Ponerse al volante de un eléctrico es una experiencia diferente –más calmada, más relajante–, que nos permite recuperar aquellos viajes en los que parábamos para descubrir rincones fuera del circuito y también productos y sabores únicos. A bordo del Polestar 2 iniciamos una serie de rutas en las que queremos capturar no solo la esencia gastronómica de España, sino también la belleza de nuestros paisajes y ciudades. Valencia es nuestra primera parada.
Viajar a Valencia no necesita ninguna excusa, pero si lo haces en un eléctrico como el Polestar 2, en el que la sostenibilidad y el diseño comparten ADN, la visita a la capital levantina se convierte en una experiencia aún más especial. Esta ciudad es el punto de partida perfecto para iniciar junto a Polestar una serie de viajes en los que pretendemos descubrir esa España diferente, alejada de tópicos, con propuestas alternativas e innovadoras, y en los que la gastronomía y los planes en torno al buen comer nos brindan el argumento definitivo para emprender la ruta.
No podíamos haber elegido mejor compañero de viaje para este road trip a la capital del Turia que el Polestar 2. Si este coche combina confort, diseño minimalista, tecnología a la última y cuidado del medio ambiente, qué mejor sitio para integrarse a la perfección que Valencia, la ciudad que apura los últimos actos como Capital Mundial del Diseño 2022 y que acaba de ser designada Capital Verde Europea 2024. En esta preciosa urbe con vistas al Mediterráneo buscamos experiencias con sabor, en las que la gastronomía estimule el paladar y los sentidos. Y aquí todo cuadra también, porque la ciudad no solo acoge la gala de los 50 mejores restaurantes del mundo, sino que coloca a uno de ellos, el de Ricard Camarena, entre los 100 mejores del planeta.
El viaje en el Polestar 2: delicado y potente
Tiene sentido por tanto, de la mano, o al volante del Polestar 2, descubrir los sabores –en el más amplio sentido de la palabra– ocultos de una ciudad que desde el punto de vista de la gastronomía vive entre dos paraísos: el mar y la huerta. Y en la que la vida en la calle, en las terrazas, en los mercados o en las playas es parte de la cultura y de ese día a día marcado por la luz, por el azul de ese mar que tan bien representó Sorolla –pintor al que el Museo de Bellas Artes valenciano homenajeará por su centenario–, por el aroma a azahar de la primavera o el olor de la leña de naranjo, con la que se cocinan las auténticas paellas.
Pero antes de disfrutar con los cinco sentidos –sobre todo con el del gusto, que es la excusa para estos recorridos– hay que llegar a Valencia. Y hacerlo en Polestar es una delicia… Y no hablamos solo del silencio o la suavidad característicos de los coches eléctricos; sino también del confort de un interior en el que la racionalidad sueca es capaz de combinar distinción en los materiales y acabados con sostenibilidad o ecología utilizando materiales reciclados o de origen natural. También es un placer ver cómo el empuje de los 350 kWh de potencia te pueden propulsar con solo insinuar presión sobre el acelerador.
El viaje es un ‘paseo’ en el que recuperamos costumbres olvidadas. Porque la movilidad eléctrica también nos hace cambiar el chip –ir del punto A al punto B lo más rápido posible no es lo importante– conviene parar… Y esto nos permite recuperar esos bares de carretera que han convertido los platos y el producto de la zona en la especialidad de la casa. En nuestro viaje desde Madrid, hay puntos casi obligados, como la Venta San José –todo un clásico– donde el mostrador de los quesos merece minutos de atención especial.
También hay que alimentar la vista… y un desvío hasta el Parador de Alarcón, un mirador medieval sobre el río Júcar, nos da pie no solo a disfrutar del entorno sino a comprobar la fotogenia de nuestro Polestar en este marco incomparable, además de tomar un refrigerio entre los muros de este castillo.
Valencia, abierta al mar
Valencia nos recibe con un sol radiante de primavera y, puestos a buscar rincones secretos, nos adentramos por las calles del centro de la ciudad hasta toparnos con la belleza del incomparable Mercado Central, junto a la Lonja de la Seda, edificio Patrimonio de la Humanidad. Ambiente bullicioso que contrasta con el callejeo en silencio al volante del Polestar. En ese recorrido, una parada en el mercado de Colón o la visita a ese encantador Mercado de la Imprenta nos ayudan a reponer fuerzas.
