Después de ver que el litro de combustible, ya sea gasolina o diésel, rompía el techo de los dos euros en el verano pasado, llenar un deposito sigue siendo un quebradero de cabeza para la inmensa mayoría de conductores que necesitan de este medio para el día a día. Ante esta situación, y poniendo en su justa ineficacia la medida de bonificación que desde la administración y las grandes distribuidoras, se sirvió como salvavidas, prestar atención a los precios, viene siendo la tónica mas habitual entre los consumidores de carburantes.
1Mucha oferta de carburante, toda muy cara
Existen generalmente cuatro tipos de combustible en los surtidores de las estaciones de servicio; si hablamos de gasolina podemos encontrar según el octanaje, la de 95 y la de 98, para el gas-oíl, hay dos referencias, diésel normal y «plus».
Este panorama plantea en el consumidor una coyuntura disyuntiva en la que se enfrenta a la necesidad de llenar el deposito del coche, por un lado, y elegir el pecio mas económico para hacerlo, de otro, ya que la principal diferencia entre las ofertas es el precio.
Pero no solo en cuanto a combustible se refiere, ya que los mismos productos, aunque con distinto nombre comercial o marca e incluso oferta comercial, aumentan la diatriba y ponen en un tris al diligente conductor. Las gasolineras «low cost», abundan en la oferta y también distinguen entre los productos ofertados.