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Probamos el Seat Arona 1.0 TSI 115 CV DSG7 Xcellence. Combinación ideal

A decir verdad, el Arona me ha gustado tanto que hay solo tres o cuatro cosas que, poniéndome muy tiquismiquis, podría criticarle. Por ejemplo, no entiendo que, ya que no tiene ni va a tener tracción total, Seat haya desperdiciado la ocasión de ofrecer un sistema barato tipo 'Grip Control' para mejorar la capacidad de tracción fuera del asfalto por si algún cliente quiere descubrir mundo en algún camino perdido. Renault y Peugeot lo hacen combinándolo con neumáticos M+S y el resultado es bastante convincente. Es verdad que el Arona es aún muy joven, y Seat no descarta que cuente con ello en futuras actualizaciones, aunque ahora habría sido buen momento.

Tampoco es comprensible que ofrezca un depósito de tan solo 40 litros -como el del Ibiza-, porque todos sus rivales tienen entre 5 y 10 litros más de reserva, algo que repercute claramente en la autonomía y el número de veces que hay que repostar. Y, ya puestos, no habría sido ninguna tontería diseñar un asiento trasero desplazable para adaptar el interior según las necesidades. Pero la verdad es que esta última sugerencia se queda sin fundamento cuando compruebas el generoso espacio interior. Y es que, cinta métrica en mano, el Arona sorprende con unas plazas traseras de campeonato y un maletero muy capaz. Es más, que si manejamos cifras comparativas, el todocamino de Seat ofrece bastante más altura y espacio para las piernas en las plazas traseras que un Hyundai Kona, un Kia Stonic e, incluso, un Volkswagen T-Roc.

El Arona también dispone de mayor espacio de carga, con 400 litros de volumen muy aprovechables y recurriendo a un kit de reparación de serie en caso de pinchazo.

Un aplomo ejemplar

El Arona es diez centímetros más alto que un Ibiza equivalente -con el que, recordemos, comparte plataforma- y pesa 45 kilogramos más que éste; sin embargo, ambos se caracterizan por un comportamiento fuera de serie que tiene mucho que ver con la nueva y excelente base mecánica MQB A0. En concreto, el SUV español muestra un aplomo ejemplar y un comportamiento mucho más eficaz de lo que normalmente se espera de un modelo con eje trasero torsional tan sencillo.

¿Y qué decir de un motor con el que acabamos de hacer 25.000 kilómetros en un Ibiza y con el que todo el equipo de pruebas ha quedado encantado? En el Arona, este pequeño pero rabioso tricilíndrico, combinado con un cambio DSG de 7 marchas, ofrece un resultado casi perfecto porque sólo gasta una décima más que con el cambio manual, y la mejora en agrado, suavidad y confort es notable. Lástima que no estén contempladas las levas de cambio en el volante.

El acabado Xcellence es 'carete', pero incluye navegador con pantalla de 8 pulgadas, sensores de lluvia y luces, cámara de visión trasera, apertura y arranque sin llave, climatizador automático y sistemas de seguridad como el detector de fatiga, el de ángulo muerto y tráfico posterior o el asistente de aparcamiento automático. Y, como anécdota, una antena de radio que permite oír la radio en FM -no es DAB- en muchos túneles, por muy largos que sean. Algo que nos ha ocurrido contadas veces y en modelos mucho más caros.

La clave

Sorprende el nuevo todocamino de Seat por aplomo, espacio interior y la eficacia de su motor, con tres cilindros pero con mucho genio. El cambio automático DSG pone la guinda a un conjunto muy recomendable. Lástima que no lleve levas en el volante, un depósito mayor o un sistema que optimice la motricidad.