Pese a que en las rotondas solemos ir a una velocidad reducida, el número de siniestros es muy elevado a día de hoy, como si se tratara de un mal endémico de estas vías desde hace 45 años. Según un informe de Automovilistas Europeos Asociados, el 10 % de los accidentes con víctimas se producen en las glorietas. Las estadísticas son contundentes e invitan a la reflexión: de 2015 a 2019, por ejemplo, se registraron 45.000 siniestros, con un saldo total de 317 fallecidos y más de 58.000 heridos graves.
Una rotonda se define como plaza de circulación giratoria. Siempre, precedida e indicada con señal R-402, que es circular de fondo azul y tres flechas blancas formando un círculo que nos indica el sentido obligatorio giratorio que deben seguir los vehículos. Ahora bien, saberse la definición está genial, pero hay que seguir ahondando en la teoría para conocer mucho más sobre un punto tan importante de nuestras vías.
1¿Cómo debo entrar en una glorieta?
La clave en esencia está en utilizar correctamente los carriles. Ojo a los datos. Según la DGT, los conductores no lo tienen muy claro porque el 75 % de los mismos no sabe usarlos bien. Según Tráfico, además, el 68% de los automovilistas se posiciona en carriles inadecuados. Pero si te sorprenden estos datos te impresionará más saber que el 54 % de los accidentes en rotondas se producen en su entrada. Es decir, acceder a una rotonda es uno de los momentos más críticos y necesitarás extremar la prudencia y evitar precipitarte.
La preferencia de paso en una rotonda la tienen los vehículos que circulan en su anillo. Recuérdalo porque es lo primero que debes cumplir. Reduce la velocidad o detén el coche si es necesario hasta que sea seguro acceder. Si hay elementos que pueden impedir la visibilidad, como por ejemplo un cambio de rasante, siempre debes detener el coche antes de entrar.