El 28 de septiembre del año 2000, Porsche presentó ante la prensa el prototipo Carrera GT en París. Con Walter Röhrl al volante, el superdeportivo V10 de motor central y 558 CV estuvo circulando por la plaza Charles-de-Gaulle, más conocida como la plaza l´Étoile.
La repercusión de esta bestia fue enorme, pero era un coche que todavía no existía. En el año 2000, este deportivo no era más que una visión audaz, desarrollada a partir de los elementos de un nuevo coche de competición destinado a competir en las 24 Horas de Le Mans.
Dos décadas después de que el concept car viera la luz en París, la marca planeó su vuelta al Sena con la versión de serie de 612 CV. Debido al coronavirus el evento fue suspendido, aunque la firma decidió llevarlo a la plaza de París, en Berlín.
Un deportivo único
Con la decisión de no volver a Le Mans, los chicos de Porsche tuvieron la idea de revolucionar el mundo de los deportivos haciendo uso de los mejores aspectos técnicos del 9R3. Más tarde se desarrolló el prototipo presentado en el Salón de París, y dos años y medio más tarde, en el Salón de Ginebra de 2003, debutó la versión de producción.
Uno de los mayores desafíos de los ingenieros de Porsche fueron el desarrollo del chasis monocasco y el soporte del motor. Por primera vez en un Porsche de producción, ambos estaban fabricados en un material ligero pero muy resistente: plástico reforzado con fibra de carbono. Se añadieron otros ajustes como el Kevlar moldeado, estructuras muy ligeras de asiento, discos de freno cerámicos y el primer embrague bidisco en seco cerámico del mundo.
Con un motor V10 y una caja de cambios manual de 6 velocidades, la cilindrada aumentó de 5.5 a 5.7 litros y la potencia llegó a los 612 CV. Con 1.380 kg de peso, esta bestia conseguía pasar de 0 a 100 km/h en tan solo 3,9 segundos.