Hace 30 años un precursor como el Mercedes Clase G, lanzado al mercado en 1979, se hacía aún más pionero al equipar, por primera vez un motor de 8 cilindros. Un lanzamiento que se circunscribía a una serie limitada, de no más de 500 unidades que se basaba en la serie de modelos W 463 lanzada en 1989. Al final, se construyen 446 vehículos.
Ese primer paso, y esa rareza, se ha convertido ahora en tendencia en la firma de la estrella. Porque ahora los motores potentes con configuración V8 se han convertido en una característica distintiva de la Clase G y, por supuesto de sus variantes AMG.
Porque esta combinación, V8 y AMG han convertido al Clase G en todo el mundo como el vehículo todoterreno de lujo por antonomasia. El 500 GE V8 marcó tendencia en 1993 y fue el precursor de los todoterreno de alta gama dentro de las marcas de lujo. Y a partir de 2023, cuando se cumplen los 30 años de aquel lanzamiento, los 500 GE V8 pueden clasificarse como activos culturales históricos. Es decir, pasan a la categoría de coches históricos, una distinción más que merecida por un modelo que significó un antes y un después.
El Mercedes 500 GE V8 debutó en Ginebra
En el Salón del Automóvil de Ginebra del 4 al 14 de marzo de 1993, 14 años después del lanzamiento del Clase G, Mercedes-Benz presenta el 500 GE V8 como el nuevo motor de gama alta. De esta manera añadía un argumento más a un modelo que en esos 14 años se había ganado ya una excelente reputación como un compañero ideal para terrenos difíciles.
La iniciativa de construir el 500 GE V8 proviene de la Unidad de Producto de Vehículos Todoterreno de Mercedes-Benz y los primeros vehículos de prueba se construyen en AMG en Affalterbach. Se unía, por tanto, lo más avanzado en capacidades todoterreno con el máximo poderío mecánico.
El 500 GE V8 contaba con un contrastado motor de ocho cilindros de la gama de turismos de la marca, el M 117, de 4.973 centímetros cúbicos, con tecnología de dos válvulas. Desarrollaba 240 caballos con 375 Nm de par máximo.
Con ese potencial alcanzaba los 180 km/h de velocidad máxima, mientras que la aceleración de 0 a 100 km/h se lograba en 11,4 segundos. Pero no se trataba solo de aumentar el rendimiento; debía mantener sus capacidades. Por ello se le equipó con neumáticos Bridgestone de la nueva dimensión 265/70 R 16 H sobre llantas de aluminio, los únicos neumáticos todoterreno homologados para velocidades de hasta 210 km/h.
El Mercedes más bestial en cifras, también en rendimiento
También el sistema de frenos está configurado para este nivel de rendimiento de conducción y contaba con ABS y frenos de disco ventilados en la parte delantera. Las suspensiones estaban enfocadas hacia la comodidad y en cuanto a la tracción, permanente a las cuatro ruedas, permanece sin cambios a excepción del bloqueo del diferencial delantero, que no se ofrecía en este modelo. Pocos cambios más, sin perder nada de su legendaria capacidad todoterreno.
El más potente de los Mercedes Clase G se ofrecía solo en la versión Station Wagon, con batalla larga. Y en la marca aprovecharon su lanzamiento para convertirlo en buque insignia en todos los detalles. Por ejemplo, el equipamiento del interior incluía cuero negro con elementos de contraste en color gris. Incorporaba una chapa de nogal para las molduras de madera de la consola central, o zonas de la palanca del freno de mano, las dos palancas selectoras de transmisión y elementos de molduras en las puertas.
También en el exterior se había cuidado al máximo para distinguirlo del resto de los Mercedes Clase G. Contaba con un acabado especial de pintura metalizada azul amatista que se extendía a los parachoques, los guardabarros y las carcasas de los retrovisores.
Y en su equipamiento de serie siempre estaba la transmisión automática, el aire acondicionado, el control de crucero, el techo solar corredizo, el volante de cuero y los asientos con calefacción. La exclusividad y el equipamiento, por supuesto, tenían un precio, que no era barato para su época -178.250 marcos, alrededor de 92.000 euros-.
Solo se fabricaron 446 Mercedes 500 GE V8
Ese precio es, sin duda, una de las razones de la exclusividad de este modelo. La otra está en el número de unidades fabricadas. Esas 446 unidades del 500 GE V8 vienen determinadas por el número de motores M-117 disponibles. En otros vehículos de la marca alemana, el grupo motopropulsor ya había sido sustituido por el M 119 de cuatro válvulas, pero este nuevo motor, por sus dimensiones, no encajaba en el vano motor de la Clase G. Por eso se utilizaron todos los M-117 disponibles.
Este modelo fue la culminación de un proceso para convertir un rudo todoterreno en un vehículo de lujo. La prueba de esa rudeza la confirma que alrededor del 80 por ciento de los modelos de la Clase G fabricados todavía existen.
Y la prueba del lujo y la exclusividad, la da que este modelo fue el precursor y tras él, el mismo año, AMG sigue con el AMG 500 GE 6.0 que contaba con 5.959 centímetros cúbicos y una potencia aumentada a 300 caballos.
Y de ahí casi al infinito. En 2002, Affalterbach logra instalar un motor de doce cilindros en el G 63 AMG con 444 caballos de potencia. Y lo que no espera es aún mejor… El próximo G 63 AMG, con un motor biturbo V8 de 5,5 litros y 544 CV no será más que el adelanto de una auténtica bestia, el G 65 AMG con motor biturbo V12 de 6,0 litros y 450 kW (612 CV) con un par máximo de 1.000 Nm, récord en el segmento todoterreno.
Pero es que esta auténtica bestia de la marca alemana, de la que en 2017 se fabricó la unidad 300.000 es un devorador de records. Y así quiere seguir con la actual generación presentada en el Salón de Detroit de 2018. Larga vida al Clase G.