Buscando el azul y el olor a la leña de naranjo, nos acercamos al mar. En la playa de la Malvarrosa, el viejo barrio de pescadores se ha abierto a la costa desde que desapareció el tranvía que daba nombre a la novela de Manuel Vicent. En esa zona, repleta de restaurantes y bares, tomar una paella con el espectacular decorado del Mediterráneo es un lujo que aquí se puede disfrutar cada día.
Del mar hacia el interior llegamos a la albufera, donde guardan el secreto de los arroces y también de algunos de los pescados que se encuentran aquí como la anguila, la lubina o la llisa. Convertido en parque natural protegido, este ecosistema custodia posiblemente algunos de los secretos más escondidos de la historia de Valencia.
La modernidad del Polestar, con la modernidad de Valencia
Y si dejamos atrás las tradiciones para adentrarnos en la modernidad de esa capital convertida en icono del diseño, no nos queda más remedio que fijarnos en dos de los ultimos emblemas que la capital valenciana ha hecho suyos: el Pabellón de la Copa América y la Ciudad de las Artes y las Ciencias. En el primer caso, además del imponente edificio que mira hacia el mar, Valencia se reconoce en los tinglados de estilo modernista que utilizaron los equipos participantes. En el caso de la Ciudad de las Artes, los edificios creados por Santiago Calatrava ya se han convertido en parte principal del skyline de la ciudad y en una silueta absolutamente reconocible. No podemos irnos de aquí sin buscar ‘el punto de sabor’ de esta zona y lo hacemos desde las alturas; el restaurante Vertical nos ofrece las mejores vistas del Oceanogràfic a la vez que nos permite degustar algunos de sus menús, con una combinación interesante entre tradición y modernidad.
Ya que hablamos de las alturas, acabamos la jornada sobre la plaza del ayuntamiento, que acoge todos los años el epicentro del inicio de las Fallas, la gran fiesta del fuego y de las tracas que saca a millones de valencianos y visitantes a la calle cada mes de marzo.
Mesa, mantel y estrellas
Comer en Valencia es toda una experiencia, ya sea cocina tradicional, de vanguardia, o la mezcla de ambas. No debe faltar en la visita a la ciudad una paella, un plato con dos ingredientes principales: arroz y fuego. En Casa Carmela, junto a la playa de la Malvarrosa, llevan desde 1922 haciéndolas así: siempre con leña de naranjo y con ingredientes de la tierra. Los ingredientes de la esta tierra -tanto los de la huerta como los del mar- son hilo conductor de tres cocineros que han alcanzado el estrellato Michelin y que regalan sabores en la ciudad. La Salita, con Begoña Rodrigo al frente, es un coqueta casa con jardín de mitad del XIX, en la que las verduras son la fuente de inspiración principal de sus menús. Ricard Camarena es, posiblemente, el más inquieto de los cocineros valencianos y además de sus puestos en mercados gastronómicos de la ciudad, inunda de sabor las mesas del restaurante que lleva su nombre –en la lista de los 100 mejores del mundo– basándose en los productos de cercanía. El tercer cocinero es Quique Dacosta que en Llisa Negra trabaja los pescados -venidos de las lonjas de la Comunidad Valenciana–, las carnes y las verduras dando a cada cosa su tratamiento: parrilla, brasas, fuego directo…
Tapas clásicas
Parece que la gastronomía solo puede ser innovación o fusión, alejándose a veces en exceso de los sabores y las recetas tradicionales. Pero en Valencia, los lugares de toda la vida siguen ofreciendo, muchas veces en forma de tapa, las elaboraciones clásicas de la cocina valenciana de siempre. Casa Montaña, antiguo almacén de vinos a granel lleva abierto desde 1836 y ofrece sabores tradicionales entre sus barricas antiguas. Vermú, anchoas, sardinas ahumadas, patatas bravas… componen los menús escritos con tiza sobre pizarras. En El Trinquet de Pelayo, el templo de la pelota valenciana que acoge un espacio gastronómico, es indispensable probar la titaina valenciana, a base de verduras y atún desmigado, la sepia con mayonesa o los arroces. Las clóchinas, el mejillón del Mediterráneo es cosa de La Pilareta, que lleva desde 1917 preparándolas directamente sobre la plancha. En Bar Ricardo se comen desde 1947 mariscos y pescados cocinados a la plancha o de las maneras más tradicionales; además de una ensaladilla, que dicen es de las mejores de Valencia. Y otra de las tapas clásicas, el esgarraet –hecho de pimientos, bacalao y AOVE– se toma en La Riua.
