Heredero del 190, tres décadas después del lanzamiento de la primera de sus cinco generaciones, el Clase C sigue siendo una de las piedras angulares de la marca de la estrella. Más de 10,5 millones de unidades de este polivalente coche ruedan ya por el mundo y si nos ceñimos a la carrocería familiar, Estate, objeto de esta prueba, merece la pena saber que en mercados como el alemán es protagonista en 2 de cada 3 ventas. Una pena que el mercado de las berlinas esté en claro retroceso frente a los SUV y que los motores diésel estén siendo injustamente criminalizados en esta caza de brujas que afecta al automóvil.
Basta arrancar este Clase C para que los más de 1.000 kilómetros de autonomía que nos anuncia su cuadro de instrumentos nos hagan esbozar una sonrisa ante lo que tenemos entre manos.
Pero no adelantemos acontecimientos; lanzado este mismo año, en materia de habitabilidad el Clase C modifica sus cotas exteriores para posicionarse entre sus principales rivales, pues con 4,75 metros es solo un centímetro menor que un Audi A4 Avant y cinco mayor que un BMW Serie 3 Touring, aunque es cierto que su distancia entre ejes es la más amplia, lo que le ha permitido mejorar sus cotas inferiores y su capacidad de maletero, uno de sus principales hándicap. Con esta ganancia interior se bate de tú a tú frente a los citados rivales, gracias a unas cotas interiores muy similares y una capacidad de carga de 490 litros que prácticamente los iguala, aunque es cierto que penaliza en funcionalidad a causa de unas butacas situadas demasiado bajas y unas puertas traseras con un ángulo de apertura muy reducido que dificultan la entrada.
Con la tecnología de la Clase S
Tradicionalmente la Clase C ha cargado con la complicada misión de trasladar hasta el segmento de las berlinas medias gran parte de la carga tecnológica de la Clase S, y esta generación no es una excepción, pues basta sentarnos en el puesto del conductor para descubrir las dos inmensas tablet de 12,3 pulgadas; una para el cuadro de instrumentos y otra vertical para la multimedia que nos anticipan la tormenta tecnológica que se avecina. Hablamos del sistema operativo MBUX 2.0, una evolución que destaca por haber mejorado de forma ostensible el sistema de reconocimiento de órdenes vocales que activamos con un simple Hey Mercedes y que nos permite manejar toda le electrónica del coche con comandos de voz naturales como 'Tengo frío', además de una nueva funcionalidad con la que podemos manejar la domótica doméstica, lo que nos permite poner la calefacción o encender las luces. El funcionamiento es relativamente sencillo y no tardamos en acostumbrarnos, aunque es cierto que se mantienen los pulsadores sensitivos en el volante multifunción y en una regleta bajo la pantalla vertical para accionar las órdenes más habituales y que en ocasiones no responden con demasiada precisión a nuestras órdenes. De momento seguimos prefiriendo la botonería de toda la vida.
Mercedes ha hibridizado toda su gama de motores, bien de forma ligera, como en este caso, o bien completamente, homologando una autonomía eléctrica de 100 kilómetros. Con 200 caballos este 220 d representa la opción intermedia de potencia y a nuestro parecer la más razonable. En este caso la hibridación ligera nos permite contar con un extra de 20 caballos, sistema eléctrico que se hace cargo del Start&Stop y nos aporta un plus de potencia en aceleraciones contundentes a la vez que impulsa cuando rodamos en modo inercia, soluciones todas ellas que le permiten homologar un consumo medio de 5,1 litros a los 100 kilómetros.
Al volante de esta unidad con estética y suspensiones AMG y tren trasero direccional (2,5 grados de guiñada) nos llama la atención un tacto de conducción que gana ligeramente en deportividad, o más bien en agilidad, aunque sin llegar al extremo de la Serie 3, cualidad que sigue confirmando a la Clase C como la opción más confortable a la hora de viajar. El selector de modos de conducción Dynamic Select, se deja notar sobre todo en la gestión del motor y el cambio 9G-Tronic. Se trata de un bloque excelente en su empuje a partir de las 2.800 vueltas, ayudado además por la última evolución del citado cambio automático de convertidor de par que parece literalmente leernos la mente a la hora de engranar la velocidad ideal en cada momento de forma casi imperceptible, lo que hace inútil perder el tiempo gestionando la caja manualmente a través de las levas que tenemos tras el volante.
Con un esquema de suspensiones similar al modelo precedente, trasmite una sensación de confianza absoluta en curva rápida, con unos apoyos firmes a lo largo de toda la transición del viraje. Tan sólo con el ESP desconectado y en virajes cerrados detectamos ligeros deslizamientos de los neumáticos posteriores, que se corrigen tan pronto modificamos el ángulo de giro con el volante, sin ni siquiera actuar sobre el pedal del acelerador. Sin llegar a los estándares de comodidad de su hermano mayor el Clase E, podemos afirmar que este Clase C redefine los estándares de confort de su segmento, sin necesidad de montar suspensión neumática, algo para las opciones 100% híbridas.
El conjunto se completa con un equipo que cumple con lo esperado, sumando además elementos como las más de 60 opciones de iluminación interior, el reconocimiento de huella para identificar al conductor, la cámara exterior 360 grados con realidad aumentada, la iluminación Digital Light o los diferentes programas de relajación que combinan sonidos con masajes y modificaciones en la tonalidad interior.
LA CLAVE
A día de hoy es verdaderamente complicado encontrar una opción mejor si lo que queremos es hacer muchos kilómetros con un coste verdaderamente reducido. Sin olvidarnos de un nivel de carga tecnológico bien entendido que nos hace la vida a bordo más sencilla tras un periodo razonable de aprendizaje.