Para que algo salga bien, no hay nada como hacer las cosas bien. Ni fortuna, ni azar… Trabajo, trabajo y más trabajo. Y parece que en Martorell han trabajado mucho y muy bien para poner en la calle el cuarto León de la historia, pues las sensaciones son de coche bueno. Es cierto que ya el anterior tenía unas hechuras estupendas, y que por varias razones nos parecía uno de los mejores de su clase entre los fabricantes generalistas, a un paso de su 'primo' Golf y no tan lejos de los Premium. Pero ahora sube otro escaloncito y se lo pone difícil de veras a la competencia. Veamos por qué.
En primer lugar, porque estrena plataforma, en concreto la MQB Evo que también estrenan Volkswagen Golf, Skoda Octavia o Audi A3 Sportback. Buen comienzo. Pero es que, además, ve evolucionar su carrocería de manera que sigue siendo un León pero con los rasgos más recientes de la marca -frontal de estilo Tarraco y ópticas traseras de lado a lado-; además de experimentar un notable crecimiento. Si la variante de 5 puertas crece 86 milímetros de largo, el familiar Sportstourer lo hace en 93 milímetros: 4,64 metros en total. Y un primer beneficiado es el maletero, que pasa a tener 620 litros, 33 más que antes. Cabe todo, tiene el borde de carga a solo 66,5 centímetros del asfalto y, salvo que no ofrece portón eléctrico, tiene todos los detalles, como un robusto suelo móvil para poner el fondo a dos niveles -por 100 euros podemos pedir rueda de repuesto-, mandos para abatir cada porción del respaldo trasero desde la zona de carga y una bandeja cubremaletero cómoda y resistente.
Pero como la distancia entre ejes se beneficia también de esa mayor longitud al estirarse 50 milímetros, el capítulo espacial sorprende también al pasar al interior, y especialmente a sus plazas traseras, cuyo hueco para las piernas es digno de una berlina ejecutiva: 75,5 centímetros entre respaldos con un conductor de 1,75 al volante. Y altura de sobra incluso si viajamos con sombrero: 98 centímetros. En proporción, la anchura es menos generosa -128 centímetros al nivel de las caderas-, crítica que uniremos a otra habitual en compactos del grupo alemán: un túnel central grande, aunque aquí esté más justificado porque llegará una versión con tracción total.
Delante también se aprecia amplitud -102 centímetros de altura al techo es muchísimo-, y llaman la atención otras dos cosas del nuevo León. La primera, lo bien hecho que está, hasta el punto de darle un 5 sobre 5 al calificar su acabado, pues si lo valoramos como producto de marca generalista lo merece, por mucho que un Audi o un BMW -más caros- sean aún más refinados. Y es que el modelo de Seat rezuma robustez, tiene buenos materiales y pasa con nota el análisis de cada detallito.
Lo segundo que sorprende al sentarnos en sus cómodas butacas es el diseño minimalista del salpicadero, lo que gustará más a unos que a otros. Si el objetivo era lograr una atmósfera muy tecnológica, se ha logrado, pues ahora la pantalla central táctil -de 10 pulgadas y con navegador de serie- concentra la mayoría de funciones y obedece gestos de las manos. Y como también pueden usarse comandos de voz, todo parecería resuelto; aunque nosotros sí echamos de menos algún botón 'físico' -para la climatización, por ejemplo, o para seleccionar los modos de conducción-, pues 'lo táctil' exige más tiempo y provoca distracciones. Lo que podemos extender a la supresión de la tradicional rueda de luces, sustituida por un pequeño panel táctil al que hay que habituarse y que, en nuestra opinión, roba más atención.
Pero aunque hayamos empezado por el 'vaso medio vacío', el nuevo sistema de infoentretenimiento tiene también su 'vaso medio lleno'. Porque la pantalla central tiene un funcionamiento magnífico y a través de ella podemos acceder a todo tipo de servicios y funciones; y con agilidad a poco que practiquemos. Además, las versiones más caras de la gama -son las primeras lanzadas- traen de serie el logradísimo cuadro Digital Cockpit, que permite configurar la instrumentación a voluntad. Y no solo con diseños predefinidos, pues una vez que elegimos la vista que nos gusta podemos variar la cantidad de información, ponerla a uno u otro lado… Así las cosas, basta con circular un rato al volante del León para tener la impresión de conducir un coche más avanzado que el anterior. Además de silencioso, aplomado, cómodo…
Sensación que se acrecienta al repasar la dotación de serie, que en el Xcellence es completísima. Y más si presume, como nuestra unidad, del Launch Pack L, que lleva el precio a 27.950 euros -26.750 con la rebaja actual-.
Pero toca ponerse en marcha
Queremos saber cómo puede haberse mejorado dinámicamente un coche que ya iba de cine. Al respecto, conviene matizar que la unidad probada montaba llantas de 18 pulgadas -las de serie son de 17- y el también opcional Dynamic&Comfort Pack -770 euros bien invertidos si tenemos espíritu deportivo-, que agrupa la suspensión deportiva -nos gustaría que pudiera pedirse también por separado-, la amortiguación adaptativa DCC, la dirección progresiva -una gozada en puertos de montaña eso de llevar el volante de tope a tope con solo 2,15 giros- y el Seat Drive Profile, que es el selector de modos de conducción. En concreto ofrece cinco: Normal, Eco, Comfort, Sport e Individual. Mención aparte merece ese último programa, que además de permitirnos reglar la dirección, la respuesta del acelerador, el control de crucero activo o la climatización, nos deja ajustar la amortiguación… ¡en 15 niveles! De ellos, tres más suaves que el tarado Comfort y tres más firmes que el Sport. Parece hasta excesivo; sobre todo porque este León Sportstourer va bien en los 15, y notaremos más la diferencia de ajuste en los baches -aunque siempre se le nota 'durito'- que en las curvas, pues el modelo español las pasa por raíles. Estabilidad, poco balanceo, frenos que cumplen bien -52,9 metros desde 120 km/h-, dirección precisa… O sea, el comportamiento de un compacto muy ágil.
De hecho, ya soñamos con probar ese anunciado 2.0 TSI de gasolina con 190 CV, aunque el 1.5 TSI analizado va realmente bien -tiene desconexión de cilindros activa- y es una compra más lógica. Lo hay con 130 y 150 CV, y elegimos la segunda por su mayor par, que se agradece en un coche ideado para viajar con carga. En la aceleración de 0 a 100 km/h cumple de sobra el valor oficial -le hemos medido 8,6 segundos-, aunque esta mecánica brilla más por progresividad y agrado que por garra. Y eso se ve en un detalle: recupera con parecida agilidad sea cual sea la marcha usada, pasando de 80 a 120 km/h en cuarta en 8,2 segundos. Lástima que no se ofrezca el cambio DSG, que aviva las reacciones en carretera.
En cuanto al consumo, la media de 6,8 l/100 km registrada nos parece muy razonable, y bajar de 6 litros en viajes por autovía a velocidades legales será lo normal.
La clave
Si nos preguntásemos por qué es tan bueno el nuevo León podríamos responder que por el notable avance del compacto español cada vez que una generación ha relevado a la anterior. Pero esta vez apetece hablar de revolución más que de evolución. A la espera de probar las versiones diésel y electrificadas, este 1.5 TSI de 150 CV se nos antoja una compra magnífica.