Entre un 2 y un 5% de los accidentes al volante tiene relación con las afecciones alérgicas, un porcentaje al alza según Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
Con estas cifras en la mano, se puede decir que la alergia afecta a la conducción y es un mal a tener en cuenta por parte de la DGT y los conductores. Más aún si se contempla el elevado número de personas a las que afecta. Un 21% de la población padece rinitis y un 7% asmas alérgicas, dos afecciones que provocan síntomas como picor de nariz, congestión nasal, conjuntivitis o lagrimeo ocular.
1¿Qué es la alergia?
La reacción alérgica consiste en la percepción de nuestro organismo como nocivo de una sustancia que no lo es (alérgeno). Este contacto pone en marcha una respuesta inmunológica exagerada que se manifiesta en diversos órganos del cuerpo.
Los alérgenos más frecuentes son: pólenes, ácaros, epitelios de animales, látex (o caucho natural, que está presente en guantes de goma, sondas, catéteres, globos, en chupetes, tetinas de biberones, etc.), picaduras de avispas, ciertos alimentos y algunos medicamentos.
El alérgeno puede entrar en contacto con el cuerpo de varias formas: inhalado por la nariz o la boca, ingerido (alimentos o ciertos fármacos), inyectado (medicamentos o picaduras de insectos) o por contacto con la piel, provocando dermatitis de contacto.
Se ha demostrado que la inmunoterapia evita que la alergia se agrave y pase de una simple rinitis a desarrollar asma. Las vacunas han evolucionado mucho en los últimos años: las pautas de administración son más rápidas y los extractos alergénicos utilizados están mejor estandarizados.