La experiencia de Renault en vehículos eléctricos y su avanzada aplicación en el mundo de la Fórmula 1 ha hecho posible una rápida adaptación a modelos como el Mégane Sport Tourer E-TECH, un híbrido enchufable que combina lo mejor de dos mundos.
Dos aspectos marcan la personalidad de este práctico y eficiente modelo familiar. Por un lado es de los vehículos con esta tecnología que mayor provecho saca al aporte eléctrico. Y por otro, y relacionado en cierto modo, monta una avanzada caja automática multimodo que prescinde de embrague y sincronizadores.
De hecho es el modelo de los cuatro analizados en este número de la revista que menos potencia ofrece con el motor térmico: 91 CV. Y también es 'original' al montar dos propulsores eléctricos, uno principal de 67 CV y otro 'auxiliar' de 34. Siempre inicia la marcha en modo eléctrico y el motor más modesto es el encargado de arrancar el térmico y de igualar el giro del cigüeñal con el eléctrico más potente. La potencia total es de 160 CV.
Todo esto se traduce en una suavidad de marcha excelente, superior a la media. El cambio multimodo contempla hasta 15 combinaciones diferentes asociadas a los tres motores, y hasta presenta una función Brake 'B' que multiplica 2,5 veces la intensidad de la frenada regenerativa.
La batería de iones de litio tiene 9,8 kWh de capacidad bruta y homologa 46 kilómetros de autonomía exclusivamente eléctrica. por eso logra la etiqueta 0 emisiones. Nosotros, en nuestro recorrido habitual (20 kilómetros en ciudad y el resto por autovía) fuimos capaces de recorrer dos kilómetros menos, con un consumo medio de14,5 kWh.
Como ocurre con muchos de los modelos plug-in, el coste de uso diario se mueve en torno a los 2,3-3,0 euros cada 100 kilómetros, muy asumible de realizar si nos movemos en ese kilometraje habitualmente, ya que no será necesario hacer funcionar el bloque térmico.
La batería se carga en un enchufe doméstico de 220V y 2,4 kW en 5 horas y 30 minutos. El cargador embarcado del vehículo limita a 3,5 kW la operación de carga, reduciéndose hasta las 3 horas el tiempo para completar la acción. Cuando lo hacemos el ordenador marca 49 kilómetros de autonomía eléctrica.
Su rodar es suave y refinado
El conductor puede elegir entre varios modos de actuación, pero nunca sobre el cambio, que actúa internamente para ofrecer lo mejor en cada momento. No contempla una función secuencial que sí ofrecen otro rivales.
A través del asistente Multi-Sense podemos activar los modos Pure, que fuerza el funcionamiento exclusivamente eléctrico; Sport, enfocado al máximo rendimiento; y My Sense, que busca el equilibrio del funcionamiento híbrido. Además cuenta con una función e-Save que permite reservar (e incluso recargar en marcha) el nivel de la batería.
El Mégane Sport Tourer E-TECH engancha por su refinamiento y confort de marcha. El cambio multimodo actúa como un sofisticado variador que apenas transmite sobresaltos en su funcionamiento.
El mayor inconveniente viene cuando tenemos intención de pasar un buen rato y protagonizamos una conducción más dinámica. En ese momento ya no se muestra tan agradable, sobre todo si la batería está bajo mínimos. El motivo es que el incremento de la velocidad y la sonoridad van un tanto desacompados…
Sus prestaciones son muy aceptables, aunque su extraordinaria progresividad no lo transmite al interior. Una vez que comprobamos los datos del correvit salimos de dudas y están dentro de lo esperado.
Y como suele ser habitual en este tipo de vehículos, cuando la batería se agota funciona automáticamente en modo híbrido. Si activamos el modo e-Save el consumo se nos dispara un tanto (hasta 6,9 litros circulando en autopista).
Acabado deportivo
El acabado RS Line de nuestra unidad se rodea de una imagen más deportiva, pero no repercute en beneficios extra a nivel de chasis o amortiguación. De hecho neutraliza de una manera tirando a suave las irregularidades del asfalto y la dirección también apuesta más por el confort que por una acción directa (2,8 vueltas de volente entre topes). Frena bien y su dinámica busca ese equilibrio entre deportividad y bienestar que Renault imprime a sus vehículos. Y si nos pasamos de la raya la electrónica entra en acción de inmediato (deja menos margen para 'jugar' que otros rivales).
El interior está totalmente digitalizado, con una pantalla táctil en el salpicadero en formato vertical de 9,3 pulgadas. Los guiños deportivos son evidentes también dentro, sobre todo por las espectaculares butacas delanteras que sujetan de maravilla.
La batería (pesa 105 kilos) se ubica debajo del asiento trasero y no interfiere en el espacio para las piernas. El maletero sí que ve reducida su capacidad hasta los 389 litros (130 menos que el resto de versiones térmicas).
La asistencia a la conducción está garantizada bajo el paraguas EASY DRIVE, con elementos como un control de velocidad adaptativo, asistente de conducción en autopista con función de atascos, luces de carretera inteligentes, aparcamiento asistido, cámara 360º, Head-up display… También la oferta multimedia es muy genorosa.
¿Y el precio? Esta tecnología tiene un sobrecoste de 6.000 euros respecto al TCe EDC de 160 CV R.S. Line. Sin embargo, si nos beneficiamos de todos los requisitos y ayudas del Plan Moves III, la tarifa final se quedaría en apenas 30.810 euros con el mismo acabado, es decir, apenas 1.500 euros más. Y esto explica en parte el gran auge de este tipo de vehículos plug-in, donde Renault ofrece ya un amplio abanico de posibilidades.
LA CLAVE
Una atractiva elección si buscamos espacio, confort de marcha, una buena dinámica y un coste de uso casi de risa si nos movemos en torno a los 50 kilómetros diarios gracias a la autonomía eléctrica que nos brinda su tecnología PHEV. El cambio multimodo contribuye a su refinado funcionamiento.