A día de hoy prácticamente todos los modelos de la gama del fabricante de Múnich están tocados o tienen una versión firmada por la división BMW M. Sin embargo antaño todo era muy diferente, hasta el punto de que el nacimiento de esta sensacional división no sucede hasta la aparición de un superdeportivo de la talla del BMW M1. Y este ejemplar, quizá más especial que el resto de sus hermanos, está buscando un nuevo hogar.
Y es que para empezar el BMW M1 que tienes ante tus ojos fue encargado precisamente por el hombre que dirigió originalmente la división BMW M allá por el año 1980. Ese no es otro que Jochen Neerpasch, que antes de tomar las riendas también fue piloto de carreras. Y su experiencia fue clave para el desarrollo de este deportivo que marcó un punto y aparte en la historia de la compañía alemana.
Este BMW M1 podría superar el millón de euros
Aunque el BMW M1 fue un auténtico fracaso a nivel comercial, lo cierto es que por aquellos entonces era un vehículo muy deseado por los clientes. Cosa que ahora se mantiene por parte de los coleccionistas más acaudalados del planeta. Y no es para menos, porque los especialistas de RM Sotheby’s dicen que esta unidad podría superar la cifra de los seis dígitos en su subasta. Además ellos dicen que el propio Neerpasch adquirió el vehículo a título personal en 1980 cuando dejó BMW.
Por si este detalle no fuera suficiente para justificar su precio, este BMW M1 es uno de los cuatro que salieron de la fábrica con una carrocería pintada en color gris. También se dice que es el único que luce un interior que combina la tela con cuero de color marrón. Neerpasch condujo este deportivo hasta que aceptó una oferta por International Management Group, quien adquirió este BMW M1 a mediados de la década de 1980. Y esta venta se tradujo en una frase de Neerpasch como ‘este fue uno de mis errores en la vida’.
Un deportivo alemán con ADN italiano
Incluso sin la historia que encierra este BMW M1 y sin tener en cuenta la extraña combinación de colores, este deportivo continúa siendo muy especial. Su carrocería fue diseñada por el gran Giorgetto Giugiaro, mientras que el chasis tubular corría por cuenta del ingeniero Gian Paolo Dallara. Este deportivo estaba animado por el corazón que posteriormente usarían los primeros BMW M5 de la historia, solo que ubicado tras sus dos asientos. Este no es otro que un 3.5 con seis cilindros en línea y atmosférico, que proporcionaba 278 CV de potencia y 330 Nm de par motor, enviados a su eje trasero por una transmisión manual con cinco velocidades que fabricaba el especialista alemán ZF.