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Conducimos el DS 7 Crossback. Esto ya es un DS

Hace un par de años, tuve la oportunidad de compartir cena y charla con Eric Apode, director de Desarrollo de DS. Fue en la presentación de los renovados DS 4 y DS 4 Crossback. Entonces, DS estaba dando sus primeros pasos como marca independiente y Eric, el hombre que la 'inventó' para el mercado chino, trataba de explicarme el porqué de crear una marca nueva, francesa y premium, para plantar cara a los alemanes, aparentemente intocables en este segmento. Reconozco que Eric, que inicio su brillante carrera en España, me convenció; o al menos me demostró que tras esos argumentos, había muchas horas de proyectos. No recuerdo exactamente sus palabras, pero sí el sentido de lo que me quería contar. Era algo así como «cuando veas lo que tenemos preparado, lo entenderás». Eric… Ya lo he entendido.

Y he entendido aún más cosas tras una conversación con Thierry Metroz, el director de Estilo de DS; porque Metroz sitúa el germen del DS 7 Crossback en 2013; por un encargo de Carlos Tavares que, antes de anunciar el lanzamiento de la marca en 2014, ya le encargó que diseñara un SUV de tamaño medio con carácter premium y que sería el primer modelo de una nueva marca de lujo dentro del Grupo PSA. Eso se llama visión de futuro por parte de Tavares que no solo tenía la nueva marca en la cabeza sino que ya entonces ?sabía? cuál debía ser el modelo con el que se presentase ante el mundo.

El DS 7 Crossback es el 'auténtico primer DS'. El modelo con el que la marca francesa es ya una marca nueva, con modelos que demuestran esa novedad una vez pasado el lanzamiento de la firma con el DS3, DS4 y DS5, herencia de su 'vida anterior'. Y este DS 7 Crossback es un argumento de suficiente peso como para pensar que crear una marca premium en 2014 no era una aventura absurda. Seguramente no será fácil el camino, pero en la marca francesa, y en el Grupo PSA tienen clara la estrategia y los pasos a seguir. Si a eso se une un producto muy cuidado, con un diseño que no deja indiferente y un nivel de calidad de materiales y acabados altísimo y avanzadas tecnologías, parece claro que este DS 7 Crossback tiene elementos para no 'rendirse' a la primera ante sus rivales.

Un estilo personal y supercuidado

Lo hemos visto durante meses pero ahora ha llegado ya el momento de probarlo. En París hemos tenido la oportunidad de conducirlo por primera vez. Lo primero que llama la atención es su aspecto y su porte. Con 4,57 metros de longitud y una presencia muy potente, no pasa desapercibido, sobre todo por su frontal, tanto en las versiones de parrilla cromada como la parrilla negra de los acabados Performance Line. Y su firma luminosa, que da la sensación de que las luces han sido creadas utilizando 'diamantes' con luz propia. Su imagen es claramente la de un vehiculo refinado.

Esas dimensiones lo sitúan a caballo de las gamas de sus posibles rivales alemanes; por ejemplo, es 9 centímetros más corto que un Audi Q5 pero 18 más largo que un Q3; 13 centímetros más largo que un BMW X1 y 14 más corto que el X3 o 14 más largo que un Volvo XC40 y 12 más corto que el XC60.

Con esa longitud y una distancia entre ejes de 2,73 metros -que garantizan una excelentes cotas de habitabilidad interior tanto en espacio para las rodillas atrás o en altura al techo- y un maletero de 555 litros de capacidad (el mejor entre los rivales mencionados) puede jugar en las dos ligas, la de los más grandes y también en la de sus hermanos más pequeños, una característica que le puede hacer arañar ventas entre los clientes de una y otra gama de sus rivales, aunque el objetivo declarado de los responsables de DS es rivalizar con Audi Q3, BMW X1, Mercedes GLA, Volvo XC40…

Si por fuera tiene personalidad, por dentro más de lo mismo. Se nota que tanto el diseño como la calidad de materiales, el trabajo casi artesanal en los ajustes son prioridades en el libro de condiciones del desarrollo del DS 7. Y cumple con nota en todo ellos, aunque en el siempre opinable capítulo del estilo, un servidor le puede achacar una cierta tendencia hacia lo recargado. Pero incluso ahí la cosa ha mejorado, pues la reducción de botones y mandos respecto al DS 5, que hasta ahora era el buque insignia de la marca es llamativa.

Interior elegante en cada detalle

Frente a la habitual sobriedad con cierto aire minimalista de los alemanes, el DS 7 Crossback exhibe ese aire elegante de las grandes marcas de lujo francesa, capaz de llamar la atención en mínimos detalles. Así, en el interior, desde el diseño de los asientos, hasta la grafía del cuadro de instrumentos o la pantalla táctil, -rectangular- enmarcada en una forma trapezoidal dan fe del origen francés de su diseño.

Y el refinamiento sigue con el uso de materiales de altísima calidad y trabajados de manera artesanal. Desde las puntadas de los guarnecidos de las puertas con un nuevo acabado denominado ojo de perla a los exclusivos asientos de cuero napa con el trenzado bracelet tradicional de los guarnicioneros franceses… Todo en el interior del DS 7 Crossback respira lujo y cuidado por el detalle. Mucho más en la versión con el ambiente Opera, que es la que probamos y que, hasta que se lance el acabado Fauburg que combina madera de verdad en el salpicadero, será el tope de la gama.

