Los 182 caballos del Renault 25 y los 175 del Saab 9000 parecían mágicos gracias a la incorporación de sendos turbocompresores de altas prestaciones. Un sistema de optimización de la energía que comenzaba a popularizarse y que traspasaba las 'fronteras' de los deportivos para ir a prestar sus servicios a otros segmentos, como éste de las berlinas de representación y altas prestaciones.