 43. Además, anuncia una aceleración de 0 a 100 km/h en 4,9 segundos, por los 5,4 oficiales del SQ5. ¿Sentenciará nuestro Correvit en idéntico sentido?
La respuesta es sí, pero os confesaremos también que la diferencia real entre uno y otro quizás no sea tan abultada como las sensaciones indicaban a pie de pista. Porque el GLC corre como un poseso, y lo parece, y el SQ5 corre casi tanto, pero filtra mejor su vertiente más radical. No obstante, vayamos a las mediciones, que en modelos tan de 'tifosi' tienen su relevancia. El GLC necesitó 5,352 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h, por los 5,639 del Q5 -usamos milésimas porque en este tipo de vehículos llegan a ser decisivas-, mientras que el Mercedes cubre los primeros 400 metros con salida parada en 13,6 segundos, y en 13,8 el Audi. Y si nos colocamos a un kilómetro del punto de partida, verá primero nuestra hipotética bandera ajedrezada el GLC, que pasa por ahí -lanzado ya a 211 km/h- en 25 segundos exactos, cuatro décimas antes que el Q5, que por el mojón de los 1.000 metros va ya a 204 km/h.
Pero como sabemos que semejante ejercicio no es habitual en nuestras carreteras, mejor será atender a otros más frecuentes: las recuperaciones de velocidad y los adelantamientos. Y ahí sigue imponiéndose el Mercedes-AMG, aunque por unas pocas décimas en todas las mediciones. Por ejemplo, para pasar de 80 a 120 km/h requiere sólo 3,428 segundos, por los 3,672 del Audi. Y eso les define como vehículos muy seguros, pues incluso los camiones con remolque de mayor longitud pueden ser rebasados en un suspiro.
No creemos que las diferencias descritas deban ser determinantes, aunque para gustos… los colores. Y más aún si consideramos que el motor V6 Biturbo de AMG, además de generar más ruido, 'bebe' más. Y eso ya es decir, porque el Audi no es precisamente un mechero. A la vista de sus datos oficiales debía haber más igualdad, pues el SQ5 homologa 8,3 l/100 km -8,5 con las llantas de 21 pulgadas de nuestra unidad- y el GLC 43 publicita 8,4 litros, pero en la práctica se ha ido el Audi a 10 litros exactos, y a 11,7 el Mercedes. Y como éste tiene un depósito algo más pequeño, su autonomía en largos viajes se resiente: unos 130 kilómetros menos entre repostajes, según nuestros cálculos.
Muy rápidos y muy seguros
Lo que sí garantizamos es que cada kilómetro cubierto con uno de nuestros protagonistas proporcionará satisfacciones extra, pues no sólo son muy rápidos sino que todo el conjunto funciona en consonancia. Para empezar, ambos recurren a la tracción total -Quattro en Audi y 4Matic en Mercedes-, y por eso decíamos al principio que la motricidad en las cuatro ruedas también vale para carretera. Porque para trasmitir tantos caballos al suelo conviene usar ambos ejes, incluso si el firme está seco. Y no digamos ya cuando llueve o el frío es intenso.
Además, en ambos modelos la tracción total ha sido personalizada para que combine seguridad con deportividad. Lo que ya no parece tan recomendable es circular por caminos a buen ritmo, pues los neumáticos elegidos tienen poco perfil y el 'disgusto' acecha. Y ojo con eso, porque el GLC no ofrece rueda de repuesto y en el SQ5 la opcional es de tipo hinchable, es decir, de las que hay que sacar e inflar antes de su montaje.
Lo que no quita que para cortos trayectos 'off road' a baja velocidad y elevando la altura libre al suelo -la suspensión neumática es de serie en el Mercedes y opcional en el Audi- sí sirvan perfectamente.
Pero regresemos a la carretera y sigamos analizando estos dos SUV 'enamorados' del asfalto. Si la tracción es perfecta, también la suspensión hace su trabajo con eficacia, y el paso por curva puede llegar a ser rapidísimo. Vamos más altos que en un turismo y hablamos de conjuntos que se aproximan a las dos toneladas, lo que exigirá una fase de aclimatación a las nuevas sensaciones, pero una vez habituados comprobaremos que SQ5 y GLC 43 serpentean como pequeños 'GTI', ayudados en nuestro caso por unas gomas opcionales muy vistosas y que se agarran como lapas en apoyos extremos, pero que se nos antojan algo exageradas. Y conviene pensar en la reposición, siempre más cara con llanta muy grande.
