Me puedo sentir privilegiado. He conducido algunos de los Audi, Bentley, Ferrari, Lamborghini, Maserati, Mercedes o Porsche más exclusivos del mercado, pero se me resistía hasta ahora experimentar lo que han sentido Sean Connery, Timothy Dalton, Pierce Brosnan o Daniel Craig.
Se me resitía subirme a un Aston Martin, una firma unida al espía más famoso de todos los tiempos desde 1964. Una firma histórica que nació en el Reino Unido allá por 1913, que tiene un palmarés envidiado y que es capaz de crear obras de arte como este DB11, un deportivo que sucede al DB9 y que inaugura una nueva era en la marca: 'Second Century'.
Y lo cumple al pie de la letra estrenando una arquitectura innovadora en la que se emplea de forma masiva el aluminio. Y, por si fuera poco, ha sido posible gracias a una histórica colaboración con Mercedes-Benz.
Esta coalición británico-alemana justifica una tarifa que arranca por encima de los 200.000 euros, cantidad suficiente para adquirir alguno de los deportivos más ilustres del mercado… o para comprar un piso. E incluso da para un chalé, pues este ejemplar probado costaba, con las opciones que incluía, 266.526 euros.
Equipararlo al precio de una vivienda no es lo primero en que pensará quien acude a un concesionario de Aston Martin y obvia otras marcas de renombre. Esa persona tiene en mente algo especial, algo que no entiendes del todo hasta que ves el coche de cerca, te subes para ponerte a sus mandos y, por fin, lo conduces.
Reconozco que cuando lo vi por vez primera me pareció digno de ser expuesto en una galería de arte. Del equipo de diseño dirigido por Marek Reichman ha nacido este coupé -por unos 20.000 euros extra puedes adquirirlo con carrocería Volante, es decir, cabrio- que mide lo mismo que el nuevo Peugeot 508. Sus líneas transmiten la esencia clásica de Aston Martin, pero con pinceladas actuales, como por ejemplo que toda la iluminación corra por cuenta de la tecnología LED, y diversos elementos futuristas, como puede ser su sistema AeroBlade, que ayuda a mantener la pureza de su diseño al prescindir de un alerón posterior. En su lugar, esa carga aerodinámica se consigue con unas tomas en el pilar C que canalizan el aire por el interior de la carrocería y lo envían hacia una ranura en la parte superior de la tapa del maletero. En esa zaga es donde este DB11 tiene repartido un 51 por ciento de su peso total, mientras que el 49 restante va sobre el eje delantero. Ese reparto de pesos ha sido posible porque el cambio firmado por ZF va en posición transaxle -sobre el eje posterior-, porque emplea una barra de transmisión de fibra de carbono y porque tras su eje delantero han colocado un corazón 4.0 V8 Biturbo, motor que es 115 kilos más ligero que el 5.2 V12 Biturbo también ofrecido para los DB11, y que presume ya de 608 CV.
Las puertas, con tiradores enrasados, dan acceso a un habitáculo sublime en su terminación, donde el cuero y el carbono lo inundan todo. Pero si prefieres piel Alcántara, madera, aluminio o lo que quieras, pide. Su capacidad de personalización es total; tanto, que Aston Martin, que fabricó de forma artesanal 5.117 coches en 2017 -200 horas lleva ensamblar cada uno de estos DB11-, dice que no produjeron dos unidades iguales. Y no es para menos, pues ofrecen 36 colores para su carrocería, 6 modelos de llanta, 5 tonos para las pinzas de freno, 17 colores de cuero, 29 colores para los pespuntes, 13 para las alfombrillas, 6 para los cinturones… ¿Tienes tiempo? Y si todo esto no cumple con tus expectativas, date un paseo por 'Q by Aston Martin', su departamento de personalización. Eso sí, prepara antes la cartera.
Ahora comienzo a entender el motivo por el que 007 se movía en un Aston Martin. Pocos vehículos combinan deportividad y confort de marcha como este DB11. En realidad hay que hablar de un Gran Turismo al que tienes que coger las dimensiones, pues el capó parece no acabar, mientras que sus aerodinámicos retrovisores restan visibilidad en curvas cerradas o cuando llegamos a las rotondas. Minucias.
Los más tecnológicos habrán visto que su salpicadero está presidido por una pantalla de 8 pulgadas, pero si disfrutas de la conducción te habrás fijado antes en los cuatro botones con los que controlas su caja de cambios. La instrumentación está ordenada, otra de las ventajas de haber contado con la firma de la estrella para su desarrollo. De esta última también hereda infinidad de botones interiores, así como su sistema de infoentretenimiento -ojalá tuviera el MBUX estrenado hace poco en la Clase A-, que se controla desde un mando central bastante conocido.
