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Peugeot Rifter. Sácale provecho

Fabricado en la planta española de Vigo y la portuguesa de Mangualde, el Rifter es la nueva propuesta de Peugeot para los que buscan un vehículo tan práctico como económico, y para quienes se sienten atraídos por la modularidad y amplitud de un monovolumen -un tipo de vehículo ahora menos demandado- pero no quieren renunciar a cierta imagen 'aventurera'. De ahí que la marca del león -más que Citroën en su nuevo Berlingo y Opel en el Combo Life, nacidos también de este proyecto- recurra a toques 'SUV' en el exterior del coche, como protectores de carrocería laterales, frontales o en los pasos de rueda. De hecho, y en colaboración con Dangel, Peugeot sigue adelante con el plan de lanzar una serie especial dotada de tracción total, y para las versiones 'normales', ya a la venta, ofrece el Advanced Grip Control, que optimiza la motricidad de las ruedas delanteras con nieve o barro.

En cualquier caso, nuestro primer contacto con el Rifter -las variantes de transporte más 'profesionales' sí conservan el nombre Partner- se ha desarrollado sobre asfalto. Carreteras y autopistas gallegas para conocer un producto que poco, o nada, tiene que ver con el modelo al que releva, pues ahora se parte de la plataforma EMP2 -común a 308, 3008…- y se apuesta por dos carrocerías: una de 4,40 metros y otra alargada 35 centímetros.Y lo bueno es que ambas están disponibles con cinco o siete plazas; aunque si pensamos en usar mucho las tres filas, el Rifter Long -4,75 metros- es más lógico: supone un extra de sólo 1.200 euros, deja más espacio para piernas en las plazas 6 y 7, y tiene un maletero récord. En concreto, 275 litros extra para equipaje, pues si el Rifter corto -la marca le llama Standard- ofrece, con cinco plazas, 775 litros para maletas, en el largo se alcanzan los 1.050 litros.

Y de la amplitud disfrutan también los ocupantes, pues nada más sentarnos ya notamos que hay espacio de sobra: altura, anchura, mucho hueco para piernas en una segunda fila compuesta por tres butacas individuales -permiten anclar otras tantas sillas infantiles- a la que se accede cómodamente gracias a las puertas correderas… Y hay detalles interesantes en esa segunda fila que nos hacen sentir bien tratados, como salidas de aireación regulables o elevalunas eléctricos.

Con puesto de conducción i-Cockpit

El puesto de conducción recurre a la funcional disposición i-Cockpit típica de los últimos Peugeot -volante más pequeño, instrumentación sobreelevada y pantalla central a mano-, y nos gusta que la consola conserve un mínimo de botones clave, que facilitan el manejo de las funciones más importantes. Por contra, al que esto escribe le convence algo menos sentirse tan 'rodeado' por la ancha consola central. Y los materiales elegidos, sólo correctos, distan de los que tienen otros Peugeot prácticos, como un 3008 o un 308 SW. Entre eso y un aislamiento acústico algo peor, las sensaciones no llegan a ser las de un monovolumen.

En marcha, cosas positivas y otras no tanto. La de cal viene por una conducción muy agradable -asiento, visibilidad, tacto general…-, por el aplomo y por la seguridad -en ese capítulo, el equipo de serie sorprende-; mientras que la de arena tiene que ver con unas prestaciones justas. Al menos en la versión diésel BlueHDi 100 probada -estrena motor 1.5-, ahorradora pero de la que esperábamos más. De ahí que apuntemos ya la mirada hacia las dos mecánicas más potentes, especialmente el BlueHDi 130, disponible también con el cambio EAT8.