El garaje de Keanu Reeves es otra prueba mas de la asociación perfecta entre dos mundos que administran joyas, el cine, como fabrica de sueños, a través de sus obras de arte escénico, y el motor, que desde sus fabricas y sus técnicos, ponen en manos de los actores verdaderas obras de ingeniería.
Ambos se complementan, y si el cine no puede dejar de mostrar las nuevas maquinas motorizadas para ilustrar sus magníficos efectos visuales, los fabricantes ven reflejados sus éxitos en la posterior afición, que involuntariamente implantan en los actores mas referenciados, y que usan como imagen corporativa, en muchos casos.
1Dos mundos paralelos
Son incontables los casos de actores que han mostrado, al margen de su profesionalidad cinematográfica y en su vida privada, la pasión por el motor. Desde Clark Gable, pasando por Steve Mcqueen, y hasta Adrian Brody, los coches han tenido mucho protagonismo dentro del cine y fuera de el, como ejemplo de simbiosis sinérgica y muy rentable.
Otro tanto pasa, si de motos hablamos, e incluso algunos de los nombrados repiten afición. Pero, si el pódium de la pasión debe remarcarse en alguien es, en el protagonista de Matrix.
Reeves tiene su propia marca de motocicletas, y asegura sentirse enfermo sino monta una moto; «Montar una moto es realmente un gran lugar para pensar, para sentir, para escapar. Cuando no estoy en moto, paso por el síndrome de abstinencia, no es bueno para mi salud«, dice el actor del trepidante film » Speed.