Como buen Gran Turismo, detrás hay dos pequeñas plazas que ahora -dicen- tienen 87 milímetros más de espacio para las piernas que en un DB9. Sorprendente, porque éso es lo que queda cuando llevas los asientos delanteros a su parte más retrasada. Estos dos asientos, aptos para niños pequeños, tienen como punto fuerte el equipar anclajes Isofix.
Con 510 CV de potencia
Una ronca melodía llega al interior cuando das vida a su M177. Es el código del 4.0 V8 Biturbo, una mecánica fabricada por AMG en Affalterbach y bastante utilizada por la firma de la estrella.
Puesto a punto por Aston Martin para satisfacer las exigencias de su DB11, eroga 510 caballos, potencia suficiente para proporcionar prestaciones magníficas a este GranTurismo.
Todo es enviado a su eje posterior por medio de una transmisión ZF de 8 marchas que presenta tres programas de funcionamiento: GT, Sport y Sport+. Las suspensiones adaptativas también ofrecen esos tres modos, que se controlan de forma independiente -hay 9 posibilidades- desde dos botones en su volante.
En GT es tan cómodo que se convierte en un devorador de kilómetros. A 120 km/h su gasto ronda los 8,0 l/100 km, por lo que los 80 litros que caben en su depósito cunden. Aún así me sorprende el sonido que inunda su habitáculo, pues me lo temía más silencioso. Ojo, no hablo de molesto en ningún momento. Ese ronroneo que emiten sus escapes invita a tu pie derecho a animarse mientras te deleitas con el sonido de su equipo firmado por Bang & Olufsen -opcional por 8.970 euros- con 1.000 vatios de potencia.
Gracias al Launch Control necesita sólo 4,0 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h, mientras que su velocidad máxima es de 300 km/h. Prestaciones más que suficientes para salir airoso de las operaciones de espionaje más arriesgadas. La verdad es que corre. Y mucho.
Su corazón biturbo alcanza las 7.000 re, y en ese momento desata su furia pegando nuestro cuerpo al suave cuero Contemporary -son otros 1.960 euros-, si bien, desde 2.000 vueltas ya entrega todo su par. Ahora, de Gran Turismo nada de nada. Este DB11 es un deportivo con todas las de la ley, y tendrás que reemplazar tus mocasines Tod's por un calzado más acorde con la doble personalidad del DB11.
La dirección es bastante directa, con 2,4 vueltas entre topes, y ayuda a apuntar con precisión en las curvas. Parte de culpa la tienen unos deflectores ocultos bajo su capó que reducen la presión generada sobre las ruedas, y el que también se apueste por un autoblocante trasero con gestión electrónica, que minimiza las pérdidas de tracción de unas gomas firmadas por Bridgestone que, curiosamente, se denominan S007. Tras sus llantas hay discos de freno de acero de 400 milímetros delante y 360 detrás, con pinzas de seis y cuatro pistones respectivamente. Todo este elenco tecnológico ayuda a que este DB11 vaya sobre raíles, de manera que nada tiene que envidiar a otros purasangre deportivos. Tanto, que si prescindes de ayudas electrónicas te podrá poner contra las cuerdas.
Disimula a la perfección sus 1.835 kilos, y su cambio con levas fijas y metálicas invita a ser utilizado constantemente. Son ideales para abusar de la zona alta del cuentavueltas, justo cuando su V8 te regala un precioso 'petardeo', perdiendo de un sólo plumazo sus buenas costumbres británicas. Sobrevaloradas. Te lo digo yo.
Aston Martin y James Bond, al servicio de la inteligencia británica
Hablar del espía más famoso de todos los tiempos es hablar de la firma de Gaydon, pues James Bond y Aston Martin no se entenderían el uno sin el otro.
Su estrecha colaboración comenzó allá por 1964, con Sean Connery conduciendo el inconfundible DB5 -abajo, a la derecha- de la película 'Goldfinger'. Desde entonces los deportivos británicos han sido protagonistas en 11 de los 24 largometrajes de 007, y curiosamente esos legendarios números han sido los elegidos para bautizar los neumáticos Bridgestone Potenza utilizados para calzar a este nuevo DB11. ¿Casualidad?
Lo que no es casualidad es que Aston Martin Works haya relanzado una edición limitada de aquel histórico DB5 con el que comenzó todo. Se fabricarán a mano un total de 28 ejemplares, todos ellos en color Silver Birch y con diferentes 'gadgets' como los que utilizaba en la película. Eso sí, sólo estarán al alcance de acaudalados fans de 007, pues cada pieza costará tres millones de euros… antes de impuestos.