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Ford Focus Active 1.5 Ecoblue 120 Aut8. Por el camino lógico

La propia Ford se ha sorprendido por la acogida del acabado deportivo ST Line en España, donde copa el 65 por ciento de las ventas del Focus; pero la casa del óvalo pone ahora más difícil la elección con la llegada de las versiones Active, cuya oferta es amplia: carrocería compacta y familiar Sportbreak, motores de gasolina de 125 y 150 CV, diésel de 120 y 150 CV… Y en todos los casos permite escoger entre la caja manual de seis marchas o la nueva transmisión automática de ocho -atrás quedó la Powershift de doble embrague y seis relaciones-, que aumenta el precio 1.600 euros.

En este caso hemos optado por el diésel menos brioso asociado a la caja automática y a la carrocería 'normal', que a nuestro juicio -estas valoraciones subjetivas son siempre personales- logra un aspecto más 'crossover' al vestirse con el acabado Active. No obstante, aquí estamos ante algo más que un simple 'acabado', pues el Focus Active adopta modificaciones de calado para que se convierta en alternativa a modelos SUV de tanto éxito como el Nissan Qashqai. Una es su mayor altura libre -30 milímetros extra en el tren delantero y 34 en el trasero-, lo que eleva la distancia al suelo hasta 163 milímetros gracias a sus ruedas y a la diferente suspensión -eje trasero multibrazo, nuevos muelles, amortiguadores y barras estabilizadoras…-; y eso ya permite circular por pistas con ciertas garantías. Aún así, si aparecen roderas marcadas o grandes piedras habrá que extremar la precaución, pues esa cota es inferior a la de sus rivales directos.

La carrocería se viste con un kit específico que incluye las barras de techo o los protectores en pasos de rueda, frontal y zaga; y el interior también se ha personalizado, destacando la tapicería con una 'A' grabada en los respaldos.

En este sentido, debemos seguir alabando la calidad general que caracteriza al nuevo Focus, tanto por materiales -hay mucho revestimiento mullido- como por ajuste o ausencia de ruidos al circular por malos firmes. Sin embargo, unos pocos detalles empañan la nota final -adiós al sobresaliente-, como la ausencia de salidas de aireación traseras, los espejos de los parasoles sin una triste luz, un cargador inalámbrico para el smartphone que funciona a ratos -en todos los Focus probados hasta hoy- o el sonidito que generan los protectores desplegables de puertas al abrirlas o cerrarlas, especialmente en las traseras. Lo bueno, eso sí, es que todo parece fácilmente solucionable.

Y lo bueno es también que las cosas importantes de verdad se han resuelto con acierto. Por ejemplo, la amplitud interior, pues cinco adultos se acoplarán bien -el túnel central posterior apenas sobresale– y hay bastantes huecos donde guardar cosas. La postura de conducción es cómoda y ergonómica, con todo a mano -salvo la rebuscada ubicación del botón de arranque- y buena visibilidad en todas direcciones, a lo que contribuye el hecho de que nos sentemos unos centímetros más arriba; con lo que ello tiene de positivo para la accesibilidad.

En cuanto al maletero, los 375 litros -ampliables a 1.354 si abatimos la segunda fila 60:40– son un valor aceptable para un compacto -hay modelos más cortos que rondan los 400 litros-; pero si consideramos al Focus Active como una alternativa a los SUV, ese volumen gusta ya menos, pues el Qashqai anuncia 430 litros y 510 propone el Seat Ateca. Es decir, que como vehículo para viajar en familia la carrocería de cinco puertas acogerá con apuros el equipaje normal, pasando la solución por el Focus Active Sportbreak, que con sus 27 centímetros de largo extra lleva el volumen a 608 litros.

Con dos programas de conducción específicos

Otro punto a aclarar es que, pese al aspecto, no hay un Active con tracción total. Pero Ford no se ha olvidado de las tareas extremas -nieve, caminos con barro o arena…- y dota a sus Focus 'aventureros' de dos programas de conducción específicos, y a los habituales Normal, Eco y Deportivo suma el llamado Resbaladizo, que 'relaja' la respuesta del acelerador y ajusta los controles de tracción y de estabilidad para circular con más eficacia por suelos poco adherentes, y el Pista, que gradúa la respuesta del acelerador de la misma manera pero regula las ayudas de conducción de otro modo: retarda la acción del ABS para que los neumáticos patinen un poco y acumulen tierra delante, y desactiva el control de tracción para que las ruedas giren más deprisa, escarbando en la arena o la nieve.

Se trata, básicamente, de lo mismo que logran los modelos de PSA con el Grip Control, aunque aquí la selección se realiza mediante un botón, sólo hay dos modos 'off road' y no disfrutamos de la ayuda de los neumáticos M+S.

Y es que el fuerte del Focus Active sigue estando sobre el asfalto, donde exhibe unas manera extraordinarias: poco balanceo, trayectoria precisa a más no poder -al límite, incluso podremos lograr que la zaga se insinúe con claridad-, una dirección rápida y bastante suave, unos frenos de primera que le clavan como si de un Focus ST se tratase… Además, el motor 1.5 EcoBlue, con sus 120 CV, no pone en apuros jamás al chasis, pensado para motores mucho más contundentes.

De hecho, las prestaciones de esta versión pueden defraudar un poco, pero es una cuestión más de sensaciones –la respuesta del motor es suave y progresiva– que de lentitud; e incluso nuestra unidad mejoró las cifras oficiales pese a su escaso rodaje. En proporción le daríamos peor nota al consumo, pues esos 6,7 l/100 km de media real superan lo gastado por el Qashqai 1.6 dCi 130 o el Ateca 2.0 TDI 150.

LA CLAVE

Entre el compacto tradicional, al estilo del Focus, y el SUV de tamaño Kuga sigue cogiendo fuerza un segmento con modelos de talla a caballo entre unos y otros. Ford ha querido sumarse pronto a la nueva corriente, pero no lo hace añadiendo otro modelo distinto, sino adaptando el nuevo Focus a usos más 'aventureros' y bautizándole Active. ¿Es suficiente apuesta? A nuestro juicio, sí.