Pacto de caballeros… Suena bien, ¿verdad? Casi propio de otro tiempo, pero, cómo no, del país del sol naciente. La cultura automovilística japonesa es una de las más importantes a nivel mundial y, de hecho, cualquier aficionado que se precie la respeta. Del país nipón han salido algunos de los deportivos más especiales de la historia. Ya sea por lo que significaron o por su pedigrí en competición. Hay muchos coches que son ‘carne de cañon’ en el mercado de usados, provocando una escala en el precio de estos.
Sin embargo, hay que decir que en este mercado –Japan Domestic Market o JDM– todos los coches fabricados han estado limitados a 280 CV de potencia durante casi dos décadas. ¿Qué razón existió para que se implantase tal restricción? Y, sobre todo… ¿por qué ya no se tiene en cuenta? A continuación resolvemos dudas sobre esta peculiaridad automovilística.
1El límite de potencia… todo un pacto de caballeros
Para encontrar la razón por la que se implantó el limite de 280 CV de potencia primero tenemos que ir hasta el fondo del asunto indagando en otra limitación japonesa: una velocidad punta máxima de 180 km/h, la cual sigue vigente a día de hoy. Todo tiene una explicación. A finales de los 70 se empezaron a popularizar las carreras ilegales en carretera abierta, algo que suponía un riesgo tanto para los infractores como para el resto de conductores.
Esta actividad delictiva desembocó inevitablemente en un repunte de la mortalidad en carretera. Por tanto, la Asociación Japonesa de Fabricantes de Automóviles decidió que se limitase la velocidad máxima de todos los coches a 180 km/h. Ese resultó ser, al fin y al cabo, un paso previo para limitar también la potencia de los coches. Para la década de los 80 esta comenzaba a aumentar muy mucho gracias a las espectaculares mejoras técnicas.