El 'boom' crossover ha supuesto una revolución en los últimos tiempos. Pero tanto ha crecido la oferta que las marcas han evolucionado sus productos para desmarcarse de la competencia. De esa mutación han nacido los SUV deportivos, que son lo que 'mola' a día de hoy.
Mitsubishi se suma a esta moda y lanza un crossover con aptitudes deportivas, que llega para posicionarse entre sus ASX y Outlander, que miden 4,36 y 4,69 metros de longitud, respectivamente.
Y con lo de «aptitudes deportivas» no sólo nos referimos al diseño, a su dinámica o a las prestaciones, como veremos más adelante; sino también a su carta de presentación; es decir, su nombre. Porque la denominación ya apunta maneras. Y es que la firma de los tres diamantes le ha agraciado con una de sus denominaciones más legendarias: Eclipse.
Aquel deportivo que causaba furor en la década de los 90 del pasado siglo ha sido 'sacrificado' para seguir los cánones de la moda y convertirse en crossover, aunque acompañado del apellido 'Cross'. Pero, sinceramente, recuerdo el Eclipse original y no sé si me parece la solución más acertada.
Aún así, hay que reconocer que este crossover presume de presencia y llama la atención gracias a detalles como su frontal Dynamic Shield o la marcada caída del techo, que finaliza en una luna doble, que algo de visibilidad resta. No hay mal que por bien no venga, porque esta unidad, con acabado Motion, no tiene retrovisor interior fotosensible y con su alerón -que integra la tercera luz de freno- podemos ocultar el reflejo en el espejo de las luces de los coches que por la noche nos siguen. Y volviendo a la noche, es curioso que por los retrovisores exteriores -de generoso tamaño- veamos el resplandor de sus pilotos traseros.
Misma plataforma que el ASX
Para desarrollar este Eclipse Cross se parte de la plataforma que emplea el Mitsubishi ASX, y calca su distancia entre ejes: 2.670 milímetros. Esto se traduce en un espacioso interior, con hueco de sobra para las piernas de los ocupantes de las plazas traseras, donde, además, el túnel central casi no incordia nada. Eso ha permitido instalar una banqueta dividida en partes 60:40, que se pueden desplazar 200 milímetros longitudinalmente para jugar con su maletero, por lo que con cinco ocupantes su capacidad oscila entre 378 y 485 litros, que no son muchos, ya que un Peugeot 3008 tiene 520. También sus respaldos se regulan en inclinación, por lo que no desentona en funcionalidad, y a pesar de su silueta, si no rozamos el 1,90 de estatura no tocaremos el techo con la cabeza. Redondearía la jugada si contase con salidas de ventilación traseras, si su bandeja cubriera mejor el maletero o si pudiera equipar rueda de repuesto, aunque solo fuera de emergencia.
Su puesto de conducción se orienta al conductor, y encontramos dos confortables asientos delanteros que sujetan el cuerpo perfectamente. Mitsubishi ha prestado atención a los materiales y a los ajustes, por lo que aporta robustez. Aunque algunos mandos ya usados en sus hermanos denotan el paso del tiempo. Tampoco ayuda un freno de estacionamiento 'de toda la vida', que su ordenador de a bordo se controle desde un botón tras el volante o el particular manejo del touchpad para interactuar con la pantalla central de 7 pulgadas, que no es táctil y cuya navegación 'tira' de los datos de nuestro smartphone.
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Nos ponemos en marcha
Su corazón degasolina 1.5 MIVEC Turbo es verdaderamente agradable, y en esta ocasión se combina con un cambio manual que da gusto utilizar por su rapidez. Te propongo ahorrar los 1.500 euros que cuesta el cambio automático CVT que probamos durante su presentación, pues no termina de casar con esta mecánica y mostraba un excesivo resbalamiento al acelerar.
Sus prestaciones son muy buenas, ya que tiene 163 CV y empuja con energía desde sólo 2.000 rpm. No obstante, nuestra unidad de pruebas parecía estar en plenas facultades, pues incluso rebajó ocho décimas el tiempo oficial para acelerar de 0 a 100 km/h. Además, no demanda tener que apurar el cuentavueltas para dar lo mejor de sí; y en carreteras de doble sentido, adelantar será un juego de niños a poco que nos lo propongamos. En estas vías 'saca pecho' por su excelente comportamiento dinámico. Una dirección algo más precisa mejoraría un conjunto que brilla gracias a un paso por curva rápido y efectivo, ayudado por un eje trasero multibrazo. Y eso que el Eclipse Cross probado no tiene tracción total, sistema reservado a la versión CVT. Pero esto no es inconveniente por si algún día decidimos abandonar el asfalto -tiene 183 milímetros de altura libre al suelo-, aunque siempre con cabeza.
Su sexta marcha nos permite ir a 120 km/h a menos de 2.500 rpm, y ayudados por el programa 'ECO' -no cuenta con selector de modos- podemos contener el consumo en viajes largos. Nunca gastará como un diésel -los 7,4 l/100 km de media real están muy bien-, pero si no nos desmelenamos con la velocidad, no te hará parar a repostar con asiduidad. También ayuda un depósito con 63 litros… de esos que casi no quedan ya.
Esta unidad con nivel de equipamiento Motion incorpora casi todo lo que puedas imaginar -9 airbag, Head-Up display, climatizador de dos zonas, cámara trasera, aviso por cambio de carril…- y no tiene más opción que la pintura metalizada. Además, goza de un suculento descuento de 4.500 euros, por lo que su precio final se queda en 24.000 euros. Una cantidad que pone a este deportivo crossover en una buena posición ante sus competidores directos.
LA CLAVE
Si nos ceñimos al nombre… mal vamos; porque yo no lo habría llamado como aquel legendario deportivo. Pero reconozco que algo de su 'ADN' mantiene, porque presume de comportamiento dinámico y su motor 1.5 MIVEC Turbo va de maravilla; aunque mejor con cambio manual que con el CVT. Gasta lo justo, está muy bien equipado y su estética llama la atención sin condicionar su espacio interior, salvo el maletero, que se les ha quedado algo justo para uso familiar.