Antes de que se disputara el pasado Gran Premio de Miami, el campeón del mundo de Fórmula 1, Max Vertappen tuvo la oportunidad de conducir un vehículo de lo más especial. Hablamos del impresionante Honda CR-V Hybrid Racer, una criatura que ha sido desarrollada por la división Honda Performance Development (recuerda que los monoplazas de Red Bull utilizan una mecánica firmada por la compañía nipona) y que esconde una mecánica heredada de los bólidos de la Indycar. Solo que ese 2.2 V6 Biturbo no se encuentra solo.
Este extraordinario motor que se conecta a una transmisión secuencial firmada por Xtrac y con seis velocidades, se acompaña de una parte híbrida que carece de baterías para ahorrar peso, puesto que este componente ha sido reemplazado por unos supercondensadores más livianos en este Honda CR-V Hybrid Racer. Con todo ello la compañía nipona asegura que es capaz de generar entorno a los 800 CV de potencia.
De un Honda CR-V este Hybrid Racer conserva más bien poco
Precisamente de un Honda CR-V esta máquina conserva más bien, poco, porque su carrocería está fabricada en fibra de carbono y se sustenta sobre un chasis tubular en el que la mecánica híbrida se ha colocado en el centro del vehículo. Tampoco hay que pasar por alto los enormes apéndices aerodinámicos que ayudan a pegar a este SUV al asfalto, su poderoso equipo de frenos Brembo heredado de un Honda NSX GT3, sus llantas forjadas…
Ha sido el piloto de la Indycar, James Hinchcliffe, quien ayudó a Max Verstappen a familiarizarse con este extraordinario Honda CR-V Hybrid Racer. Cosa que realizó en cuestión de segundos, porque el piloto de Fórmula 1 parece pasárselo en grande pilotando esta criatura que la casa nipona utiliza como un laboratorio para desarrollar su tecnología híbrida y que será mostrado en todo tipo de competiciones por dentro y fuera de Estados Unidos, como ha sido el pasado Gran Premio de Miami, que precisamente fue ganado por el piloto holandés.