Si Monza regaló un podio inusual para la norma de los últimos tiempos, el trazado de Toscana los recuperaba nuevamente para Mercedes en el terreno deportivo. Pero tanto por la singularidad del circuito como por los incidentes producidos durante la prueba, la segunda carrera italiana dio -y dará- que hablar.
Pilotos, equipos y aficionados esperaban con una mezcla de excitación y reserva el debut de la Fórmula 1 en el brutalmente rápido Mugello. Los monoplazas de mayor carga aerodinámica y velocidad de la historia se enfrentaban al desafío de un trazado a la antigua usanza frente a las escapatorias de asfalto tan presentes en la mayoría de los circuitos actuales. Efectivamente, el accidentado GP de Toscana se rodeó de polémica e incidentes, aunque también le rematara un enésimo doblete de Mercedes.
Poca novedad en este apartado respecto a carreras previas, salvo la de Monza. Aunque en esta ocasión Valtteri Bottas dejaba flotando la sensación de que Lewis Hamilton se le escapó vivo. Durante viernes y sábado, el finlandés superaba al británico. Parecía que Bottas tomaba por la mano Mugello mejor que su rival. Pero el británico le arrebató la pole in extremis en los clasificatorios y tampoco pudo aprovechar el finlandés las oportunidades estratégicas que le proporcionaron los diferentes accidentes durante la prueba. Y cuando arrancó primero tras una de las interrupciones, el británico no desaprovechó la oportunidad para adelantarle y dejarle una vez más a su estela, casi ya sin opciones para el título. Bottas no gana desde la primera cita del campeonato en el Red Bull Ring.
Eliminado Max Verstappen desde la primera vuelta, el GP de Toscana trató entonces de quién acompañaría en el podio a los monoplazas alemanes. Por unos instantes parecía que Daniel Ricciardo iba a ganar su apuesta de la temporada a Cyril Abiteboul: un tatuaje que el jefe debe hacerse si su piloto sube al podio en 2020. Pero la última interrupción de la carrera (el accidente de Stroll) salvó al francés. Al jefe, no al piloto. Porque ese tercer puesto fue en buena lid para uno de los pilotos con más necesidad de resultados en los últimos tiempos: Alex Albon. Tanto, que su mensaje final por la radio al equipo lo decía todo: «Gracias por seguir conmigo».
Pero los accidentes, el coche de seguridad y las tres carreras en una que se vivieron en el GP de Toscana fueron tan protagonistas como la vertiente deportiva. Aquí entraba en juego la especial naturaleza de Mugello. A cada salida de pista de un piloto le acompañaba otra del coche de seguridad. La alta velocidad y la posición en que quedaban los monoplazas forzaron las banderas rojas. Todo empezó con el accidente de Verstappen y Gasly. Siguió con la polémica actuación del coche de seguridad, que terminó con otros cuatro monoplazas accidentados a altísima velocidad en la misma línea de salida. El de Sainz entre ellos.
Polémica con el coche de seguridad
«Nos dijeron que, básicamente, vamos a seguir con el procedimiento porque es mejor para el espectáculo, creo que esa fue la respuesta». Bottas comentaría después de la prueba que Mercedes había mostrado su preocupación ante los procedimientos de Dirección de Carrera al respecto, como la cada vez más tardía retirada de los avisos del coche de seguridad. «La FIA o FOM, no sé quién decide qué ocurre con el procedimiento, pero están intentando fomentarlo retirando las luces muy tarde para no poder abrir antes diferencias y luego escaparte en la curva antes de la recta. Quizás sea el tiempo de pensar si es seguro hacerlo así».
Al final, los comisarios emitieron un aviso a nada menos que doce pilotos por su comportamiento durante el proceso de relanzamiento de la prueba. Para Dirección de Carrera fue culpa de los pilotos. Para estos, de un procedimiento que causó confusión. La nueva política de la FIA lleva también a que los incidentes de cierta gravedad se gestionen con bandera roja y una nueva salida en parado. A Bottas y Ricciardo, como a Sainz en Monza, se les volvió en contra en esta ocasión. Al final nada menos que tres salidas, dos coches de seguridad, dos banderas rojas… «Una de las carreras más locas de mi vida», sentenciaba Lewis Hamilton, ya a solo una victoria de igualar el récord absoluto de Michael Schumacher.
Por su parte, Sainz y McLaren pasaron rápidamente página en el GP de Toscana. A la fuerza ahorcan. A pesar de las expectativas de rendimiento que el MCL35 genera en pistas de alta velocidad, el equipo británico descendía de la euforia de Monza al desconcierto de Mugello. El viento y el asfalto del trazado italiano dejaban a su monoplaza en el fondo de la clase media, y el noveno puesto de Sainz el sábado tampoco anticipaba grandes resultados.
«No había mucho que perder con el ritmo que tenía el coche, ya en las vueltas a parrilla he visto que iba fatal». Sainz arriesgó en la salida hasta incluso luchar por el quinto puesto con Lance Stroll, pero un trompo le envió al fondo de la parrilla para situarle en el epicentro del incidente múltiple que eliminó también a Latifi, Magnussen y Giovinazzi. Hubo suerte de no sufrir lesiones ante la espectacularidad y velocidad del accidente. Al menos, un consuelo dentro el infortunio para Sainz que le acompaña en esa particular montaña rusa a la que está subido en 2020.