La electrificación es una apuesta que se consolida, y 2020 será, con permiso del coronavirus, su trampolín. También para Hyundai. Sin embargo, su modelo de acceso a la gama se moverá con gasolina de 95 octanos exclusivamente, ya que en la marca han priorizado el precio sobre unas emisiones que, en este utilitario, no se disparan en exceso. En modelos de mayor calado la electrificación sí llegará en masa.
Dicho esto, hablamos de que podemos acceder al i10 desde 10.650 euros con descuentos, tarifa muy razonable que contrasta con los 20.245 de nuestra unidad, la más potente y equipada, a la que se pueden aplicar hasta 3.600 euros en promociones.
Dicen las ‘malas lenguas’ que algunos dirigentes de fabricantes de prestigio pusieron en su día al i10 como modelo a seguir en sus futuros utilitarios, por su perfecto equilibrio en todos los frentes. Porque ser pequeño no está reñido con la calidad, la tecnología, la dinámica y el precio.
Mide solo 3,67 metros de largo
La tercera generación es completamente nueva. Estrena plataforma y dimensiones. No varía mucho en longitud, donde prácticamente mantiene los 3,67 metros, pero sí incrementa 20 milímetros el ancho, reduce otros 20 su altura y estira nada menos que 40 la distancia entre ejes. Efectivamente, los pasajeros de la segunda fila son los grandes beneficiados de este ‘recálculo’ dimensional.
No hay que olvidar que una de las grandes bazas del i10 frente a algunos rivales del segmento A es que ofrece de serie cinco plazas -hay una versión de acceso con cuatro-, y aunque detrás acomodar a tres adultos seguirá siendo un acto de fe, el aforo para cinco siempre es bienvenido… por si acaso.
No entraremos a valorar si nos gusta más o menos que el i10 precedente, porque para gustos los colores, pero es evidente que su aspecto exterior es más dinámico y hasta musculoso. Y el diseño interior mantiene su toque juvenil. No encontrarás superficies mullidas ni materiales nobles, pero se remata con contundencia y calidad.
Ergonómicamente ha mejorado la visibilidad trasera, vamos sentados en un plano más bajo que antes y podremos regular el asiento del conductor en altura, aunque el volante sólo se ajusta en profundidad. Este último, no obstante, tiene tacto, mandos y aspecto de ‘coche grande’.
El espacio del cargador inalámbrico del smartphone tiene una superficie de goma para que no se deslice ni haga ruido. El resto de huecos no están ‘tapizados’, el copiloto delantero es el único que tiene asidero en el techo y la guantera principal está iluminada.
Detrás, el piso es prácticamente plano, apenas hay sitios para dejar cosas y no hay nada para enchufar ni salidas de aire. Lo normal en este segmento generalista.
Por su parte, el maletero se remata con 252 litros de capacidad, la misma que antes. El piso se puede situar en dos alturas y es posible abatir el respaldo en dos secciones (50/50), resultando una superficie plana muy práctica si tenemos que introducir objetos voluminosos.
El más potente por ahora, pues llegará un 1.0 T-GDI con 100 CV
Bajo el capó contamos con la versión más potente, hasta que llegue el ‘deportivo’ Hyundai i10 N Line de 100 CV. Nuestro protagonista monta un propulsor atmosférico de 1,2 litros que rinde 84 CV, más que suficientes para cubrir las necesidades urbanas y alejarnos de la ciudad con cierta solvencia.
Vale que no nos pondremos de los nervios a la hora de correr, aunque en este sentido es más culpable el cambio que otra cosa. Y aquí, en cierto modo, sí ha protagonizado un paso hacia atrás. Antes ofrecía una caja automática con convertidor de par de cuatro relaciones; ahora es de cinco, pero la solución pasa por una transmisión robotizada, tecnología más asequible y a todas luces menos agradable.
Se trata de una caja manual en la que se automatiza la acción del embrague. Además de más lenta, lo que se produce es una especie de efecto ‘vaivén’ en el salto entre relaciones, más evidente cuanto más rápido vayamos. Dicen algunos que hay que acostumbrase a este tipo de transmisión y acompañar con el pie el movimiento sobre el acelerador, como lo haríamos con una caja manual. Es más ‘natural’ hacerlo con la función secuencial sobre la palanca, pero la realidad es que una ‘caja moderna’ debería adaptarse a nosotros… y no nosotros a ella.
Todo esto provoca que de cara al cronómetro sus números apenas llamen la atención. Si tenemos que realizar un adelantamiento y pasar de 70 a 110 km/h en carretera, necesitaremos 9,9 segundos y un total de 502 metros de pista libre.
Salvo la laguna del cambio, menos evidente en tráfico urbano -el hábitat donde el i10 se encuentra más a gusto-, la verdad es que este vehículo ofrece un tacto general muy agradable. Es confortable, la suspensión filtra bien y es complicado poner en apuros su chasis.
Incluso en conducción deportiva, en nuestro circuito de pruebas cerrado al tráfico nos convenció porque es más obediente y estable de lo que pudiera parecer. La dirección es correcta por lo que comunica y por su asistencia, y los frenos son sobresalientes.
En este sentido destacamos un hecho curioso. Y es que nuestra versión es la única que monta discos en las ruedas traseras, y lo hace por el acabado Style. Con otros niveles de acabado y el mismo motor usa tambores.
En cuanto al consumo, resulta muy atractivo si nos lo tomamos con calma, y se dispara más de lo que esperábamos si decidimos correr. La media ha sido de 6,2 litros.
El salto tecnológico en el nuevo i10 de Hyundai es palpable. De serie nuestra unidad monta un asistente de frenada de emergencia que detecta peatones, alerta y mantenimiento de carril, reconocimiento de señales, aviso de fatiga del conductor o un asistente de luces de carretera. Mucho para lo que se estila en este segmento.
Algo similar pasa con la oferta telemática, pues de serie contempla conectividad con Android Auto y Apple CarPlay, así como la tecnología BlueLink. Esta última ofrece funciones como estar conectados de forma remota, conocer en tiempo real el tráfico, el precio en gasolineras, restaurantes…, o localizar el vehículo en un entorno complicado, reconocimiento por voz, diagnósticos…
LA CLAVE
Sin duda es una de las opciones más apetecibles del segmento utilitario porque, siendo pequeño, es amplio, ofrece cinco plazas y se remata con contundencia por calidad y tecnología. Presenta un tacto de coche más grande y se ‘mueve’ bien, pero el cambio robotizado le resta algo de su atractivo.