Dicen que con las nuevas necesidades surgen nuevos vehículos. Y es cierto, aunque los pick up llevan décadas entre nosotros. Sin embargo, este tipo de 'autos' sí han ido evolucionando en los últimos años, pasando de un uso casi exclusivamente laboral a un aspecto más lúdico, prestacional y pasional. Se trata de las versiones tope de gama, con sello 'lifestyle', equipadas hasta el techo y rematadas con mayor esmero a nivel de calidad; vehículos sumamente polivalentes que sirven para todo, como nuestro protagonista, el Fiat Fullback Cross.
No reniega de la genética del resto de la gama, es decir, un poderoso bastidor de largueros y travesaños, suspensión independiente delante y eje rígido con ballestas detrás, un propulsor diésel de 181 CV o el completísimo sistema de tracción que porta. Sin embargo, esta versión saca pecho a la hora de valorar, por ejemplo, la dotación de serie de la que hace gala.
Amplio equipamiento
En este sentido, con el Pack Tecno presume de faros bixenón, climatizador bizona, asientos rematados en piel -los delanteros, calefactados, y el del conductor con regulación eléctrica-, luces diurnas led, control de velocidad de crucero, sistema de navegación con pantalla táctil de 7 pulgadas, cámara de visión trasera, equipo de sonido, Bluetooth, sensores de luces y lluvia, siete airbags -incluido el de rodilla para el conductori, control de estabilidad del remolque, alerta de cambio involuntario de carril o un asistente de arranque en rampa, entre otros elementos. Semejante alarde también repercute en un considerable incremento de precio.
Mención especial para la rica oferta en materia de personalización que le llega desde Mopar, un socio oficial dentro del grupo FCA. Quizás lo más práctico sea una cubierta retráctil de aluminio que cubre el espacio destinado para la carga y que, además de proteger de la climatología, permite guardar con llave lo que transportemos. No es su única aportación, ya que también presenta cofres, llantas, vinilos, barras… para dar un toque individual a cada vehículo.
El propulsor diésel de 2,4 litros y cuatro cilindros en línea, dotado de inyección directa y turbo, es un viejo conocido que llega, como el resto del conjunto, desde Mitsubishi. De hecho, el Fullback es el alma gemela del L200. Sólo los rasgos estéticos los diferencian. El propulsor arroja 181 CV y se asocia tanto a una caja manual de seis relaciones como a otra automática -con convertidor de par- de cinco.
Se atreve con todo
El Fullback Cross prefiere los espacios abiertos a la selva urbana, entre otras cosas porque mide 5,28 metros de longitud. En su configuración Doble Cabina ofrece cinco plazas de verdad, y la 'bañera', de hasta 1,52 metros de largo por 1,47 de ancho, permite transportar 1,1 toneladas de carga. Además, presenta una capacidad de remolque de hasta 3.100 kilos.
El eficaz sistema de tracción Super Select 4×4 permite elegir entre los modos 2H ?propulsión trasera?, 4H ?reparte la tracción total de manera inteligente entre ambos ejes gracias al trabajo de un diferencial central de tipo Torsen?, 4HLC ?bloquea el diferencial en proporción 50/50? y, por último, el modo 4LLC, que activa la caja reductora. Y si todavía hay algún obstáculo que se le resiste, el conductor tiene la opción de bloquear el diferencial trasero. Sus cualidades ?off road? abruman.
El confort en este tipo de vehículos ha ganado muchos puntos en los últimos años, aunque en nuestro vehículo los decibelios del motor se hacían demasiado evidentes en el habitáculo. La caja automática es agradable, pero menos sofisticada que otras de última generación. Unas generosas levas nos permiten cambiar de manera secuencial. Desde bajo régimen el motor ya empuja con ganas, pero es en el abánico de 2.500 a 3.500 rpm donde más cómodo se halla.
Dinámicamente, si activamos el modo 4H podemos incrementar el ritmo, aunque una dirección más progresiva que directa y una inercias considerables no invitan precisamente a correr cuando aparecen las curvas. Lógicamente, ésa no es su guerra.