No es la primera vez que probamos al límite el sistema de mejora de la tracción Grip Control, que el grupo PSA ofrece en varios modelos, en combinación con neumáticos M+S, como alternativa a los sistemas de tracción total de una parte de la competencia. Tener un vehículo con motricidad en las cuatro ruedas da una innegable ventaja en situaciones extremas, especialmente si practicamos conducción «off road» por terreno muy roto o de pésima adherencia, pero la mayor parte de los usuarios tienen otras necesidades, y la circulación por firmes deslizantes suele ser más puntual: carreteras nevadas que en muchos lugares de España sólo encontramos unos pocos días al año, desplazamientos a estaciones de esquí, pequeñas incursiones por caminos embarrados o de arena suelta…
¿Compensa tener un vehículo dotado de tracción total para esos momentos concretos? Habrá quien responda que sí, pues aunque sean situaciones puntuales conviene que la movilidad quede garantizada; pero esa movilidad queda mucho más asegurada de lo que muchos creen si disponemos de un automóvil con tracción delantera que está dotado de ayudas antipatinamiento específicas y de unas buenas gomas de invierno.
Efectividad en cualquier situación
El nuevo Citroën C3 Aircross con Grip Control y neumáticos de nieve (unos excelentes Michelin Alpin 5) nos han permitido movernos por los Alpes franceses con absoluta tranquilidad. Hablamos de un crudo mes de enero, de las carreteras que unen Albertville, Tignes y Val d'Isere, de altitudes máximas próximas a los 2.000 metros y de unas nevadas impresionantes (hasta tres metros de acumulación) que obligaban a cortar algunas vías por riesgo de alud (más que riesgo era una realidad, pues presenciamos en directo alguna avalancha); un escenario terrible donde las temperaturas bajo cero congelan la calzada en cuanto cae la noche y en el que el C3 Aircross circula con precisión. Se mantiene con fidelidad en la trayectoria, entra en las curvas a la primera insinuación del volante, tracciona eficazmente cuando aceleramos, se detiene en distancias cortas incluso con la calzada blanca y brillante a poco que modulemos el pedal de freno… Y nos llamó la atención una curiosidad: en túneles apenas iluminados, con el firme cubierto de una sucia mezcla de agua, nieve y hielo que ocultaba prácticamente las marcas viales, el sistema que alerta del cambio involuntario del carril sigue operando perfectamente, «leyendo» lo que los ojos del conductor ya no distinguen.
De las carreteras nevadas pasamos a «callejear» por Val d'Isere, una estación donde la actividad frenética (camiones distribuyendo mercancías, autobuses recogiendo a los esquiadores en las paradas…) prosigue pese a las montañas de nieve acumuladas por todas partes, y que han convertido la población en una sucesión de trincheras por donde circulan los vehículos y asoman los peatones.
Todo es blanco: las rotondas son blancas, las rampas que suben a los hoteles o al aparcamiento de los restaurantes son blancas también, y los cruces o las curvas para cambiar de calle son también de color blanco, como los pasos de peatones poblados de familias con sus esquís a cuestas. Si nos bajamos del vehículo comprobamos que el suelo desliza y que cuesta mantener la verticalidad si el calzado no es el adecuado; pero por ahí es por donde nos movemos con el C3 Aircross y la sensación es la misma que con asfalto seco. Difícil saber qué parte de esa eficacia corresponde al neumático y cuánto hay que agradecerle a la electrónica (juega su papel sobre todo cuando no hacemos las cosas bien, como aceleraciones o frenadas excesivas, volantazos bruscos…), pero si hablamos de un 70 por ciento para las gomas y un 30 para los sistemas de ayuda a la conducción no nos equivocamos mucho.
Ayudas que mejoran considerablemente la conducción
Y entre esas ayudas conviene resaltar también el control de descenso de pendientes, pues basta con pulsar un botón de la consola para que el C3 Aircross mantenga su velocidad de bajada automáticamente. Si el conductor acelera un poco, esa velocidad constante crece, y si frenamos, disminuye. Además, si ponemos el cambio en modo neutro (N) la velocidad de descenso con el sistema accionado queda fijada en unos 5 ó 6 km/h, incluso en rampas muy pronunciadas y completamente heladas. De esa forma, el conductor sólo tiene que apuntar con el volante y no hay riesgo de perder el control.
No obstante, un circuito de pruebas en la estación de Tignes nos permitirá afinar mucho más el análisis, ya lejos del tráfico abierto y con la seguridad que nos da la generosa anchura del trazado. A sólo 200 metros, un helicóptero y varios rescatadores con perros adiestrados buscan a posibles víctimas tras una fuerte avalancha en una de las pistas de esquí, pero nosotros seguimos a lo nuestro. Por ejemplo, comprobamos el funcionamiento del Grip Control, dispositivo que tiene cinco programas (Normal, Nieve, Arena, Todoterreno y ESP off) seleccionables mediante una rueda en la consola, y que gradúa la acción del sistema antipatinamiento para mejorar la motricidad en cada terreno.
Cuando elegimos el programa Nieve las aceleraciones del C3 Aircross sobre ese blanco elemento son más eficaces que si la rueda está situada en posición Normal, concebida para asfalto. Y otro de los ensayos nos pareció revelador, pues enfrentaba en un test de aceleración al C3 Aircross con Grip Control y neumáticos de invierno a un Citroën C4 Aircross dotado de tracción total y calzado con neumáticos normales; con un resultado sorprendente, pues la arrancada desde parado es mucho más consistente y eficaz con el C3 Aircross (especialmente bueno es su momento inicial, entre 0 y 10 km/h) pese a tener tracción sólo en el eje delantero. Es decir, que la tracción total no lo es todo, pues con motricidad en un solo eje pueden lograrse rendimientos asombrosos bajo las condiciones invernales más extremas si acompañan factores fundamentales como los neumáticos, una electrónica ideada para sacar el máximo partido del sistema antipatinamiento y, por supuesto, un mínimo sentido común en el que maneja el volante.