Ese repaso al interior nos habla también de una excelente postura al volante, con todos los mandos a mano y un cuadro de instrumentos, cuyas grafías, como ya hemos dicho adoptan las formas romboidales que se aprecian en el diseño del DS. Ese cuadro se puede configurar en función de la información que quiera recibir el conductor y también se puede variar el color de la iluminación interior, que ofrece 8 ambientes diferentes. Y en esa pantalla se proyecta el sistema de visión nocturna, una de las 'delicatesen' del modelo francés, cuyo uso, damos fe en un recorrido de noche y con rachas de nieve, que es de lo más recomendable. Por poner un pero a la ergonomía, el mando para cambiar de modo de conducción se encuentra un poco alejado y su accionamiento es mejorable, pues pasar de un modo a otro significa tener que pulsar el botón una vez para cada modo, cuando con un mando tipo ruedecilla sería mucho más rápido.

Diésel de 180; refinado y con carácter

Analizado el interior, toca ponerse al volante, ponerlo en marcha y empezar a valorar el estilo DS. El coche que nos ha tocado es el dotado con el motor BlueHDI de 180 caballos, con cambio automático de 8 velocidades. Será el tope de gama de la primera hornada de los DS 7 Crossback en febrero. Un poco más adelante llegará la versión de gasolina 1.6 PureTech de 225 caballos y en 2019 el híbrido enchufable, con 300 caballos y 50 kilómetros de autonomía; un modelo que, en un prototipo de trabajo, también pudimos probar en un circuito cerrado.

Lo dicho; ponemos en marcha el coche -con un pulsador que cuesta encontrar, situado bajo el elegane reloj BRM, justo en el centro del salpicadero- y lo primero que recibimos es refinamiento. El sonido que llega al habitáculo está filtradísimo y no parece, en absoluto, que estemos ante un diésel. Ni por sonido ni por vibraciones. Eso habla muy bien del trabajo de insonorización del habitáculo que se ha saldado con muy buena nota.

Cómodo y eficaz en marcha

En marcha más de lo mismo, esa suavidad que muestra el motor con su sonido también se refleja al volante. El motor muestra mucho refinamiento y suavidad, pero, además, no le falta carácter. La caja de cambios hace un magnífico trabajo, es rápida en las transiciones de marcha y progresiva, pues no se aprecian los saltos entre marchas. Como hemos dicho al motor no le falta carácter, aunque por filosofía el coche no tiene las máximas prestaciones entre sus prioridades. Es un excelente rodador, muy cómodo, con un gran compromiso entre eficacia y confort. El trabajo de las suspensiones es de alto nivel -todo un clásico en el Grupo PSA- con un eje multibrazo atrás y una suspensión predictiva que utiliza una cámara frontal para 'leer' la carretera y adaptar la dureza de la suspensión a cada tramo, de manera que se evitan, por ejemplo, los incómodos rebotes en las clásicas zonas de 'pavés' habituales en las carreteras francesas.

Nuestro recorrido por los alrededores de París incluye todo tipo de vías, desde vías rápidas a carreteras convencionales y un tramo con curvas muy divertido, sin llegar a lo que es una carretera de montaña. Y el DS 7 muestra nobleza y cuidado en cada maniobra. En los modos de conducción Eco y Comfort prima la suavidad, pero cuando pulsamos la tecla y llegamos al modo Sport vemos que cambia el carácter; el sonido se hace más evidente, la dirección se endurece ligeramente y el régimen del motor se acorta. Ahí es donde sale la vena más dinámica, aunque, volvemos a decir, que en este coche no es esa su prioridad. Los que quieran, en cualquier caso, podrán hacer sus pinitos pues el motor empuja y con el cambio automático y las levas en el volante, siempre de serie con este cambio, hay diversión al volante.

La siguiente prueba es con la versión de gasolina y 225 caballos, aunque en este caso, no podemos ser muy incisivos en la valoración, pues la unidad que ponen en nuestras manos es una preserie en la que aún faltan cosas por ajustar en su comportamiento y en el rendimiento del motor. En cualquier caso sí vemos que la suavidad se mantiene y se multiplica, pues el motor 1.6 con tecnología PureTech es puro refinamiento. Hay más carácter que con el diésel, pues empuja desde abajo, porque a 1.900 revoluciones ya está el par máximo y se estira por encima de las 6.000 vueltas, aunque el cambio automático es algo conservador.

Acabamos la prueba, más de 200 kilómetros con el nuevo buque insignia de la marca francesa y el resultado convence. Aquí, efectivamente, ya se puede hablar de una marca nueva; y de una marca premium, con un elevado cuidado por el detalle, que llega para intentar situar en la órbita del lujo en el automóvil el punto de vista francés. Y aunque no lo tendrá fácil, ahora sí se puede decir que tiene cartas para jugar. La auténtica historia de DS acaba de empezar.