Mercados gastronómicos
La moda de disfrutar de los sabores de la tierra en mercados tradicionales reconvertidos en centros de experiencia gourmet tiene en Valencia una dimensión diferente; porque no solo son estos espacios los que acogen puestos de degustación, como el Mercado de Colón o el Mercat Central –un espectáculo sus puestos para comprar los productos de la tierra–. En ambos, Ricard Camarena –Habitual o BARX en el primero o Central Bar en el segundo– acerca su cocina en formato más desenfadado. Pero además de los clásicos, la ciudad recupera otras construcciones que convierten en puntos de encuentro para disfrutar de reuniones con la comida como excusa. Son el Mercado de la Imprenta –que en realidad nunca ha sido un mercado, sino una antigua imprenta de 1908– lleno de puestos de comida y un ambiente elegante en el que el estilo del edificio es parte principal de su encanto. O el recién abierto Mercabanyal, en una antigua tonelería, que se propone como un mercado de cocinas, donde degustar tanto pescados o mariscos, pizzas, carnes rojas en un taller propio o el clásico esmorzaret valenciano en un ambiente mundano y desenfadado.
Lo que no te esperas
Las mejores hamburguesas del mundo y de España se comen en Valencia… y no es broma. En Hundred Burgers se han alzado este año con el premio a la tercera mejor del mundo según el ranking ‘The World’s Best Burgers’. Un galardón que, sin embargo, no le hace ser la mejor hamburguesa de España, aunque el honor también se queda en la capital levantina. El restaurante Jenkin’s logró en abril el título en el campeonato nacional ‘The Champion Burger’, celebrado en Las Rozas, Madrid, y por el que pasaron 100.000 personas. Para decidir cuál es mejor, está claro que hay que probar las dos. Eso sí, ninguna llega al nivel de ‘inesperado’. Ese adjetivo se lo dejamos para One Burger, que sirve hamburguesas al más puro estilo americano en un local que es, literalmente, una lavandería.
Tampoco esperas encontrar un restaurante cuando entras por la puerta del Manhattan, una librería que esconde tras sus estanterías mesas y salones al más puro estilo de lo que debieron ser los clubes que proliferaron en EE.UU. durante la Ley Seca. Secretos de Valencia que no te esperas…
Productos cien por cien valencianos
Arroz, chufa, cítricos o aceites son las cuatro denominaciones de origen ubicadas en la provincia de Valencia… Pero la riqueza y variedad de los productos de la zona convierte en un festín la visita: alcachofas de Benicarló, Kakis de la Ribera del Xuquer, Uva del Vinalopó… además de los vinos de la denominación Utiel-Requena. Comprar productos típicos valencianos de la mejor calidad es fácil. La tienda Original CV, ubicada en una antigua farmacia del Siglo XIX no solo es un espectáculo por su diseño y su sabor antiguo; también por la oferta gourmet que se puede ver en sus estantes.
Y justo enfrente, el Mercado Central, un maravilloso edificio modernista que merece una visita con calma, está lleno de puestos de comida, desde productos frescos –fruterías, pescados, carnes o ultramarinos– a tiendas con delicatessen de la zona: conservas, especias, arroces, vinos…
Prueba el Polestar 2
Probar el Polestar 2 ya es posible en Valencia. Para conocer las virtudes de la movilidad eléctrica que ofrece el primer modelo de la firma se puede reservar una prueba de conducción a través de la web https://www.polestar.com/es/test-drive/booking/ps2. Un test drive en el que podrás conocer todos los detalles y descubrir en primera persona el apasionante mundo del rendimiento eléctrico y la tecnología de innovación de que hace gala el primero de la familia. Entra al mundo de Polestar a través del siguiente QR.