La gama Octavia de Skoda ha ido cerrando el círculo, dejando para el final las variantes más exclusivas, como el 'picante' RS o el emblemático Scout. Y hemos probado ahora este último, un vehículo que sigue gozando del cartel multiusos con total naturalidad.
Sin embargo, en esta nueva puesta en escena hay cambios importantes. Por ejemplo, hasta ahora se denominaba Scout a secas, tenía identidad propia. Ahora, esa denominación también salpica a modelos como el Karoq, Kamiq, Kodiaq, Superb o Fabia. Por eso el nombre pasa a ser Octavia Scout, y sólo se ofrece con la carrocería familiar Combi, algo que sucede desde vio la luz, en 2007.
La segunda novedad salpica de lleno a nuestro protagonista. Y es que en esta nueva generación el Scout brinda la posibilidad de apostar 'simplemente' por la tracción delantera. Hasta ahora sólo se comercializaba con tracción total, que sigue vigente, sobre todo con las motorizaciones más potentes.
El motivo es claro: rebajar el precio de salida. Y tiene lógica. Hay conductores que buscan una imagen más poderosa, pero que no necesitan tracción total. Es la forma de entrar en conflicto directo con rivales como el Ford Focus Sportbreak Active, por ejemplo.
Entramos ya en materia
El Octavia Scout que nos ocupa monta el propulsor 1.5 TSI de 150 CV, que se asocia a una caja manual de seis relaciones. Es la versión de acceso y más asequible de la gama. Cuesta 30.990 euros. Por situarlo, la única variante 4×4 disponible actualmente es un 2.0 TDI de 200 CV y cambio DSG, que incrementa la factura en 8.120 euros -con el mismo equipamiento-.
Como el resto de la gama Octavia, esta generación ha crecido 16 milímetros de largo y 15 de ancho. Su personalidad estética sigue vinculada a las protecciones que rodean la carrocería y al paquete 'malas carreteras', que blinda los bajos contra sorpresas en forma de piedras, ramas… Además, incrementa la altura respecto al suelo en 15 milímetros.
Lógicamente, ese 'look' nos permite salir del asfalto con algo más de seguridad. Pero sólo algo. Si las condiciones de adherencia -nieve, barro, arena…- se complican lucharíamos con las mismas armas que al volante de un Octavia Combi estándar. Primero porque los neumáticos 225/45 R18 que monta de serie son de corte exclusivamente asfáltico. Y en segundo lugar, porque no presenta perfiles de conducción 'off road' para mejorar la motricidad que sí contemplan los Scout con tracción total. Y también el mencionado Focus Active los lleva.
Dicho esto, el Octavia Scout TSI 150 CV va como la seda. Soy defensor de las transmisiones automáticas, que con este bloque nos obligaría a asociarlo al sistema de hibridación ligera de 48V. Pero la caja manual ofrece un tacto muy agradable. Refinado en marcha, presenta un empuje progresivo desde 1.600 rpm y hasta el corte de inyección -a 6.500 vueltas-. Si encaramos un trayecto por autopista, a 120 km/h apenas gira plácidamente a 2.600 rpm en sexta velocidad.
Cuando la carga del motor lo permite, entra en acción un eficiente sistema de desconexión automática de dos de los cuatro cilindros. Lo hace de una manera tan suave que no nos daremos cuenta, salvo por un pequeño logo 'eco' que sale en el cuadro. También hay que ser adivino para detectar algo cuando se conectan de nuevo. Esta solución, junto al sistema start/stop, nos ha permitido firmar un consumo medio de 6,6 litros reales.
Resulta solvente si analizamos sus prestaciones, aunque los datos registrados no son tan brillantes como los facilitados por la marca. En cualquier caso reacciona con suficiencia y su comportamiento es estable, aunque si forzamos no puede evitar ciertos balanceos de la carrocería. La dirección transmite, aunque no es muy directa -2,7 vueltas de volante- y saca buena nota en cuanto a frenadas se refiere: 35,7 metros necesita para detenerse por completo desde 100 km/h.
Una excelente habitabilidad
Si su condición dinámica convence de sobra, qué decir de su habitable interior. El sello Scout remata el conjunto con una tapicería específica ThermoFlux, y su presentación es totalmente digital. A diferencia de familiares cercanos, como el Seat León o el Volkswagen Golf, la pantalla del salpicadero no asume todo el protagonismo, ubicando algunas funciones con mandos físicos por debajo. Así es más intuitivo todo.
La habitabilidad no será un problema. Más bien al contrario, sobre todo si analizamos la cota de anchura en las plazas traseras, una de las más generosas de su segmento. Pero si hay algo donde saca pecho es en la capacidad del maletero.
Habrá que preguntar a Skoda su secreto para multiplicar siempre el volumen en la zona de equipaje. De hecho, nuestro protagonista cubica nada menos que 640 litros y se accede por medio de un gran portón con accionamiento eléctrico de serie. El único 'pero' es que nuestra unidad, al abatir el respaldo (60/40), no deja una superficie totalmente plana que facilite la introducción de grandes objetos. Debajo puede llevar una rueda de repuesto de uso temporal.
Si a todo esto unimos las soluciones Simply Clever, propias de la marca checa, y su buena ergonomía, lo cierto es que se trata de una gran baza a la hora de realizar largos desplazamientos.
Otro punto destacable de nuestro Scout es su generosa dotación de serie, como los faros matriciales Matrix Beam, un asistente de arranque en rampa, Front Assist con detección de peatones y ciclistas, alerta de cambio de carril, detector de fatiga, cámara trasera, climatizador bizona, asientos delanteros calefactados, Smartlink…
LA CLAVE
Personalmente siempre adquiriría el Scout dotado de tracción total para afrontar nuevos retos, pero entiendo perfectamente que Skoda ofrezca esta versión con tracción delantera, motor TSI de 150 CV y cambio manual porque reduce mucho la factura y mantiene su poderosa imagen campera.