Hace unas semanas veía la luz la séptima generación del mítico 911 GT3, una versión que desde sus orígenes traslada parte del ADN de la marca en el mundo de la competición al cliente de calle. Durante su desarrollo, los chicos de Porsche se han centrado en mejorar aún más las prestaciones sin perder parte de la funcionalidad cotidiana.
Para lograr este objetivo, ha sido fundamental la cooperación entre los técnicos de desarrollo de modelos de serie y los especialistas del departamento de Competición. Uno de los puntos principales son los avances tecnológicos, como el alerón trasero suspendido, una pieza que se ha incorporado por primera vez a un coche de serie de Porsche. «Desarrollamos la aerodinámica del nuevo 911 GT3 en unas 700 simulaciones. Dedicamos más de 160 horas a la puesta a punto del coche en el túnel de viento«, ha explicado Mathias Roll, ingeniero de aerodinámica.
Según la marca, en estas pruebas en el túnel de viento de Weissach, a 200 km/h y con la configuración de serie, el nuevo 911 GT3 generó un 50% más de carga aerodinámica que su predecesor, mientras que con la configuración de máxima carga aerodinámica, el aumento superó el 150%.
Motor con ADN de competición
Más tiempo se necesitó para las pruebas en banco del motor de 4.0 litros de alto régimen. «En total, el motor del nuevo GT3 funcionó durante más de 22.000 horas en el banco. Durante esas pruebas, hemos simulado repetidamente los perfiles típicos de los circuitos y hemos hecho funcionar el propulsor a pleno rendimiento durante una proporción muy elevada de tiempo», ha asegurado Thomas Mader, Director de Proyecto de Motores para GT de serie. Este motor, basado en el de competición del 911 GT3 R, cuenta con 510 CV, lo que suponen 10 CV más que el anterior GT3.
Por último, los ingenieros y los pilotos pusieron a prueba el motor fuera del banco. En el óvalo de Nardò (Italia) rindió sin problemas durante 5.000 kilómetros, a una velocidad constante de 300 km/h y parando solo para repostar.