En el excelente comportamiento general, que permite afrontar carreteras de montaña esbozando una sonrisa, juegan su papel unas direcciones que en ambos casos merecen alabanzas: rapidísimas, precisas, con un tacto que va variando en función de la velocidad y del programa de conducción seleccionado: en el GLC 43, el Dynamic Select da a elegir entre Eco, Comfort, Sport, Sport Plus e Individual, mientras que el Audi Drive Select se compone de Efficiency, Comfort, Auto, Dynamic, Individual y Offroad. Y los frenos también se muestran al nivel esperado, salvo que nos obsesionemos con 'achicharrarlos', porque los milagros no existen y si llevamos las cosas al límite durante muchos kilómetros empezaremos a notar síntomas de fatiga en los dos. Y es curioso, porque el SQ5, que pesa más, monta unos discos delanteros algo más pequeños ?350 milímetros contra los 360 del GLC 43? y no tenía tanta rueda detrás ha frenado un poco mejor que su oponente: desde 120 km/h se paró en 51,2 metros, mientras que el Mercedes-AMG, que también ?echa el ancla?, se fue a 52,4 metros.
Mejor acomodo en el Audi
Abandonamos la carretera y nos detenemos un instante para estudiar otros capítulos clave de nuestros protagonistas. Como las carrocerías. La del GLC Coupé escogido para nuestra prueba -el rival directo del SQ5 sería el GLC 'normal'- es más larga y ancha que la del SUV de Audi, pero también más baja. Entre eso y que el segundo Q5 no difiere excesivamente del primero -hablamos de estética-, hemos apreciado que el de las estrella hacía girar más cabezas a su paso por la calle que el de los cuatro aros. Ahí no entramos.
Sí debemos 'mojarnos' en otras cuestiones menos subjetivas, como la habitabilidad. Y pese a ser más corto y estrecho por fuera, el Q5 presume de un interior más amplio: 25 milímetros más de anchura delante y 40 detrás -cinco adultos se acomodan mejor en el Audi-, y 30 milímetros extra de altura en la segunda fila. Y es que el perfil coupé, con techo muy descendente -y sin limpialuneta trasero, por cierto-, pasa factura al GLC Coupé, con 90 centímetros de altura al techo -cota suficiente, por otro lado- frente a los 98 de un GLC normal. En cuanto a distancia para las piernas detrás, ventaja para el Mercedes, con 15 milímetros más cuando va un conductor de 1,75 al volante. Y en ambos el túnel central es voluminoso, lo que resta confort al quinto ocupante.
No acaba ahí la cosa, pues el SQ5 ofrece banqueta trasera corredera -se desplaza 10 centímetros-, lo que sirve para equilibrar espacios entre habitáculo y maletero, pues este último puede crecer de los 550 litros originales a 610 manteniendo las cinco plazas. El GLC, sea cual sea su carrocería, ofrece también 550 litros, de manera que cualquiera de nuestros protagonistas permite viajar con bastante equipaje. Y los dos vienen de serie con respaldo posterior 40:20:40, aunque nos gusta más la zona de carga del Audi por dos razones: el plano de acceso queda mucho más bajo ?85 milímetros de diferencia? y hay portón eléctrico de serie.
Audi mejor equipado
Y es que el SQ5, cuya factura es 3.100 euros más alta que la del GLC 43 Coupé, está mejor dotado; aunque algunas cosas que vienen de serie en el Mercedes obligan a pasar por caja en Audi. Es el caso de la suspensión neumática antes citada -1.230 euros- o de la práctica cámara de visión trasera -otros 530 euros que sumar al SQ5-. Pero el Audi trae de serie navegación, asientos delanteros eléctricos, sensores de aparcamiento delante y detrás, portón automatizado y airbag laterales traseros, elementos que traducidos a ?opciones Mercedes? suponen un mínimo de 8.000 euros. Y eso tirando por lo bajo, pues el SQ5 equipa de serie llantas de 20 pulgadas -si queremos cambiar las de 19 del GLC 43 por unas de 20 hay que pagar 1.223 euros más- y el SUV de la estrella monta de serie una tapicería llamada 'símil de cuero Artico', mientras que el de los cuatro aros incorpora una de Alcántara y piel. Si deseamos tapizado cien por cien cuero en ambos, para el Audi hay que preparar 635 euros, y 1.857 en el Mercedes.
Lo que sí criticaremos en los dos modelos, pertenecientes a dos de las marcas mas avanzadas en tecnologías de seguridad, es que una buena parte de los asistentes de conducción ofrecidos sean opcionales. Pero a golpe de talonario podemos solucionarlo, como casi siempre.
Sólo nos falta hablar de acabado, de materiales o de calidad general. Y aquí se anota el triunfo parcial Audi, que una vez más supera a la marca que durante décadas fue referencia en esa faceta. Pero igual que un A3 parece mejor hecho que un Clase A y un A4 transmite mayor sensación de robustez que un Clase C, el nuevo Q5 está un punto por encima del GLC. Y eso que el modelo de Mercedes-AMG, por sus acabados específicos, resulta más refinado y apetecible a la vista que un GLC de mecánica convencional. Aún así, le dejamos por debajo de su rival no tanto por apariencia o tacto de plásticos, sino porque hay más ?crujiditos? generales, incluso circulando por buen firme. Y al probar días después el GLC 43 de carrocería normal observamos algo parecido. Nada grave, desde luego, pero tratándose de productos 'premium' es llamativo.