La Fórmula 1 esperaba con impaciencia el Gran Premio de las Américas. Tras la ausencia en 2020 volvía al calendario una de sus pistas más espectaculares, en uno de sus grandes mercados. Afortunadamente, los espectadores llenaron a rebosar el circuito, fruto también por el impacto de la serie «Drive to Survive», en Netflix. Hasta los pilotos se sorprendían de la acogida, que notaban en las calles. 380.000 espectadores durante los tres días, casi 140.000 en la carrera. Brutal. Numerosas estrellas americanas se dieron cita en el gran premio americano. Y parte de tan rebosante aforo acudía por el duelo entre Lewis Hamilton y Max Verstappen. El Gran Premio de las Américas no defraudó las expectativas.
Si cada circuito es crucial en esta recta final del campeonato, para Red Bull estaba tachado con una cruz favorable a… su rival. Las dos próximas citas se antojan favorables al monoplaza austríaco, por lo que era necesario minimizar el previsible golpe. Todo apuntaba a otro aplastante dominio del equipo alemán en Austin tras su rendimiento inicial el viernes. Qué había encontrado Mercedes para su velocidad punta en las rectas y en las curvas rápidas tras lo visto en las dos últimas carreras era motivo de especulación, y de preocupación para su rival. Más potencia de motor, una configuración aerodinámica que reducía el 'drag' en las rectas…
Un duelo de los de antes
Sin embargo, el equipo austríaco se destapó el sábado. Los baches y el calor obligaron a Mercedes a ajustar su monoplaza mientras Red Bull encontraba el punto dulce con el suyo. Verstappen y Hamilton coincidirían en la primera curva del gran premio. Así fue, pero esta vez sin incidentes. Afortunadamente, porque comenzó una lucha titánica y visceral hasta el último metro del gran premio, un duelo apoteósico que Red Bull remató a su favor con jugadas estratégicas maestras y un Max Verstappen maduro y pletórico como piloto, tanto al volante como estratégicamente.
Hamilton adelantó a su rival en la salida desde la segunda posición, pero el holandés no le dejó marchar. Red Bull tenía que ganarle la partida desde boxes y su primer ataque llegó en la vuelta 11. Hamilton tardó tres vueltas en entrar. El holandés le ganó el primer envite y se puso en cabeza. Pero el británico empezó a recortar diferencias agresivamente. Cuando en la vuelta 29 los neumáticos de Verstappen empezaron a desfallecer, de nuevo el equipo tomó la iniciativa antes de que lo hiciera su rival. Pero al entrar mucho antes que su rival podía comprometer su final de carrera. El duelo estaba servido y Hamilton olía a victoria con su ataque en la recta final de la prueba. Hasta Toto Wolff le animaba con la perspectiva del triunfo. No solo estaba en juego la victoria, sino el diferencial de puntos que podía reducirse o, por el contrario, crecer en contra en una pista favorable a priori a Mercedes.
Hamilton aguantó al máximo para montar su último juego. Empezó de nuevo a engullir la diferencia del holandés desde los nueve segundos al salir a la pista hasta colocarse a la estela del alerón del Red Bull en los últimos giros. Pero Verstappen tenía guardada una vuelta final extraordinaria. Hamilton casi le podía tocar con la mano, pero no pudo superarle. «No es el resultado que nos hubiera gustado, pero gran trabajo», le felicitaba un desilusionado Toto Wolff a su piloto, que bajó fundido por el esfuerzo llevado a cabo. «Dimos todo lo que teníamos, pero fueron más rápidos que nosotros este fin de semana», resumía el británico, «no puedo destacar por qué». En Mercedes, como en Red Bull estas dos últimas carreras, se estarán rascando la cabeza.
Por el contrario, Verstappen felicitó a su equipo por la radio. «Está bien ser agresivos» en referencia a la brillante estrategia de su equipo. El resto fue obra suya, en una de sus mejores carreras de la temporada. Ambos estuvieron sublimes, y a la altura nuevamente del fantástico duelo que están protagonizando en 2021. Y lo mejor está por llegar. Solo diez puntos separan a ambos y cinco carreras para cerrar el campeonato.
Sainz, un extraño sabor de boca
Para Carlos Sainz, sin embargo, el Gran Premio de las Américas dejó un extraño sabor de boca y la sensación de haber desperdiciado parte del potencial de su monoplaza en Austin. La cuarta posición final y el ritmo de Charles Leclerc confirmaban que Ferrari se ha convertido en el tercer equipo de la parrilla, quizás ayudado por su última especificación de motor. Sainz pudo haber terminado justo por detrás fácilmente, pero en el debe del piloto y del equipo a partes iguales se justifica ese séptimo puesto final.
Sainz era el único piloto con neumáticos blandos entre los ocho primeros. Una ventaja inicial para ganar posiciones que no pudo aprovechar en la primera vuelta. Incluso perdió con Daniel Ricciardo, lo que condicionaría más tarde su carrera. Entonces sería el equipo quien terminó por arruinar sus opciones con otra deficiente parada en boxes que impidió un fácil 'undercut' al australiano después de que Sainz hubiera cocinado a fuego lento la maniobra. Y cuando intentó ganar la quinta posición en la pista un toque con Ricciardo y unos neumáticos 'cocidos' por el esfuerzo le dejaron a manos de un Valtteri Bottas que nunca tuvo el ritmo del español. Por esta vez piloto y equipo estuvieron por debajo de su monoplaza.
En cuanto a Fernando Alonso, el gran premio americano se convirtió en la peor carrera del año para Alpine. Desde el viernes el A521 tropezó con los baches y el calor de Austin, y solo ligeramente pudo recuperarse durante la carrera. Desde la última línea, Alonso casi llegó a entrar en los puntos hasta que el alerón trasero se rompió. Extraña avería para un extraño fin de semana. Alpine llevaba dieciséis carreras en los puntos, hasta Austin. También era la primera ocasión en la que abandonaban sus dos monoplazas. Alonso no lo hacía desde la primera carrera en Bahrein. Era el segundo abandono para los dos pilotos. Al menos, el español contará con un motor más fresco para las últimas carreras. Efectivamente, el Gran Premio de las Américas respondió a las mejores expectativas para un gran premio de semejante trascendencia para la Fórmula 1. Para Alpine, sin embargo, fue la excepción.