El 23 de agosto de 1957 en Boneville (Estados Unidos), Stirling Moss, al volante del MG EX 181, se hizo con el récord del mundo de velocidad con una marca de 395,32 km/h. Este bólido consiguió el record de velocidad en tierra para los vehículos de la Clase F, con motores de entre 1.1 y 1.5 litros.
Para conseguirlo, el piloto británico tuvo que completar dos vueltas al recorrido de un kilómetro en línea recta ubicado sobre la superficie del desierto de sal de la región norteamericana. Esta marca era la media de velocidad máxima alcanzada en cada una de ellas, y superó el anterior récord de 326,69 km/h conseguido por Goldie Gardner en 1939.
Tras someterse a pruebas en el túnel de viento de Armstrong Whitworth, los ingenieros de MG comenzaron una producción artesanal para dar al MG EX 181 su aspecto definitivo. Su escasa altura sobre el asfalto era su característica principal, que utilizó un chasis tubular hecho a medida, con una suspensión delantera derivada del MG MGA y un eje De Dion como suspensión trasera. Además, el motor se alojaba en la parte central del automóvil.
Hasta 300 CV
Esta bestia estaba impulsada por un motor sobrealimentado de 1,5 litros con doble cámara que había sido ajustado para funcionar con una mezcla de metanol con nitrobenceno, acetona y éter sulfúrico. La unidad desarrollaba una potencia máxima de 290 CV a 7.300 rpm con un par máxima de 699 Nm a 5.600 rpm. Dos años más tarde, llegaba una versión mejorada de su motor para alcanzar los 300 CV, permitiendo a Phil Hill establecer un nuevo récord de velocidad llegando a los 410,23 km/h.