Nunca hablo de estética, porque es un terreno muy personal, pero sí me refiero a veces a lo que 'noto' durante los siete días que suelen durar nuestras pruebas. Y diré que con el nuevo Rio he pasado bastante desapercibido, probablemente porque su imagen es continuista respecto al modelo anterior. Eso no es ni malo ni bueno, aunque podría conducir a algunos a cuestionarse si este Rio es nuevo o se trata sólo de una profunda remodelación. Y la respuesta es 'nuevo'. De arriba abajo.
De hecho, hasta la plataforma es nueva -contribuye a mejorar la rigidez y a aligerar el conjunto-, aunque las dimensiones son parecidas a las del Rio precedente: misma anchura, 15 milímetros más de longitud, 10 más de distancia entre ejes y 5 menos de altura. Pero se han 'redistribuido' los voladizos, de modo que crece el delantero, para alargar el capó, y se acorta un poco el trasero. Así las cosas, si ponemos el nuevo junto a su antecesor sí se aprecia más la evolución, que da como resultado un coche más 'plantado' sobre el asfalto y con la luneta posterior más vertical.
Lo que sí nos parece meritorio es que con una talla exterior tan similar se haya progresado tanto en el interior, pues el maletero anuncia 325 litros, frente a los 288 anteriores. No es el más grande de su clase, pero está entre los mejores utilitarios a la hora de cargar equipaje. Y el espacio para pasajeros también es notable, destacando por el equilibrio de todas las cotas: altura muy generosa delante y detrás, anchura correcta en la segunda fila para acomodar a dos adultos, suficiente hueco para piernas… Tampoco es la referencia de su clase, pero no desmerece.
Además, el diseño del habitaculo se ha modernizado, destacando la pantalla 'flotante' de 7 pulgadas que preside el salpicadero -con navegador en la versión intermedia Drive probada- o la botonera en la consola, que incluye los mandos de climatización. Y si la ergonomía del anterior Rio ya era buena, ahora mejora porque se orienta levemente el cuadro de mandos hacia el conductor. Buena visibilidad en todas direcciones -el pilar trasero es 15 milímetros más estrecho que antes-, asientos cómodos, abundantes huecos para colocar cosas… Un coche cómodo para el día a día.
Y cumple por calidad en líneas generales, pues aunque los plásticos duros abundan -sólo es mullida la tapa del cofre central-, éstos dan sensación de robustez y no se detectan rebabas o desajustes. Pero nos gustaría que la alfombra del maletero transmitiera más refinamiento y no se descolocara; o que los faros -hay luces antiniebla con función de iluminación en curva- fuesen más potentes.
Decir, en este sentido, que el acabado Drive ya ofrece un generoso equipamiento de serie, con ocho airbag, ayuda al arranque en cuesta, cámara de visión posterior, sensores de parking traseros, climatizador automático o rueda de repuesto, entre otros elementos, y que las opciones son pocas pero interesantes y asequibles: la consabida pintura metalizada y un paquete -600 euros- con asistentes de conducción tan atractivos como la alerta de colisión -también detecta a los peatones- con frenada de emergencia automática.
Pero si queremos tener un coche 'pintón' habra que apuntar al nivel Tech -1.100 euros extra?-, pues además de incluir de serie el citado paquete de seguridad trae neumáticos 205/45 R17 que insuflan deportividad a su imagen. Ademas de aportar otras mejoras al tener más goma en contacto con el asfalto: frenada, más agarre en el paso por curva…
Buenas prestaciones
Nos ponemos en marcha con el Rio 1.0 T-GDi de 100 caballos y, para empezar, notamos que apenas se aprecia su condición tricilíndrica. No vibra ni suena mal, y sólo si aceleramos fuerte desde baja velocidad percibiremos ese sonido característico de los tres en línea. A sólo 1.500 vueltas ya disfrutamos del par máximo, y ese valor de 17,6 mkg -más o menos lo que daba un motor 1.8 sin turbo- se mantiene constante hasta 4.000 vueltas. De hecho, a sólo 4.500 rpm ya aparecen al completo los 100 CV de potencia, de manera que no hace falta apurar marchas para percibir empuje. Quizás por esa buena respuesta a regímenes bajos y medios, en Kia han recurrido a un cambio de sólo cinco marchas y, peor aún, de desarrollos largos: 43,2 km/h por cada 1.000 rpm en quinta. En segunda podemos rebasar los 100 km/h, y los 160 km/h en tercera, lo cual nos parece una exageración y se traduce en recuperaciones más pobres de las esperadas. Por ejemplo, 10,1 segundos para pasar de 80 a 120 km/h en cuarta y 15,3 para ejecutar la operación en quinta. Y es que el nuevo Seat Ibiza con motor 1.0 TSI de 95 CV -también tricilíndrico- solventa ese paso de 80 a 120 en 8,2 y 10,8 segundos, respectivamente. Una diferencia abismal.
Lo que sucede es que este Rio 1.0 T-GDi, pese a no ser un plusmarquista en los adelantamientos, vapulea a su hermano con motor 1.25 de gasolina, que con sus 84 CV, y sin turbo, requiere 16,4 segundos en el paso de 80 a 120 km/h en cuarta, y nada menos que 24,8 usando la quinta.
Además, nuestro protagonista sí ha mostrado brío en las arrancadas desde parado, mejorando incluso los valores oficiales: Kia anuncia 10,7 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h y le hemos medido medio segundo menos, lo que demuestra que energía… hay. Con unos desarrollos más cortos, creemos que la mejora en carretera sería espectacular.
No obstante, la combinación de un motor con buena respuesta en los regímenes de giro más usados y una transmisión de personalidad 'ahorradora' tiene ventajas en forma de bajo consumo, y los 6,6 l/100 km de media real registrados en nuestro recorrido están bastante bien. Con el añadido de un depósito que crece: 45 litros, frente a los 43 de su antecesor. Y ojo, porque gasta bastante menos que su hermano de 84 CV, al que medimos 7,2 litros en ese test.
Para finalizar, hablemos del comportamiento, que es noble y seguro, aunque prima la facilidad de manejo o el confort sobre la eficacia. Para nuestro gusto, lo mejor es la dirección, precisa y con sólo 2,6 vueltas de volante entre topes, pero los frenos sólo nos parecen correctos -equipa tambores traseros y ha necesitado 56,4 metros para detenerse desde 120 km/h-, y la combinación de unos neumáticos algo estrechos -de ahí que recomendemos el acabado Tech– y una suspensión que peca de blanda le restan agilidad y deportividad cuando avivamos el ritmo en vías de montaña.
LA CLAVE
Si solo pensamos usar nuestro Rio en ciudad, puede que el motor de gasolina de 84 CV sea buena alternativa; y si pensamos en enormes kilometrajes anuales por carretera, la opción diésel no es mala. Pero si buscamos un 'chico para todo', el T-GDi de 100 caballos es ideal por agrado, prestaciones y consumo.