La oferta de PSA en el segmento de los pequeños SUV es muy variada, con ejemplos como el Citroën C3 Aircross, el Opel Crossland X o el Peugeot 2008, del que ya está lista la segunda generación. Y es lógico el interés del grupo francés, pues ahí las ventas van viento en popa. Conscientes de ello, en DS han querido que sus primeros productos 'cien por cien puros' se ajusten a esa creciente demanda, y si el pasado año arrancaban como firma independiente con el DS 7 Crossback, de talla media y rival de prestigiosos SUV compactos como Audi Q3, BMW X1 o Mercedes GLA, el segundo capítulo en la historia de la joven casa gala está protagonizado por el DS 3 Crossback, que pica alto también y pone a Audi Q2, Mini Countryman o Volkswagen T-Roc en su punto de mira. Ahí es nada.
Con semejante objetivo había que echar el resto en diseño, calidad, tecnología o rendimiento, y DS lo ha hecho. Exitosamente, creemos, en la mayor parte de los casos. Aunque eso se traduce, y ahí viene la parte menos agradable, en un precio abultado que puede convertirse en obstáculo para los 'marquistas' más conservadores.
Nuestro protagonista, con el acabado superior Grand Chic, se va a 36.200 euros -35.200 ahora-, y será mejor no traducir esa factura a pesetas porque asusta un poco. Pero por 30.200 euros nos lo brindan con acabado So Chic, ya bien equipado, y aún podemos rebajar más el coste si en vez de pedir el motor de gasolina aquí probado -el inédito PureTech 1.2 tricilíndrico de 155 CV- nos conformamos con el PureTech 130 -también unido a la caja EAT8 y de gran rendimiento-, pues ahí ya hablamos de 26.700 euros. O incluso 23.700 si bajamos a la versión de acceso a la gama, más que apta para la ciudad.
Mide 4,12 metros de largo
Pero dejemos a un lado los precios, porque eso se arregla fácilmente con dinero, y vayamos al coche en sí, que en líneas generales nos ha gustado bastante por más que, a nuestro juicio, se haya quedado algo justo de tamaño. Porque mide 4,12 metros de longitud, y eso son 7 centímetros menos que el Q2, 12 menos que el T-Roc y 18 menos que el Countryman, lo cual no ayuda para captar clientela con ciertas necesidades familiares. Al menos, eso sí, el DS 3 Crossback debería ganarse el corazón de los usuarios más urbanitas con esas dimensiones tan contenidas.
De estética nunca hablo porque para eso ya están las fotos de estas páginas, aunque sería justo reconocer al nuevo SUV de DS una originalidad total: lo veamos de frente, de lado o por detrás, el DS 3 Crossback no recuerda a ningún modelo; y eso tiene su aquel. Siendo aburridamente sensatos eliminaríamos esa especie de aleta de tiburón en las ventanillas traseras que resta visión a los pasajeros de la segunda fila; y también pondríamos el botón de apertura del maletero en el propio portón, y no en el paragolpes. En cambio, las manetas de puertas emergentes -se separan de la carrocería cuando nos detectan para que podamos meter la mano- funcionan de maravilla, mucho mejor desde luego que en el Jaguar I-Pace, donde acaban siendo más una molestía que una ventaja.
Abrimos la puerta, entramos y el panorama general nos sigue sorprendiendo tanto como el aspecto exterior, pues mandan el cuero, los materiales mullidos por todas partes, los cromados, un diseño de consola que tampoco recuerda a ninguno de sus rivales… Si hablamos de refinamiento o impresión de lujo, el DS 3 Crossback se pone al frente del segmento, aunque no consiga el ansiado '10' por ciertos fallitos de acabado final que achacamos más a cuestiones de juventud que a otra cosa.
Los asientos son cómodos y la postura al volante es muy buena, destacando también la visibilidad en todas direcciones, lo que es un punto a favor en un modelo de filosofía urbana. Además, el equipo de serie en el nivel Grand Chic es magnífico, y hay opciones que redondean el conjunto como la terminación Opera -DS habla de 'inspiraciones'- o el Pack Extended Safety con DS Drive Assist, que nos acerca a lo último en asistentes de conducción. Echamos de menos, eso sí, las salidas de aire posteriores o que el climatizador automático sea bizona.
Delante el espacio es más que correcto, pero en las plazas traseras no sobra, tanto a lo ancho -125,5 centímetros- como, sobre todo, por hueco para las piernas: sólo 64 centímetros de distancia entre respaldos con un conductor de 1,75 al volante. El maletero, de 350 litros, cumple; aunque hay rivales de similar talla con más volumen de carga, como el Seat Arona y sus 400 litros.
Tres progamas de conducción
Pero es en ergonomía donde queremos ser más críticos, pues no nos enamora la botonera de la consola central a base de rombos -cuesta encontrar las cosas-, ni los elevalunas cromados a cada lado del cambio -difícil ver cuál es cuál de noche o a pleno sol-, o los mandos 'bien' escondidos a la izquierda del volante -los buscaremos de memoria-, ni lo alejado que queda el botón del Drive Mode -permite elegir entre los programas Sport, Normal y Eco– o lo mal situado que va el agarradero de las puertas delanteras -acabamos tirando de otras zonas-. Y nos parece que la instrumentación, digital y configurable, es pequeña y no muy clara.
Tras el 'mensajito' a los responsables de ergonomía pasaremos a puntos más positivos, y que afectan a apartados realmente importantes. Porque del DS 3 Crossback hay que alabar su agrado de conducción, al que contribuye mucho la ligera y rígida plataforma CMP -tras este estreno, la veremos en muchos modelos de PSA- o una suspensión con multibrazo trasero que trabaja eficazmente, pues estabiliza el conjunto si rodamos a fuerte ritmo, minimiza el balanceo y preserva el confort incluso si nos internamos por caminos, donde los 17 centímetros de altura al suelo son una garantía. Además, hay rueda de repuesto de emergencia.
Dirección y frenada cumplen bien su labor -notable para ambas-, y podremos acabar disfrutando de una vía de curvas como si fuésemos al volante de un brioso utilitario, con el añadido de un motor que empuja muy bien, ayudado por la eficacia del cambio EAT8, dotado de levas. Las prestaciones son buenas -7,3 segundos para recuperar de 80 a 120 km/h es un gran dato-, y encima el gasto real no se dispara jamás, rondando los 7 litros a ritmos relativamente 'animados'.
LA CLAVE
¿De verdad alguien piensa que todos los coches son iguales? Nosotros no lo creemos, y productos como el DS 3 Crossback refuerzan nuestra opinión con su imagen exterior bien diferenciable y un interior más refinado que el de cualquier rival en la exclusiva, y cara, clase SUV premium. Pero es que, además, va realmente bien.