Cuando la firma de Stuttgart sustituyó en 2012 su Clase A de carrocería monovolumen por un coche compacto, el cambio fue bien recibido por el público, y especialmente por el sector más joven, que veía en él una estupenda alternativa Premium a modelos como el Audi A3. Éxito de ventas a pesar de que ese tercer Clase A no era precisamente perfecto, pues no destacaba ni por habitabilidad ni por la sensación de solidez que sí caracterizaba a sus 'hermanos' mayores. Y aunque con el paso del tiempo las cosas fueron mejorando, los rivales aprietan tanto que se hacía inevitable elevar mucho el nivel en la siguiente generación, que es la ahora comercializada, inicialmente con dos motores -A 200 de gasolina con 163 CV y diésel A 180 d con 116 CV-, aunque en breve la gama crecerá. Por ejemplo, con un A 250 de 224 CV.
Y para crecimiento, el de la carrocería, pues de los 4,29 metros del anterior se ha pasado a 4,42 metros. Son 13 centímetros extra, de los que 3 corresponden al aumento de la distancia entre ejes. Eso viene bien para acabar con uno de los problemas del anterior, la escasez de espacio, y aunque el nuevo modelo no bate records sí es más cómodo -los ocupantes de las plazas laterales traseras ya no tienen que ir ligeramente vencidos hacia el interior- y presume de cotas muy equilibradas: 140 centímetros de anchura delante -al nivel de hombros- y 130,5 detrás -a la altura de las caderas-, 95,5 centímetros al techo delante y 93,5 detrás, o una distancia entre respaldos de 72 centímetros con un conductor de 1,75 al volante.Y aunque el túnel central no es pequeño, molesta lo justo. Además, el volumen del maletero también ha crecido -370 litros es ya un valor correcto, aunque nos sigue pareciendo poco si tenemos en cuenta la mayor longitud del coche-, y se da un paso de gigante en funcionalidad, pues la boca de carga es mucho más grande y el respaldo trasero, que en otros países es de tipo 60:40, se abate por partes 40:20:40 en las unidades destinadas a España. Buena decisión.
Un interior más logrado que el anterior
Pero sigamos analizando el interior, que según la marca goza de un 10 por ciento extra de visibilidad hacia el exterior. Por ejemplo, el diseño es mucho más moderno. Revolucionario incluso, pues adopta el sistema multimedia MBUX, que trata de lograr una mejor conexión entre el vehículo y los ocupantes gracias a sus pantallas táctiles personalizables -si pedimos las de 10,25 pulgadas opcionales, el panorama es fantástico-, al control también táctil desde el volante, a las órdenes de voz y a nuevos servicios 'Mercedes me' de conectividad. Y cuando las posibilidades son tantas, también el proceso de aprendizaje es más costoso. Porque cuando subes al nuevo Clase A por vez primera todo parece ajeno o distinto, y funciones que hasta ahora eran sencillas te llevan más tiempo… si las encuentras. Es como el día que estrenamos smartphone: sabemos que en una semana lo manejaremos con soltura, pero al principio cuesta. Aunque aquí vamos conduciendo mientras aprendemos. En cualquier caso, pensamos que ciertos mandos -los botoncillos táctiles del volante, por ejemplo- serán mejor recibidos por unos usuarios que por otros, pues resultan muy sensibles.
Y también podemos manejar el sistema desde la superficie táctil existente en la consola central, pues el gatillo del freno de estacionamiento se ubica en el extremo izquierdo del salpicadero y el selector del cambio va en una palanquita junto al volante, de modo que para cambiar manualmente sólo podemos usar las levas.
Asientos cómodos -al menos los de nuestra unidad con AMG Line opcional-, estupenda postura al volante, suficientes botones convencionales para manejar funciones básicas… Aunque lo más reseñable es quizás que la calidad general percibida ha mejorado mucho, con materiales de primera por todas partes y un ajuste que parece robusto. Y decimos 'parece' porque tras el primer análisis estático nos fuimos hasta nuestro particular 'potro de tortura', un puerto de montaña castellanoleonés que seguramente no conocen los ingenieros de la casa alemana. Allí, en pocos kilómetros, empezaron a aparecer vibraciones en los cristales y 'grillitos' en el salpicadero. Y si en cualquier modelo pediríamos que se controlase mejor la terminación, tratándose de un Premium…
En ese recorrido, y en otros, constatamos también que la dinámica del nuevo Clase A ha mejorado bastante, pues el coche avanza con más aplomo y tiene un compromiso entre dinamismo y confort muy logrado. E insistimos: al menos con el paquete AMG Line, que también implica neumáticos de mayor medida y un chasis optimizado. La estabilidad es sobresaliente, y podemos avivar el ritmo de marcha sin que aparezcan claras inercias -el coche es ligero- y manteniendo una trayectoria muy neutra, sin tendencia a tirar de morro. A ello contribuye un esquema de suspensiones eficaz -pese a que esta versión no lleva el eje trasero multibrazo que usarán los Clase A más potentes y los 4Matic- o una dirección muy precisa y con sólo 2,6 vueltas de volante; y podemos ajustar un poco la personalidad del coche mediante el selector de modos, que ofrece cuatro programas: Eco, Comfort, Sport e Individual, permitiendo este último regular el tarado del ESP, el tacto de dirección y la inmediatez de respuesta del motor. Sólo desmerecen algo los frenos, que si por tacto de pedal o resistencia a los tratos intensos van bien, brillan menos por potencia, pues necesitan 56,8 metros para clavar el coche desde 120 km/h.
En cuanto al motor del A 200, se trata de una de las primicias del compacto germano, pues es un nuevo cuatro cilindros de 1,3 litros -1.332 centímetros cúbicos exactamente- que, dotado de inyección directa y turbo, genera nada menos que 163 CV. Y cuando se asocia al cambio automático 7G-DCT -de doble embrague y funcionamiento estupendo por rapidez y suavidad-, esta nueva mecánica desarrollada en colaboración con Renault incorpora un sistema de desactivación temporal de cilindros -los dos centrales- que funciona con discreción para ahorrar. No es un motor especialmente silencioso -suena algo 'tosco' al acelerar con fuerza-, pero empuja muy bien, permite unas notables prestaciones en carretera -de 80 a 120 km/h en sólo 6 segundos- y gasta realmente poco en la práctica: 6,6 l/100 km reales, frente a los 5,3 homologados.
LA CLAVE
Superar a la anterior generación de la Clase A era relativamente fácil, pues no era amplio, tenía un maletero pequeño y su calidad general estaba bien por debajo de lo que debe esperarse de un Mercedes-Benz. Pero el nuevo modelo no se ha conformado con mejorar a su antecesor, sino que va mucho más allá en casi todo: tecnología, espacio, acabado, un nuevo motor de gasolina con desconexión de cilindros que gasta poco… Pero es caro, y con opciones el precio se dispara.