La revolución ha llegado definitivamente al grupo de los SUV-B. Este tipo de carrocería se multiplica día a día, y en este segmento comienzan a ser legión tras la reciente llegada de Citroën C3 Aircross, Opel Crossland X, Kia Stonic o Hyundai Kona; y de nuestro protagonista, el Seat Arona, quizás el más completo a tenor del buen sabor de boca que nos ha dejado durante nuestra prueba.
Físicamente se encuentra a medio camino entre el Seat Ateca, su hermano mayor en tendencia todocamino, y el Seat Ibiza, con el que comparte plataforma, mecánicas y tecnología. La diferencia de precio con respecto a un Ibiza equivalente, a igualdad de motor y equipamiento, ronda los 2.550 euros, una cifra a tener en cuenta… por alta. ¿Qué obtenemos a cambio? Básicamente, más sensación de espacio interior, un puesto de conducción más elevado y, por tanto, mejor visibilidad, así como un acceso más confortable. La moda se paga. Son casi 10 centímetros extra de altura, lo que nos permite ir sentados 5,2 centímetros más altos que en el Ibiza.
Su distancia libre al suelo es de 19 centímetros, y esa holgura nos permitirá afrontar pistas de tierra con mayor desahogo, aunque no conviene crecerse, porque su vocación es puramente asfáltica. De hecho, el Arona no contempla ninguna versión con tracción total ni ayudas camperas al respecto. En este sentido hay rivales más eficientes y cualificados para usos 'off road' que el modelo español.
Sí saca pecho el Arona en calidad, tanto percibida como real, sencillamente porque está muy bien hecho, aunque como suele ser norma en este segmento los plásticos duros ganan por goleada. No presenta guiños en cuanto a modularidad, como una banqueta trasera deslizable que sí tiene algún rival -Renault Captur, Citroën C3 Aircross…-, pero saca muy buena nota en habitabilidad, sobre todo si analizamos el espacio para las piernas en las plazas traseras o la altura al techo. También brilla en la cota de anchura, aunque acoplar tres adultos en un largo desplazamiento será un acto de fe, porque tampoco ayuda el voluminoso túnel central. Y la zaga concluye con un maletero que ofrece 400 litros de capacidad, cifra atractiva pero que no bate records. Sus formas y el generoso portón ayudan a la hora de introducir objetos voluminosos, y el piso se puede situar en dos alturas diferentes para facilitar que la superficie quede totalmente plana.
Nuestro Arona se 'viste' con el acabado FR
El más deportivo no sólo por estética, sino también por sus fundamentos dinámicos. De hecho, añade elementos como un diferencial electrónico XDS, una suspensión deportiva y amortiguadores activos, este último un elemento opcional junto a las llantas de aleación de 18 pulgadas que también portaba nuestra unidad. Todo esto suma puntos positivos a la hora de analizar su dinámica.
Por cierto, sorprende para bien la calidad de rodadura y la agilidad de la que hace gala. Muy similar en este sentido a la del Ibiza, aunque no llega, lógicamente, en valores absolutos a la de éste debido a un centro de gravedad más elevado y a los 45 kilos de lastre. De todas formas, habrá que ir muy al límite para darse cuenta de esas diferencias.
La dirección es comunicativa y rápida, la zaga contribuye a la estabilidad del conjunto y con el asistente de programas de conducción Drive Profile podremos configurar a nuestro gusto el 'setting' del vehículo, de acuerdo a cuatro modos: Eco, Normal, Sport e Individual. De esta manera se modifica el mapa de actuación del motor, de la suspensión activa, de la dirección, del control de velocidad adaptativo ACC y hasta de la climatización. Mucha 'artillería', por tanto, para completar un gran chasis, quizás el más deportivo de su segmento actualmente.
Con 115 CV
Y no parece que esa 'base' pase demasiados apuros con el propulsor de nuestro protagonista. Nos referimos al motor 1.6 TDI de 115 caballos, que se convierte en la máxima expresión en cuanto a potencia de la gama diésel actualmente. Muchos son sus atractivos, pero entre ellos no se encuentra el de poder combinarlo con una caja DSG, transmisión sí disponible para el Arona 1.6 TDI de 95 CV.
Este bloque de cuatro cilindros se gestiona por medio de un cambio manual de seis relaciones y ofrece un funcionamiento agradable y solvente. Desde apenas 1.500 rpm ya comienza a 'trabajar' a pleno pulmón, y su empuje se mantiene constante hasta las 4.000 vueltas. Si queremos apurar, en el cuadro comprobaremos que la aguja sube hasta las 5.000 vueltas, pero realmente no merece la pena llevarle hasta ese extremo porque forzaremos para nada.
El tacto del cambio es preciso y los desarrollos se van alargando en las relaciones finales. De hecho, podemos circular plácidamente por autopista a 120 km/h mientras el propulsor 'palpita' a sólo 2.100 rpm, y no llegamos a los 6,5 litros de consumo en ese escenario. Incluso en carretera, a 90 km/h, las 'pulsaciones' del motor se fijan en 1.600 vueltas, y a ese tranquilo régimen el máximo par motor ya está disponible totalmente. Si tenemos que realizar un adelantamiento tampoco encontraremos demasiados problemas. Pongamos por caso que necesitamos rebasar a un camión y la maniobra requiere incrementar la velocidad de 70 a 100 km/h. Engranamos la cuarta velocidad y bastarán 7,8 segundos y 195 metros de pista libre para completar la operación. Son unos números solventes, sin duda.
También nos ha gustado el Arona a la hora de analizar su capacidad de frenado, tanto por las distancias registradas -38,4 metros desde 100 km/h hasta detenerse por completo- como por la forma estable y sin sobresaltos a la hora de hacerlo. Por cierto, el consumo medio durante nuestra prueba ha sido de 5,9 litros, un cifra muy llamativa, pero alejada de los 4,1 l/100 km que homologa la marca. Con los 40 litros del depósito tendremos una autonomía inferior a los 700 kilómetros. Por cierto, para cumplir con la normativa en materia de emisiones esta versión necesita de la ayuda del AdBlue.
Por último, nos queda por analizar su equipamiento, generoso como corresponde al acabado FR, el más completo de la gama Arona. Por eso se desmarca del resto con elementos en su dotación como un climatizador automático bizonal, una cámara de visión trasera, Radio Media Systema Plus con pantalla táctil de 8 pulgadas, asistente de aparcamiento automático Park Assist, asientos deportivos o carrocería bicolor.
LA CLAVE
Si tuviera que destacar lo que más me ha llamado la atención del Seat Arona elegiría su dinámica. De hecho, si me vendan los ojos me habría costado diferenciarle del Ibiza, aunque el puesto de conducción, más elevado, me habría desvelado su naturaleza SUV. Me gusta como está hecho, su habitabilidad, sus maneras en marcha y el agradable tacto general. El motor también suma puntos, aunque hubiese preferido contar con una caja DSG, no disponible en esta versión.