En 1994, el concept-car Citroën Xanae apareció por sus formas redondeadas y su máximo aprovechamiento del espacio interior para optimizar el confort. Pocos años después, sus ideas se harían realidad en el Citroën Xsara Picasso, un monovolumen compacto que daría lugar a una amplia saga de automóviles con la comodidad, la amplitud y su producción en el Centro de Vigo como elementos comunes.
El Citroën Xsara Picasso marcó un antes y un después en el universo de los monovolúmenes, por su estética redondeada y su modularidad interior. Su legado sigue muy presente en la actual gama de la marca francesa. Y heredaba en cierto modo la originalidad de otros modelos históricos de Citroën.
Citroën Xsara Picasso, de Vigo para el mundo
El Citroën Xsara Picasso fue un éxito mundial. Empezó a fabricarse en la planta de Vigo, en exclusiva mundial. Pero dada su alta demanda en una gran variedad de mercados, también se ensambló en Porto Real (Brasil) y en Wuhan (China).
Por su estilo innovador, su confort, habitabilidad y sus cualidades en carretera, el Citroën Xsara Picasso fue toda una revolución que respondió a las demandas de una clientela que deseaba un vehículo polivalente, modulable y multiuso con las cualidades de una berlina: seducción, seguridad, robustez y facilidad de conducción.
Exteriormente, el Citroën Xsara Picasso asumía formas de monovolumen en su parte delantera, gracias a su parabrisas en continuidad con el capó. En la parte posterior, sus formas se acercaban a las de las berlinas de cinco puertas, con su portón inclinado.
Proporciones inéditas en el Citroën Xsara Picasso
Por sus dimensiones se podía catalogar como un coche compacto, pero muy espacioso, ya que sus proporciones inéditas, con una distancia al suelo reducida, le hacían disponer de una habitabilidad más que generosa (4,27 metros de longitud, 1,63 metros de altura y 1,75 metros de ancho).
Ofrecía simultáneamente cinco amplias plazas (los tres pasajeros traseros se beneficiaban de asientos de dimensiones idénticas) y un amplio maletero de 550 litros bajo la bandeja, es decir, una capacidad equivalente a la de un freno del segmento D.
Un espacio que se multiplicaba gracias a su modularidad. Sus asientos traseros eran abatibles, rápidamente desmontables y fáciles de transportar gracias a su asa integrada, lo que permitía la posibilidad de habilitar el interior del vehículo según conveniera. Gracias a que la palanca del cambio estaba situada en el salpicadero ya que el freno de mano se encontró a la izquierda del conductor, el suelo era totalmente plano y quedó libre un auténtico pasillo en el interior del vehículo.
Además, el Citroën Xsara Picasso ofreció una amplia guantera, un alojamiento para botellas de hasta 1,5 litros y portalatas en cada puerta, dos huecos en el suelo, en las plazas traseras, un cajón bajo el asiento del pasajero delantero, mesitas y amplias bolsas en los respaldos de los asientos delanteros, un portagafas… los espacios para guardar objetos no faltaban. El maletero disponía también de dos huecos: uno, cerrado, en la parte lateral izquierda; otro, el Modubox, situado a la derecha.
Interior confortable y realmente amplio
Fiel a la filosofía Citroën, el Xsara Picasso estaba pensado para ofrecer el máximo confort a todos sus ocupantes, comenzando por la posición de conducción. Actualmente, es un elemento muy habitual, pero hace dos décadas, cuenta con el reglaje de la altura del volante y el asiento del conductor para adaptarse a cualquier morfología era algo reservado a los automóviles de lujo.
Otro elemento que se anticipó varias décadas fue la pantalla situada en pleno centro del salpicadero, visible por todos los pasajeros. Como en los Citroën actuales, obtuvo datos como la velocidad, los mensajes de alerta, así como otro tipo de informaciones, como la sintonía del equipo de audio o los datos del ordenador de a bordo.
Con la ergonomía como seña de identidad, el Citroën Xsara Picasso incorporaba elementos como una consola central y ponía al alcance de la mano, la palanca de la caja de cambios, los mandos de la radio y la climatización.