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Opel Grandland X Hybrid 4 Ultimate. La chispa adecuada

A Opel le vino como anillo al dedo su entrada en PSA. Gracias a ello avanzó a pasos de gigante hacia la electrificación; tan de moda y, a la vez, vital para la supervivencia futura de las marcas.

En tres años la marca alemana ha pasado a tener dos turismos eléctricos -el Corsa-e y el Mokka-e-, además de los Combo-e, Vivaro-e y Zafira-e Life. Pero no hay que olvidar su Grandland X Hybrid, un SUV con una mecánica híbrida enchufable, gracias a la cual consigue la etiqueta '0 Emisiones', y que se erige como una sensata opción para quienes piensan que dar el salto al eléctrico puro es una idea 'suicida' a día de hoy.

Si eres de estos últimos, y si no recorres más de 50 kilómetros al día -o haces más, pero dispones de un punto de carga al margen del de casa-, no lo dudes. Un PHEV, híbrido enchufable, Plug-in Hybrid o como quieras llamarlo puede ser la clave. Tanto, que de lunes a viernes no escucharás el 1.6 Turbo de este Grandland X, que en ciclo WLTP anuncia una autonomía media en modo eléctrico de 59 kilómetros.

Cubrir esa distancia sin gastar una gota de combustible es complicado, porque requiere ser escrupuloso con el acelerador, prescindir de la calefacción, de la radio o los limpiaparabrisas. Todo devora vatios. Aún así, acariciar la barrera de los 50 kilómetros es factible con una carga de sus baterías, de 13,2 kWh de capacidad total. Ten en cuenta que hacerlo en casa, además de unas siete horas en un enchufe convencional -lógico será tener un wallbox, donde se carga en dos horas-, más o menos te puede salir por 1,50 euros. Eso son tres euros cada 100 kilómetros: lo que cuestan 2,3 litros de sin plomo.

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La ausencia de ruido o vibraciones por parte de un motor térmico hace que se perciban algunos ajustes que mejorar en su habitáculo, los cuales no han salido a relucir en un 3008 Hybrid4 o en un DS 7 Crossback E-Tense, sus almas gemelas.

Aún así, el interior transmite solidez y todo está colocado con una gran lógica. Pero en un mundo cada vez más digital, sorprende que un vehículo tan sofisticado use una pantalla en blanco y negro entre sus relojes analógicos, o que su pantalla central de 8 pulgadas sea bastante sencilla en cuanto a información. Pero agradecemos los botones del climatizador automático.

Curioso es que al circular en modo eléctrico se convierta en el único Opel con propulsión trasera, porque es el motor de su eje posterior el que mueve el vehículo. Y lo hace hasta 135 km/h.

A ese ritmo su batería te durará poco más de 20 kilómetros, por lo que en carretera lo suyo es circular en el modo Hybrid, donde su 'cerebro' obtiene conclusiones para minimizar el gasto combinando su motor de gasolina y sus dos eléctricos. Y si además sabemos que nuestro destino permite sacar jugo a su parte eléctrica, incluso podemos reservar la carga de la batería en ese momento usando el programa e-SAVE. No solo eso, sino que nos permite cargar su batería en marcha, solución que implica derrochar algunos litros. Tantos, que circulando a 100 km/h, en solo 30 kilómetros cargó energía para hacer 8 en modo eléctrico. Pero su consumo se disparó a 9,6 l/100 km, cuando en Hybrid, y a ese ritmo, gasta 5,9 l/100 km.

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Y es que los híbridos enchufables tienen el inconveniente de que cuando su batería se agota, el consumo se resiente más que en un vehículo convencional. Pero recuerda que de lunes a viernes no has gastado ni gota. Además, le hemos medido un consumo medio de 6,6 l/100 km -obtenidos 'tiesos' de batería-, que aunque choca con el 1,3 homologado, no se puede considerar disparatado para un SUV de 1.875 kilos y 300 CV.

Corre que se las pela

Esa potencia se nota, porque este Grandland X corre que se las pela. Así, acelera de 0 a 100 km/h en 5,4 segundos -6,3 necesitaba un Insignia OPC con 325 CV- y sale del primer kilómetro a 203 km/h. Frena correctamente y adelantar es pan comido; ya que siempre guarda un remanente de energía para deleitarte cuando tú lo necesites.

Dinámicamente este Grandland X sorprende, pero se le nota pesado y su dirección no es todo lo agradable que debería. Además, ojo con dar gas en curva, porque si nos pasamos despertamos su motor trasero, que de inmediato inyecta 113 CV y 16,9 mkg de par. Y su acción se nota, hasta el punto de obligarnos a corregir un poco con la dirección.

No estaría tampoco de más una suspensión activa para su modo Sport, o que al llevar su selector del cambio a la posición 'B', en el que retiene más gracias a la acción de sus dos motores eléctricos, se encendieran sus luces de freno, porque la deceleración es notable.

Por cierto, ese interior es amplio, pero su maletero se conforma con 390 litros, que no son muchos. Y aunque su equipamiento es completo en este acabado Ultimate, único disponible, al margen se paga el control de velocidad activo, el asistente de aparcamiento o la cámara de visión trasera, cuando cuesta 52.385 euros. Eso sí, con descuentos por financiar y Plan MOVES se queda en 40.075 euros, 6.370 más que la versión de 225 CV, que tampoco está nada mal.

LA CLAVE

Los vehículos eléctricos puros no son, por el momento, la solución para todo el mundo. Pero los híbridos enchufables como este Grandland X, sí. Logra la etiqueta 0, te permite moverte en tu día a día sin gastar ni gota… y sin emitir CO2. Pero cumple en largos trayectos. Lo mejor de dos mundos, y sin renunciar a nada.