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Lewis Hamilton sigue jugando con sus rivales

El esquema se repitió una vez más. El viernes, el británico sufría en el Paul Ricard para poner a punto su monoplaza. El W10 madruga en cada pista de forma crítica para los gustos y estilo personal de Hamilton. Bottas parece ofrecer alternativa inicialmente, pero a base de exprimirse a fondo a sí mismo con sus ingenieros, Hamilton logra una pole tras otra, como también en el Gran Premio de Francia. Cada vez más cerca de la centena. A partir de aquí, la carrera se convierte en un trámite, como también fue el caso en el Paul Ricard. Y si Bottas parecía en algún momento contar con posibilidades fue nuevamente machacado con la distancia y los segundos perdidos en la meta.

Con un doloroso añadido en esta ocasión. Vettel había quedado descolgado de cualquier ecuación en Francia desde el viernes. Ferrari decidió cancelar su infructuosa cabalgada para alcanzar el cuarto puesto de Max Verstappen en las vueltas finales. Con neumáticos nuevos, el alemán atacó la vuelta rápida. Mercedes, mientras tanto, pedía a su piloto que no entrara al trapo. «El equipo decía, «no importa la vuelta rápida, no puedes conseguirla», explicaba el británico tras la carrera. «Les respondí: ¿Qué decís? No tenemos nada que perder, así que voy a por ella. Y fui, y casi la consigo. Se trata de cambiar la mentalidad, de tenerla para atacar siempre, de tener hambre de más, de siempre atacar. Nunca debería haber un momento en que no ataques». Hamilton logró su mejor vuelta personal en la última vuelta y perdió la mejor de la carrera frente a Vettel solo por milésimas. Con neumáticos con decenas de vueltas a sus espaldas.

Mercedes, ocho de ocho

La anécdota confirmaba hasta qué punto Mercedes debe tener en cartera un nivel de rendimiento excedente que dosifica a placer. Y que cuenta con un piloto de un talento extraordinario que sigue en estado de gracia emocional y deportivo desde hace varios años. «Mi equipo está bastante tranquilo, así que a veces sientes que se logra lo que se espera, una suerte de «oh, es la pole, es lo que esperábamos», explicaba Hamilton al final de la carrera para presumir de su fuego competitivo, «así que están contentos internamente, pero es algo raro. Se trata siempre de elevarte, de ir más arriba. Después de cada carrera tenemos siempre algo que se puede hacer mejor». Mercedes ha ganado las ocho carreras de 2019. Hamilton, seis de ellas. El equipo alemán batirá el récord que igualó con Ferrari de cinco títulos de Constructores consecutivos. Con semejante nivel de competitividad y un piloto rebosante de semejante espíritu competitivo, el Gran Premio de Francia invitaba a dudar que Mercedes no pueda ganar todas las carreras de la temporada.

Porque Ferrari volvió a fracasar una vez más. O, mejor, a confirmar la distancia sideral que separa al equipo italiano de Mercedes a poco que aparezca un trazado con buenas dosis de curva. Mattia Binotto ya avisaba que Paul Ricard no favorecía las características del SF90. A pesar de la potencia de la unidad motriz italiana, el monoplaza italiano adolece de carga aerodinámica que le castiga en las curvas frente a Mercedes. Así fue de nuevo. Antes de la carrera se rumoreaba que sus ingenieros habrían descubierto la base de sus errores aerodinámicos que habían lastrado al SF90 hasta el momento y la cura llegaría con la evolución introducida en el trazado francés. Pero el alerón delantero y otros elementos introducidos el viernes ya eran desmontado el sábado para los entrenamientos. Vettel sufría para exprimir al SF90 y pronto confirmó también su inferioridad con Charles Leclerc. Ni siquiera pudo superar a los McLaren en la parrilla. El infructuoso amago del monegasco a Bottas en la última vuelta fue lo más cerca que estuvo Ferrari de Mercedes en todo el fin de semana.

Sorprendente McLaren

Pero hubo una sorpresa, y fue la protagonizada por McLaren. Incluso lo fue para el propio equipo que, como reconocían sus pilotos, no esperaban del MCL34 un rendimiento semejante. Especialmente recordando el trazado de Shanghai, una de las peores pistas de la temporada para McLaren, y con algunas similitudes en la pista francesa. Como recordaba Andreas Seidl, el equipo británico presenta y testea nuevas evoluciones y piezas en cada gran premio. Y comienzan a recogerse la cosecha. Desde la primera vuelta del viernes hasta la última de carrera, el MCL34 se exhibió sin rivales como el cuarto monoplaza de la parrilla. Renault traía a Paul Ricard su más importante evolución aerodinámica de la temporada. Ni así. Sainz y Norris sacaban los cronos con facilidad, hasta el punto de bloquear la tercera línea de parrilla. Desde 2014 no se veía un resultado similar del equipo británico. Hasta partieron por la mitad a Ferrari y Red Bull.

Pero Sainz también encontró en Lando Norris a su principal rival del fin de semana. El británico le fue superando hasta en los entrenamientos clasificatorios. El español necesitaba imponerse en carrera para no ver cuestionado su estatus de líder en el equipo. Y el domingo Sainz supo poner orden con autoridad. Primero en la salida, superando a Norris primero y logrando después el control de la carrera en el seno de McLaren. Si el británico cuestionaba el ritmo de su compañero, Sainz respondía a placer por delante. «Tenía ritmo de sobra». Cada vez que el equipo le pedía más velocidad, el español sacaba lo que tenía guardado en su cartera. Todo quedó claro cuando cayó la bandera a cuadros.

¿Será efectivamente McLaren el cuarto monoplaza de la parrilla? Es la posición del equipo en Constructores. Sainz, el primer piloto de la clasificación general tras Mercedes, Ferrari y Red Bull. Ante lo visto en el trazado de Paul Ricard, el Gran Premio de Austria puede hacer más nítida esta fotografía en siete días.