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Probamos el Volvo V90 D5 AWD AT8 R-Design. ¡Cochazo!

Después de 35 años probando todo tipo de coches, creo que incluso si fuese soltero y me lo pudiera permitir pondría un familiar grande en mi vida; y, porqué no, un Volvo V90. Y lo haría por muchas razones de peso que intentaré enumerar en las siguientes líneas.

Desde luego no prescindiría del toque aventurero relacionado con un SUV o un todocamino, por lo que en vez del acabado R-Design probado tal vez me inclinaría por la versión Cross Country, que es incluso 500 euros más económica. Pero, por lo demás, mantendría el motor -el diésel más potente disponible- aunque no destaque por potencia y prestaciones; en combinación con un cambio Geartronic de 8 velocidades y unas levas en el volante que, curiosamente, la firma sueca cobra aparte.

Una de las razones que me llevarían a comprarme un V90 R-Design sería su diseño. Sí, ya sé que sobre gustos bla bla bla… Pero pienso que hay determinados diseños que llaman la atención y entran por los ojos desde el minuto uno, y hay que valorarlo porque detrás hay un equipo que se ha dejado la piel para que eso ocurra, y es más difícil de lo que parece. Criticadme si queréis, pero considero -y lógicamente es una opinión personal- que el V90 es uno de los familiares grandes más atractivos del mercado.

Amplitud y comodidad

También me compraría el V90 R-Design por su amplitud y comodidad. Volvo no alardea mucho de la calidad y ergonomía de sus asientos; sin embargo, no ha habido ni un solo modelo de la marca que haya flaqueado en este sentido. Y menos un V90, cuyos asientos son espectaculares por sujeción y mullido. Nos ha sorprendido, por cierto, que de serie sean eléctricos pero sólo para regulación lumbar y de altura, y no el ajuste longitudinal o de inclinación del respaldo, planteamiento chocante en un coche de 65.000 euros y con acabado tope de gama. En este sentido, vemos que hay detallitos feos en el equipamiento que se suman a las levas de cambio o a esos asientos parcialmente eléctricos. Es el caso de unos faros LED que la marca denomina de 'nivel medio' -y que no son los Full LED opcionales-, un lector de CD por el que nos cobran 113 euros o una cámara de marcha atrás de 534 euros que ya llevan de serie hasta coches baratos. Críticas aparte, sorprende casi tanto el espacio en el habitáculo y en el maletero como el mimo con el que se ha cuidado cada rincón.

El motor es algo ruidoso en frío, pero mueve a ritmos endiablados las más de dos toneladas del conjunto con ocupantes. Y el consumo nunca supondrá un problema. En cuanto a la estabilidad, el perfil bajo de los neumáticos y el chasis que Volvo denomina 'Sport' ayudan a evitar derivas en las curvas más pronunciadas, y el multibrazo trasero con la ballesta transversal aporta una eficacia extraordinaria sin tener que recurrir a la suspensión neumática, que cuesta 2.500 euros. ¡Vaya cochazo!

La clave

Tengo que reconocer que siempre me han gustado los Volvo con carrocería familiar. Y el nuevo V90, en esta versión AWD con acabado R Design y motor diésel D5, es el no va más. La verdad es que todo en el modelo sueco es espectacular, hasta ese color rojo tan deportivo. Pero lo bueno se paga. Vaya si se paga.